Hace una semana los ecos de la masacre de Barracas sonaban escuálidos, todavía no había muerto Andrea Amarante, una lesbiana neuquina que hubiese cumplido 43 años esta semana. Agonizó durante cinco días después de que Fernando Barrientos prendiera fuego la habitación en la que estaba con su pequeña comunidad de supervivencia. Recién en ese momento, cuando su muerte se sumó a la de Pamela Cobbas y Roxana Figueroa, algo del silencio se resquebrajó. Un silencio doloroso que se había mantenido como una capa de hielo permanente a la que no se le ponía el pie encima. Habían matado a tres lesbianas en el cuarto de hotel que compartían, les habían arrancado la vida de un tirón.

Después de un enorme esfuerzo y trabajo por parte de las distintas organizaciones lgtbiq la escena cambió radicalmente, apareció la pregunta: ¿qué había pasado?: el rebote mediático y la palabra lesbiana haciendo crujir con letargo las reacciones frente a un hecho que hace carne de manera contundente una crueldad habilitada. Sin embargo la información que circula continua siendo muy escueta, con un gran hermetismo por parte del juzgado a cargo y una escena del crimen casi pasada por alto: la habitación de Barrientos - que aún no declaró y está internado en el Hospital Alvear- no se inspeccionó y quedó a disposición del hotel a los dos días del hecho. Recién hoy se harán las autopsias de los tres cuerpos y aún no fueron citados a declarar ninguno de los vecinos y vecinas del hotel.

Las consignas del martes al frente de la pensión donde fue el ataque. 


Duelo colectivo

“No es libertad es odio” decía una de las banderas que cubría el monumento de la Plaza Colombia. Eran las seis de la tarde del martes y un grupo grande de personas se habían convocado a marchar de ahí hasta el hotel. Hacer de la arteria más importante de Barracas un flujo de duelo colectivo, una manifestación de la bronca, un sostén común frente a la tristeza. En la marcha de dos cuadras que separan la plaza del hotel no hubo protocolo antipiquete ni demasiados problemas de tránsito. Los policías de la comisaria sacaron fotos a las caras de quienes marchaban, esa insistencia en meter miedo y en practicar un disciplinamiento que solo resulta en mas rebeldía.  “Señor, señora, no sea indiferente, se matan a lesbianas en la cara de la gente”, fue una de los cantos mas escuchados.

Frente al hotel se produjo un estado de suspensión y silencio. Un ritual lleno de rabia y dolor en una cuadra bien angosta que seguramente era parte de la cotidianeidad de Pamela, Andrea, Roxana y Sofía. Alguien dijo: “Y es que no hay palabras”, la respuesta fue un silencio que de punta a punta de la cuadra parecía una manta arropadora de lágrimas, de bronca y de tristeza, tamizando el frío, bordeando los cuerpos, percatándose una vez más de la potencia que tiene el duelo colectivo frente a un ataque de odio.

“En esos altares, en esas velas y en ese ritual había un mensaje muy claro de cómo es necesario organizarnos y ser visibles”, dice clodet garcía, que es artivista y estuvo en la marcha y la concentración del martes: “Estar frente a ese hotel fue profundamente conmovedor, y estamos impactadas en el sentido de impacto, en el corazón y en el núcleo de nuestra comunidad, y ese impacto en el corazón y en nuestros huesos nos tiene que mover”.

La puerta del hotel de la calle Olavarria con velas y carteles por el lesbicidio de Pamela, Roxana y Andrea. Foto: Jose Nico.

¿Por qué se sostiene que el triple lesbicidio es una masacre? Según Noe Gall, activista lesbiana feminista desde los activismos LGTBIQ se dio con la palabra justa y sin embargo no genera una conmoción acorde. De todos modos para ella:  ”El activismo lésbico está logrando torcer esa agenda emocional diciendo que nuestras vidas importan, esto fue una masacre, asesinaron a tres personas por sus elecciones de vida. Cuando me enteré de lo de Barracas, además del dolor y la angustia, a muchas de las que estamos acá nos removió lo que había pasado con la Pepa, porque acá en Córdoba en 2010 también tuvimos que hacer un trabajo de visibilización muy grande”, dice. Su recuerdo no es casual, a la Pepa Gaitán -lesbiana masculina- la acribilló el padre de su novia en plena calle. “En ese momento tuvimos que trabajar mucho para que ese crimen fuese nombrado con esa forma de violencia, cómo nombrar sus particularidades y cómo nombrar esa forma del odio”, explica y a la vez recuerda el contexto de aquel hecho: “Era un momento en el que se estaba debatiendo la Ley de matrimonio igualitario, un debate muy descarnado en cuanto a nuestras identidades, nuestras formas de vidas, nuestras formas de armar familias y vínculos, con los actores más de derecha que sostenían discursos estigmatizantes, y a la vez nosotras teniamos a una lesbiana de un barrio de Córdoba asesinada por lesbiana”.

Día contra el LGTB odio

Hoy 17 de mayo es el día contra el lgtb odio, la fecha se fijó en el calendario cuando en el año 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad del manual de clasificación de enfermedades mentales. Este hecho icónico que pareciera ser de otro tiempo no está tan lejos de los discursos de odio que proliferan en la actualidad. El presidente resposteo en su cuenta de Instagram: “No amigo, decir la verdad no es generar odio. Que vos odies era otra cosa”. ¿Cuál es la verdad? ¿La de su biógrafo autorizado, Nicolás Márquez diciendo que la homosexualidad es una conducta autodestructiva? El mismo que le responde en X a una nota publicada por la feminista Olga Warnat: “Entonces no te hagas lesbiana así no te matan. Buen motivo para reivindicar la heterosexualidad”.

Desde el gobierno continúa la tendencia al superávit de palabras, en su mayoría provocadoras, palabras que día a día renuevan su apuesta de insistir en la crueldad. ¿Por qué el vocero presidencial Manuel Adorni le da las condolencias a la familia de las tres víctimas de la masacre de Barracas sin molestarse en averiguar si hay familias? ¿Por qué poner en evidencia que ni siquiera abrieron un portal de noticias cualquiera para saber que hasta el momento no hay nadie que comparta lazos sanguíneos con las asesinadas que haya siquiera reclamado sus cuerpos? No se puede pedir que registre que tantas personas Lgbt+ son expulsadas de sus casas por ser quienes son, pero ¿por qué frente a un hecho de crueldad tan visible se empecinan en negar un crimen de odio y la identidad de las víctimas?

“Lesbianes autoconvocados por la masacre de Barracas” es un grupo de activismo con personas independientes y organizaciones LGTBIQ+ que viene motorizando no solo las movilizaciones sino también colectas y actividades con el objetivo de recaudar fondos para la única sobreviviente, Sofía, quien posiblemente tenga el alta médico en los próximos días y quien frente a la enorme pérdida que significó este crimen, tendrá una red de sostén y acompañamiento.

La crueldad habilitada, los discursos de odio en prime time, el ajuste descarnado y la provocación permanente son parte de la propuesta política y de gobierno. Frente a esto brotan los espacios en donde se niega la propuesta libertaria, a veces desde la resistencia y otras desde el duelo común.

Apañe por las lesbianas de Barracas, alias para colaborar: ACIVIL.NIUNA.MENOS