Libertad implica necesariamente voluntad para decidir y, en un sistema capitalista como en el que vivimos, sólo se puede decidir cuando los ingresos lo permiten. En este sentido, el modelo político y económico del gobierno actual restringe la libertad individual y empeora la calidad de vida del conjunto.
Para el filósofo francés Jean Baudrillard el simulacro conlleva una deformación de la realidad, en la que lo real deja de producirse. Desde que el neoliberalismo se apropió del término, la ‘libertad’ se ha convertido en una palabra sin referente. Es una mera diatriba para justificar un modelo económico antagónico a la capacidad de actuar por voluntad propia. El mainstream económico ha sabido cooptar conceptos con los que difícilmente se podría discrepar y se ha ocupado de vaciarlos de contenido. La tan pregonada libertad actualmente carece de valor de uso.
La teoría económica
La ortodoxia económica considera que existe una dotación fija de factores, pleno empleo de los recursos y una frontera productiva que determina la distribución del ingreso. En el modelo de equilibrio general venerado por la administración actual, no existe crecimiento o reproducción del capital, sólo remuneración a los factores productivos. Es decir, la economía se estanca. Para los neoclásicos, cuando se alcanza el estado estacionario y oferta y demanda convergen al punto de equilibrio, el producto per cápita deja de crecer. En esta micro fundamentación de la economía sólo hay crecimiento en el largo plazo si se produce un cambio tecnológico o un aumento poblacional que incremente la fuerza laboral, siendo estas variables exógenas al modelo.
La facción austríaca se nutre de la escuela neoclásica para estructurar su marco teórico, pero realizando un beneficio de inventario que termina por profundizar contradicciones e inconsistencias, deshistorizando los procesos sociales. No llega a escuela. En su determinación por la provocación, se queda en planteos filosóficos platónicos sobre comportamientos económicos que no se constatan empíricamente.
Desde la pormenorización de Adam Smith sobre la división del trabajo, resulta ineludible que dependemos del otro para subsistir. Independientemente de cuál sea la motivación individual, las sociedades modernas están estructuradas en la cooperación, siendo el progreso un resultado conjunto. Nada más alejado de la praxeología austríaca. No se puede explicar lo social a partir de lo individual, porque los comportamientos individuales están condicionados socialmente, y ese condicionamiento esencial es la pertenencia de clase, sostenía Marx. No hay libertad individual, entonces, sin libertad colectiva.
La economía es una ciencia social y, como tal, tiene que servir para ordenar la vida. La doctrina austríaca carece de método científico y no sirve para organizar las relaciones sociales, mal podría entonces, ser considerada escuela económica. Cuenta con una teoría del valor contradictoria e indeterminada, pero fundamentalmente no realiza un análisis material de la realidad, sino un análisis moral de lo que la realidad debería ser.
La libertad del ingreso
En un sistema capitalista como en el que vivimos, la libertad está dada por la posesión material y los ingresos percibidos. Cuando ambas cosas se restringen por el retiro del Estado en la búsqueda de la equidad, la libertad de cada uno también se restringe. Con una producción de bienes y servicios cada vez menor debido a la financiarización del sistema económico, la expulsión exponencial de trabajadores sin capacidad para consumir se vuelve norma.
La simulación trastoca el principio de realidad. Hoy existe un simulacro de consumo expresado ampliamente en redes sociales, pero ni siquiera llega a ser una simulación pura que refleja fielmente al referente, queda a mitad de camino en la representación. Frente al ajustazo y la reducción del mercado interno, el consumo de bienes es reemplazado por la idea de consumo, en un intento difuso por emular los atributos de la realidad. Una apoyatura sobre entelequias anodinas en la que se esgrime libertad, pero sólo desde lo discursivo, en la praxis sólo hay motosierra.
En noviembre de 2023 el Salario Mínimo Vital y Móvil era equivalente a 55 kilos de carne picada, 254 de arroz, 657 de harina, 310 litros de leche o 193 de aceite. En marzo de 2024 fue equivalente a 40 kilos de carne picada (27 por ciento menos), 92 kilos de arroz (64 por ciento menos), 273 de harina (58 por ciento menos), 163 litros de leche (47 por ciento menos) o 76 de aceite (61 por ciento menos). La misma comparación para la Jubilación Mínima tuvo una pérdida de poder adquisitivo del 20 por ciento medida en kilos de carne picada, 60 por ciento menos arroz, 54 por ciento menos en harina, 42 por ciento menos en litros de leche o 61 por ciento menos en aceite.
A su vez, en noviembre del año pasado con un Salario Mínimo se podía cubrir 2,4 Canastas Básicas Alimentarias (línea de indigencia) y 1,5 con la Jubilación Mínima. En marzo de este año, el Salario Mínimo representaba 1,8 Canastas Básicas Alimentarias y la Jubilación Mínima 1,2. Esto representa una caída brutal del 28 y el 21 por ciento respectivamente.
Es simulacro de libertad cuando una minoría privilegiada puede acceder a todos los bienes y servicios que desea para garantizarse un estándar de vida óptimo y el resto de los argentinos no llega a fin de mes ni alcanza a pagar las tarifas. Un país para pocos libres y muchos dependientes de la caridad.
Un ajuste puede resultar exitoso y tener un efecto expansivo, si y solo sí, tiene una salida nacional. Pero el ajuste actual tiene una salida extranjerizante con apertura comercial, en cuyo caso solo puede ser destructivo para el entramado productivo y el mercado interno.
La libertad del capital
Tras el velo de la palabra libertad se esconde un programa corporativista de transferencia de ingresos del trabajo al capital. La búsqueda por la restitución del impuesto a las ganancias de la cuarta categoría y eliminación de bienes personales son el reflejo de una pertenencia ideológica, no económica.
La falacia de bajar impuestos a los estratos más altos de la sociedad se basa en que son aquellos quienes concentran la mayor capacidad de ahorro (ex ante) y, por ende, la mayor capacidad de inversión (ex post). Sin embargo, cuando esto sucede, las inversiones en la economía real nunca aumentan, pero sí lo hacen los patrimonios personales.
El primer teorema fundamental de la economía de bienestar sostiene que todo equilibrio competitivo conduce a una asignación de los recursos eficiente en el sentido de Pareto (no se puede mejorar una parte sin perjudicar a la otra). Es decir que, si se libera al mercado de cualquier tipo de ‘intervención distorsiva’, indefectiblemente se llega a un nivel óptimo de asignación de recursos en el que se maximiza la utilidad de todos los agentes económicos. El modelo de La Libertad Avanza rompió toda eficiencia y quebró el óptimo de Pareto. La destrucción deliberada del poder adquisitivo de los ingresos con la devaluación del 13 de diciembre de 2023 no sólo perjudicó a la mayoría de la población, sino que benefició directamente a las corporaciones oligopólicas con una inédita transferencia de ingresos del trabajo al capital concentrado. El Rent Seeking perpetuo del gran empresariado nacional, luego premiado con blanqueos de capitales para reingresar al sistema aquellos capitales fugados en los momentos de auge económico.
En 2023 las grandes empresas de alimentos tuvieron resultados récord corregidos por inflación. El grupo Ledesma tuvo una ganancia neta del 428 por ciento respecto a 2022, Arcor 323 por ciento y Molinos Río de la Plata 81 por ciento. Resultados que seguramente no volverán a repetirse, pese a que ya no existen restricciones para imponer posiciones dominantes, por ser el modelo actual uno que reprime el consumo.
En el primer trimestre del año las exportaciones de carne bovina totalizaron en 195.415 toneladas, un 24 por ciento más que en el primer trimestre de 2023, año en el que más cantidad de carne se exportó en la historia argentina, con un total de 684.555 toneladas. Mientras que el consumo per cápita de marzo de 2024 (42,6 kg) cayó un 18,5 por ciento respecto a igual mes del año pasado y fue el más bajo en más de 13 años según el cálculo de CICCRA.
En la apertura del panel sobre Seguridad Alimentaria del G-20 en 2011, Cristina Fernández de Kirchner había advertido que estamos viviendo en un “anarcocapitalismo financiero total, donde nadie controla a nadie”. La propuesta, seguía, era que “regulemos a los que realmente tenemos que regular”, “[…] porque cuando la gente vea que la democracia no le da posibilidades de trabajo, progreso, de tener casa, de salud, comienzan a cuestionar los fundamentos del sistema político”.
Ninguna sociedad acepta voluntariamente peores condiciones de vida, éstas son impuestas invariablemente por la fuerza. Hoy la esclavitud se disfraza de eficiencia y productividad, intentando convencer a los sectores postergados de que su pobreza es fruto de su falta de mérito, cuando en realidad se debe a la falta de oportunidades garantizadas para poder vivir efectivamente con libertad. Porque en última instancia no hay libertad sin Estado, o peor aún, sólo hay simulacro.
* Economista. Auxiliar docente de Historia Económica y Social Argentina (UBA)