La oficina de la Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (Onudc) calificó de “histórico” el acuerdo alcanzado hoy en Viena con el gobierno colombiano, para promover la siembra de cultivos alternativos a la coca en más de un centenar de municipios cuya supervivencia depende de esa actividad. “Este acuerdo histórico es una oportunidad única de cambiar el curso y ayudar a los cultivadores de coca a adoptar iniciativas de desarrollo alternativo”, manifestó el director de la Onudc, Yury Fedotov.

El plan supone una inversión de 315 millones de dólares en subsidios en un lapso de cuatro años, para que los campesinos de zonas montañosas y de difícil acceso sustituyan el cultivo de coca por otros menos rentables pero subsidiados. El plan será respaldado por el Alto Consejero para el Posconflicto, Rafael Pardo, y el director de la Unodc, Yury Fedotov. “Suscribir este proyecto es un gran avance en la implementación (...) del acuerdo de paz y nos reitera la necesidad de aunar esfuerzos para fortalecer la puesta en marcha de los programas de sustitución voluntaria y erradicación de cultivos ilícitos”, dijo Pardo en un comunicado difundido por su despacho.

Pardo, celebró la firma del acuerdo pocos días antes del primer aniversario de la firma del acuerdo de paz con las FARC. “Hoy venimos a Viena, a pocos días de que se cumpla el primer año de una Colombia en paz, con un mensaje de esperanza: estamos trabajando en la construcción de oportunidades”. celebró Pardo. Además, subrayó: “Lograr una solución al problema de las drogas ilícitas comienza por un ataque frontal las organizaciones criminales” y por “poner en marcha programas sostenibles e incluyentes”.

Afirmó que este es el acuerdo “más grandes en términos de dinero” firmado tanto por esa oficina de la ONU como por su país en el tema de drogas y aseguró que “es un paso fundamental para el proceso de paz”. Pardo explicó que el acuerdo incluye desarrollo territorial, titulación de tierras y sustitución de cultivos de hoja de coca por siembras de productos como café o cacao, a lo largo de los próximos cuatro años.

El convenio espera llegar a 118 mil familias que en 85 mil hectáreas siembran coca para que abandonen esos sembradíos, a cambio de subsidios económicos y apoyo técnico para cultivos alternativos durante un año.

Colombia experimenta un crecimiento exponencial de sus cultivos ilícitos a cifras de hace más de una década, que ya está en la mira de Washington, que incluso deslizó la posibilidad de descertificar a su gran aliado latinoamericano a consecuencia de ese incremento.

Según cifras de la Onudc divulgadas a mediados de este año, los cultivos de hoja de coca en el país sudamericano aumentaron en 2016 un 52 por ciento, al pasar de 96.000 mil un año antes a 146.000 hectáreas. Colombia, el mayor productor de cocaína del mundo, se comprometió con la Casa Blanca y la comunidad internacional a acabar con unas 100.000 hectáreas de esos cultivos ilícitos, como parte de su estrategia de paz.

Según informó la agencia antidrogas estadounidense en octubre, el consumo de cocaína proveniente de Colombia aumentó “significativamente” en los últimos años en el país norteamericano, mientras que la producción potencial de heroína se triplicó entre 2013 y 2016 en México debido en parte a “una reducción” en la erradicación de la amapola. En 2016 los cultivos ilícitos de coca en Colombia alcanzaron la cifra récord de 188.000 hectáreas, con una producción potencial de cocaína de 710 toneladas métricas, según la Casa Blanca.

“Este proyecto es el más grande de la historia de Colombia con Unodc. La experticia y neutralidad de Naciones Unidas son garantía para realizar el monitoreo, evaluación y seguimiento a nuestra política de reducción de cultivos”, explicó Pardo. Por su parte, Fedotov consideró al proyecto como “una oportunidad única” para cambiar el curso y ayudar a los cultivadores de coca a adoptar “iniciativas de desarrollo alternativo”.

El representante de la Onudc en Colombia, Bo Mathiasen, respaldó las palabras de Pardo y explicó que los resultados con cultivos alternativos son “exponenciales”, ya que tienen un inicio muy lento por la negociación con cada familia, y el resultado tarda algo más en llegar. 

Mathiasen confía en que hasta final de año se consigan eliminar unas 20.000 hectáreas gracias a la sustitución del cultivo de coca. 

“Estamos en un camino que va a crecer cada mes, rápidamente”. asegura. 

El experto de la ONU también recalcó que la sustentabilidad de estos programas es mucho mayor que la erradicación forzosa, que no ofrece alternativas a los campesinos que, por tanto, vuelven a cultivar hoja de coca al poco tiempo. 

“La resiembra de zonas de erradicación forzosa sin la intervención de alternativas de desarrollo es muy elevada. Sabemos que a los tres meses de la erradicación, la resiembra es del 25 al 30 por ciento. Y después de un a?o alcanza el 50 por ciento o más” de la superficie erradicada, explica Mathiasen.