El domingo 5 de mayo, a las 23.30, Justo Fernando Barrientos les prendió fuego a sus 4 vecinas lesbianas que compartían una habitación en el hotel familiar Canarias, ubicado en el centro comercial de Barracas. Pamela Cobbas, Roxana Figueroa y Andrea Amarante (que había sobrevivido en 2004 a la tragedia de Cromañón y nunca recibió la reparación económica que le correspondía por parte del Estado) fallecieron como consecuencia del ataque atroz, mientras que Sofía Castro Riglos logró forcejear con el agresor que intentó arrojarla sobre las llamas y pudo sobrevivir, con graves quemaduras en el rostro y en las manos. El crimen lo cometió un solo hombre, pero Barrientos no era el único que las consideraba repugnantes por su mera condición de lesbianas.

El crimen provocó una inmediata respuesta de repudio y movilización por parte de la militancia y el activismo lésbico. Al día siguiente comenzaron las movilizaciones en distintos puntos del país y se organizó una red para prestar asistencia a Sofía. El silencio de la mayoría de los medios de comunicación de masas y de la dirigencia política progresista, excepto unos pocos referentes, sigue causando preocupación en gran parte la comunidad lgtbiq+, mientras referentes políticos devenidos panelistas agresivos y custodios del “verdadero peronismo” destilan odio misógino y homofóbico contra los derechos sexuales adquiridos durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y de Alberto Fernández, y un político de derecha conservadora como Miguel Ángel Pichetto es tolerado con sus dichos xenófobos y lesbofóbicos porque “la política” ha decidido otorgarle el título de “gran armador” en el Congreso Nacional. Recién cuando el número de víctimas ascendió a tres comenzaron a aparecer los tuits solidarizándose y la televisión retomó la cobertura que había abandonado a pocas horas del múltiple ataque lesbicida.

Márquez, ¿y ese quién es?

Cómo enmarcar el crimen aberrante. La reacción en cadena fue encuadrarlo como consecuencia más o menos mediata de los discursos de odio propiciados por La Libertad Avanza y sus referentes en las redes sociales y en los medios de comunicación.

Pero ni Barrientos ni sus amigos del hotel, todos hombres mayores de 60 años, inquilinos mensualizados y con ingresos fijos, escucharon alguna vez al principal vocero homofóbico de La Libertad Avanza, Nicolás Márquez, y probablemente ni siquiera sepan quién es. Su mundo es analógico, escuchan la radio, miran televisión, en el mejor de los casos leen libros y añoran sus glorias en las canchas de fútbol profesionales o en los potreros del barrio.

Basta con tomarse un colectivo, llegar al hotel y conversar con esos varones solos para darse cuenta de cómo se fueron sucediendo los hechos. Alcanza con escucharlos para saber que este crimen horrendo no lo cometió un solo hombre. Aunque la responsabilidad penal le quepa solamente al que tomó coraje y se atrevió a “erradicar a las degeneradas” que se negaban a tener “algo” con ellos. Conociendo cómo funcionaban esos varones cishétero en la ranchada tradicional de amigos bajo el régimen sexual aceptado y tolerado hasta 2010 (año de sanción de la ley de matrimonio igualitario), incluso es posible pensar que se hayan repartido entre ellos a esas cuatro mujeres según sus propias jerarquías y criterios de belleza. El que manda se queda con la más linda. Y que sus fantasías chocaron contra la pared del régimen sexual de nuestros días, diverso e inclusivo.

Actos de odio

Otro tema. Decimos que el gobierno nacional de la Libertad Avanza y el sector del PRO que se referencia en Patricia Bullrich difunden discursos de odio. No, señor. No, señora, no, señore. Hace rato que pasaron de los discursos a los actos de odio. Un solo paciente al que le hayan negado la medicación oncológica y muerto como consecuencia de ello, es un crimen de odio a la condición humana. Una sola madre desesperada porque no les puede comprar leche a sus hijos es un crimen de odio. Un solo comedor desabastecido de alimentos por una ministra de Capital Humano diestra (no siniestra) es un crimen contra la humanidad. 

Unos gramos de gas lacrimógeno corrosivo experimental contra el rostro de un joven o de un jubilado es un crimen de odio. Un solo sin techo manguereado en la calle por la Policía de la Ciudad por orden del intendente de la Capital y sus jefes de seguridad es un crimen contra la condición humana. Este gobierno nacional y los gobiernos provinciales y citadino que lo apoyan y avalan son eugenésicos, buscan el exterminio de los débiles que no están en condiciones de defenderse. El Presidente de la Nación ha establecido que el modelo de virtud sobre la Tierra es Al Capone y él y su equipo (que incluye a la mayoría del partido político PRO y a un sector de la UCR y el PJ) están decididos a que ese sea el nuevo modelo argentino (si es que en breve va a quedar algo que se llame República Argentina o será una institución administrativa residual).

Pero qué saben de eugenesia programada estos hombres que padecían cada vez que las cuatro lesbianas les cerraban la puerta en la cara. Por alguna razón pensaron que ya no precisaban andar con la cabeza gacha y arrastrando su bronca por no ser atendidos. El viejo orden volvió a las calles. 

La prefectura mete presos a los piqueteros que cortan el puente. La policía saca con agua fría a los que ponen colchones en las calles y adentro del cajero automático. Chocobar, el policía de Avellaneda que mató por la espalda al chorrito de La Boca, va a tener un nuevo juicio. Dicen que los militares que sacaron a los zurdos de la Argentina van a salir libres. Si Dios quiere, pondrán de nuevo el servicio militar y enderezarán a los vagos. Alguno de estos hombres quizá sienta nostalgia de sus días de “coreano” (coreanos se les decía a los que hacían la conscripción en la policía federal). “Y nosotros vamos a sacar de acá a estas tortilleras piojosas (como la cancillera Diana Mondino dice que son los homosexuales) que no quieren enderezarse”.

La dictadura cívico militar 1976-1983 no fue solamente sus aspectos represivos más atroces, los campos de concentración, sino también una vida cotidiana gris, marcial, monótona, tradicional sin diversidad ni disidencias de ningún tipo a la vista. Sí doble vida mientras no se exhibiera en el espacio público. Por eso fue letal con las travestis que no podían salir del espacio público porque de ello dependía su superviviencia.

Un régimen sexual resiste en cuerpos que son memoria y fantasean con volver a sentirse jóvenes y conquistadores del mundo como hace 50 años. Cada uno de esos hombres, no el que les prendió fuego a las cuatro lesbianas sino sus amigos que alentaron el crimen, puede ser cualquiera mayor de 60 años. El policía retirado, tu papá, tu abuelo, el que maneja el Uber o el Didi, el que abre la puerta de la unidad básica o del comité. Como en la teoría de las revoluciones científicas, resisten los médicos que se niegan a lavarse las manos porque los bichos invisibles de Pasteur no existen.

Agacharon la cabeza durante 15 años por miedo a las nuevas leyes y a lo que decía la televisión. Ahora que todo cambió, las cosas volvieron a su lugar, se terminaron las historias de los bichos de Pasteur. Acá nadie va a volver a lavarse las manos. “A las tortilleras que nos desprecian les vamos a prender fuego”.

La necesidad de comprender lo que ocurrió en este hotel de Barracas es fundamental para que no vuelva a ocurrir otro crimen atroz como este. Dejar de hablarnos solamente entre nosotras/nosotros/nosotres. La primera testigo que salió a los medios y explicó mejor que nadie por qué ocurrió esto ni siquiera sabía decir la palabra “lesbiana”. Hizo con las manos el gesto de “vuelta y vuelta”, el hombre que la acompañaba le dictó “eran lesbianas”. “Los hombres se ponen así cuando las mujeres los dejan”. No hablaba de una relación en particular sino que estas mujeres habían decidido prescindir por completo de las relaciones con hombres (cishétero) y se cuidaban entre ellas.

Prescindir en este momento de los discursos más vanguardistas no significa dejar de seguir transformando el régimen sexual sino trabajar para que la reacción no siga cobrando vidas. Ha sido muy fuerte la crítica hacia los paradigmas separatistas del siglo pasado, pero este era el estado de situación. Estaba vigente el régimen sexual anterior a 2010. Aún hoy debatimos si las personas lgbtiq+ somos diverses o disidentes. El crimen de Barracas trae al tapete nuevamente este debate.

Los regímenes sexuales coexisten y no se comunican

Tenía en mi cabeza lo que ocurrió porque me lo contó uno de los inquilinos (él no escuchó nada porque dormía). No me dijo “qué barbaridad, mire lo que hizo ese vecino, casi nos prende fuego a todos”. No, no. Me dijo “dígame qué tenían que hacer 4 mujeres en una pieza, usted sabe qué es eso”. A este testimonio se sumaron los que pudieron recabar otras compañeras periodistas que están desarrollando coberturas excelentes para distintos medios y agencias de noticias. Hay que leerlas y escucharlas todas para tener el mejor panorama.

Pero me faltaba el marco teórico. Finalmente ese marco me lo dio la tallerista especializada en diversidad Kali Padilla, en una entrevista para el programa Territorio Diversidad, que conduce Casandra Sandoval en la 100.7 VillaNos Radio de Córdoba.

Ya sabíamos que la línea Márquez-La Libertad Avanza era secundaria en el horizonte de este triple lesbicidio. Y que el fondo sobre el que se activó el crimen fue el de la pata militar y represora de la fuerza política que gobierna hoy la Argentina. Hasta el marco de timba financiera y sectores medios profesionales especulando en la diaria se está dando igual que en 1976-1980. Por eso aceptan callados el desguace del país y la eugenesia contra los más débiles. Como decía Perón, “la víscera más sensible del hombre es el bolsillo”.

Kali Padilla sostiene que “estamos en un cruce entre regímenes sexuales que les cuesta comunicarse. Hay un caldo de resentimiento de estas masculinidades que este gobierno habilita. Lo digo como travesti abordada en la calle y que tiene clientes viejos. Los viejos se saben viejos y saben que tienen que pagar, que no tienen acceso irrestricto, no tienen ese ego de pendejo pijudo. Ahí hay una mediación en la que también hay que pensar, cuál es el lugar en el que ellos se ponen como viejos y como personas que valen menos”.

Hasta ahí podemos tener un balance entre esa potencia y esa escucha que estos hombres del viejo régimen sexual de la sociedad industrialista buscan. Pero la realidad es que el crimen de Barracas muestra que a las mujeres carenciadas las consideran menos que ellos. Si esas mujeres fueran ricas o profesionales independientes seguramente sería al revés.

“Yo tengo mi billetera, yo cobro mi jubilación. Yo puedo pagarles ¿y aun así no quieren? ¿Cómo no me sirven?”. Ellos buscan comprensión y encontraron incomprensión absoluta. “Te bajo la persiana, respetame”, fue la posición de las cuatro mujeres/lesbianas. “No, no te respeto, te prendo fuego”, la respuesta.

Estos hombres están perdidos en los códigos del mundo. Se criaron así, el mundo se dio vuelta y perdieron sus beneficios. ¿Qué vamos a hacer con estos abuelos? Y no tan abuelos. Quien escribe esta nota tiene 60 años, jugó en el barrio con ellos, fue a la primaria con ellos, compartió unidad básica y universidad con ellos.

Kali Padilla sostiene “es un mundo que va a seguir conviviendo con nosotras todavía por mucho tiempo. Tenemos que hacerle una crítica a los separatismos. Son mundos que conviven y no podemos hacernos las pelotudas. Porque cuando esos mundos colisionan pasan este tipo de cosas. No tenemos ninguna certeza de si los viejos que vivían en ese hotel eran libertarios y no eran peronistas, radicales o de izquierda”. Habría que hacer una encuesta en el hotel para saberlo.

No estamos disculpando nada. Estamos diciendo que no son monstruos, podría haber sido el abuelo de cualquiera de nosotres. Y más aún en esta crisis habitacional donde ellos son los que tienen la casa con terreno en el fondo -pudieron comprarla gracias a que el capitalismo industrial con Estado de bienestar proveía también al obrero para que produzca mejor- o como bien señala Casandra Sandoval, son el marido de la señora que alquila más barato o sin contrato ni garantía.

El contrato patriarcal

Alicia Benítez es socióloga, docente de la UBA y como investigadora y habitante de la zona sur de la Capital Federal conoce bien el barrio donde se perpetró el triple lesbicidio.

“En un crimen como el del hotel Canarias es necesario reconocer el contrato patriarcal subyacente. En la mayoría de las organizaciones patriarcales opera una dinámica de impunidad casi total”, dice Alicia Benítez.

Una mujer debe estar en el marco de una familia. ¿Qué hacen cuatro mujeres solas en una pieza de hotel? “Las mujeres no deben estar ahí. Cuando están adentro deben estar bajo la autoridad/protección de algún patrocinador (cis)masculino y si no lo hacen son objeto de crítica, hostigamiento y violencia. El patricarcado no son malos modales masculinos”, sostiene.

Pero este régimen sexual fue puesto en cuestión por la legislación de los últimos 15 años en Argentina. No es que legalmente se puede forzar a las mujeres a vivir bajo aquellas reglas, como lo fue anteriormente. Pero las instituciones estatales no ofrecen soluciones eficaces para cuando en un espacio domina y gana el viejo régimen sexual.

“Hubo ataque verbal y hostigamiento. Luego amenazas de muerte que se supone que ellas denunciaron. ¿A la comisaría 26ª o a la 30ª? (los antiguos nombres de las seccionales de Barracas, hoy 4-D Anexo y 4-D). Una organización cerrada y patriarcal peor que la que hay en el hotel Canarias”, concluye Alicia Benítez.

Qué hacer

“Es importante salir de ciertas lecturas rápidas y simplificadoras a las que asistimos día a día y en las que podemos caer porque vivimos en un tiempo acelerado donde a cada momento cambian las coordenadas espaciotemporales y económicas de nuestras vidas, lo cual es muy confuso y tiene que ver con una política de shock desde el gobierno. Creo que esta tendencia nos llevó a leer de forma reactiva el crimen como directamente conectado a la entrevista que el periodista Ernesto Tenembaum le hizo a Nicolás Márquez”, dice Julieta Massacese, doctora en Estudios de Género, profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

“Yo estoy más de acuerdo con la posición de que este crimen se conecta más con la dictadura y la vida cotidiana durante la dictadura. Esta posición la sostenés vos desde un primer momento y también María Luisa Peralta cuando dice que esto tiene que ver con la ruptura del supuesto consenso democrático y afirma también que no es solo un discurso de odio sino que también tiene que ver con un modelo social más amplio donde también juega la crisis habitacional generalizada”, agrega.

Los hombres más jóvenes no recuerdan corporalmente la sensación de la vida cotidiana en la dictadura. Pero por transmisión intergeneracional una comprende la atmósfera represiva de ese tiempo y por investigaciones también conocemos la moral sexual de la dictadura, la idea de cierto derecho natural sobre las mujeres que se ha perdido por razones históricas, no solamente por los feminismos. Todas esas antiguas realidades donde los hombres tenían mayor capacidad de controlar a las mujeres, y que haya mujeres que sean autónomas y no estén dispuestas a escucharlos por derecho natural y divino, ni a acostarles con ellos ni a prestarles atención y demás, les devuelve la imagen de las viejas promesas incumplidas y de un derecho divino natural perdido, lo cual genera mucho resentimiento porque ese viejo régimen sexual ya no existe, y a la vez aparecen estos movimientos neoconservadores, que son bastante viejos como la casta militar clerical que representan Nicolás Márquez y Victoria Villlarruel”, explica Julieta Massacese.

La investigadora sostiene que existe un liderazgo multipolar en el campo de las nuevas derechas, con varios actores. “Hay otras iglesias, liberalismos pretendidamente más laicos, anarcocapitalismo, paleolibertarianismos, y eso fortalece a las nuevas derechas porque también apelan a estos hombres, que quizá no son consumidores de los discursos antifeministas importados de las redes sociales sino que tienen una memoria afectiva y política de qué significaba ser varón y ser mujer en otra época y de qué tipo de orden moral sexual estaba vigente. Y sin duda un montón de hechos que tienen que ver con la ruptura de ciertos consensos habilita un montón de cosas que nos parecían inconcebibles. Lamentablemente estamos en este mundo y tenemos que buscar una manera de convivir. Porque salvo unos pocos multimillonarios, estamos todos muy dañados y dañadas por este nuevo régimen”. Julieta Massacese introduce esta variante, un nuevo régimen que no es el antiguo ni el que teníamos desde 2010, y que opera sobre la moral sexual de época.

 

“Creo que las mujeres tenemos un gran horizonte político y quizá somos una de las pocas chances que tiene la humanidad de sobrevivir, pero insto a varones de todo tipo a trabajar sobre la crisis de la masculinidad, como hemos trabajado las feministas durante tanto tiempo desde y contra nuestro propio género para hacer un mundo más interesante y más vivible. Asuman la crisis. No sé si serán los hombres de 60 los que puedan hacer esto. Confío en que muchos sí, no la mayoría ciertamente. Y a que pongan límites a los otros varones en lugar de ser cómplices y básicamente en lugar de matarnos”.