Juventud, divino tesoro. Idealizados, asociados a una felicidad consumista culturalmente impuesta...si son rubios (o blancos o de sectores medios). Pero si se trata de jóvenes en situación de pobreza la mirada será distinta, aporofóbica: pasarán a ser sinónimo de violencia y peligrosidad. Serán el chivo expiatorio ideal para el recurrente discurso punitivista.
El profesor de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), Marcelo Arias, sostuvo oportunamente que la disposición enunciativa del discurso periodístico televisivo hegemónico es de un “nosotros para ustedes sobre ellos”. Esto contiene una permanente apuesta a la fragmentación social: ustedes y ellos.
En el discurso mediático los jóvenes no tienen voz, son hablado por otros. Según el Monitoreo de noticias sobre infancia y adolescencia en medios de Argentina realizado por la Defensoría del Público, la voz de niñas, niños y adolescentes carece de visibilidad en los relatos que tienen que ver con ellos y ellas: respecto a lo televisivo sólo en el 0,7% de las noticias se expresan o consultan sus voces.
El informe da cuenta de que los ejes temáticos asociados a este segmento social son con mayor recurrencia sobre hechos de violencia y de inseguridad. Paralelamente se observó que en las noticias hay rasgos estigmatizantesy una ausencia de perspectivas de derechos.
Un dato destacable es que el 92,8 % de las noticias en portales y el 98% en noticieros no contextualiza la información publicada.
Al momento de analizar las fuentes de información en el discurso televisivo se destacan las cámaras de (in) seguridad, con imágenes que se repetirán una y otra vez para sostener un discurso que alimenta a las audiencias atemorizadas.
Según el periodista especializado en niñez y adolescencia Hugo Muleiro, la escasa presencia y los rasgos de las noticias sobre niñez y adolescencia comportan un acto de discriminación. Es un sector de la población que es discriminado por el sistema de medios y particularmente por los noticieros de radio y televisión.
Las políticas punitivistas y la violencia policial se alimentan de narrativas noticiosas y ficcionales que nos proponen soluciones simplistas a problemas complejos. La representación mediática de la juventud se reduce a estereotipos sesgados, alimentando prejuicios y perpetuando la exclusión social.
Es crucial reconocer el poder de los medios en la construcción de narrativas y abogar por una cobertura más inclusiva y sensible que refleje la diversidad y complejidad de las experiencias juveniles. La voz de los jóvenes debe ser escuchada y respetada, desafiando así los discursos discriminatorios y promoviendo una sociedad más justa y equitativa para todos y todas.
* Licenciado en Comunicación Social UNLZ. Profesor de la UNRN