Mayra Mendoza afronta su segundo mandato al frente de Quilmes con el desafío de paliar los efectos de la escalada inflacionaria, el parate de la obra pública y los peligros de que se sancione la Ley Bases. Sostiene que el Estado debe ser, ante todo, eficiente, y que no alcanza sólo con su presencia y, en diálogo exclusivo con Buenos Aires/12, habla del desafío que le depara al peronismo para volver a ser empático para la sociedad y el rol de Máximo Kirchner

Reelecta por más del 50 por ciento, Mendoza advierte que el desafío en esta etapa pasa por ser "creativos". Remarca que la caída en la recaudación, la devaluación impulsada por el ministro de Economía  Luis Caputo y el sistemático recorte de fondos desde el Gobierno nacional hacia la provincia de Buenos Aires pusieron en jaque la continuidad de muchos proyectos, pero asegura que "no hay que quedarse en la queja"

—¿La sociedad votó menos Estado?

—Yo creo que hay un voto por un Estado mejor. Se construyó la idea de que el Estado no sirve porque, efectivamente, el Estado no terminó de dar las respuestas que los ciudadanos necesitaban. Me refiero a que el Estado tuvo presencia y no fue eficiente. Esta es una idea que debemos tomar pensando en cómo ofrecerle a la comunidad lo que queremos representar a futuro. Yo no me quedo en la comodidad de la queja. Voy y hablo con los vecinos, y seguimos construyendo política para representar a la mayoría de la sociedad. Y en esa representación y propuesta que hagamos hay que hacer un Estado eficiente.

—¿Qué es un Estado eficiente?

—Es un Estado más inteligente, que optimice el uso de recursos y que se anime a dar discusiones.

—¿Cuáles?

—El sistema de salud integrado es una discusión que hay que dar. Mejorar el sistema educativo es una discusión que hay que dar. ¿Hay que dar la discusión con los gremios docentes? Hay que darla. Porque esto es algo que lo escucho en conversaciones con estudiantes. Me dicen que una vez por semana no tienen alguna clase porque falta algún docente, y nosotros creemos en la educación pública, gratuita y de calidad, así como también valoramos el trabajo de los docentes y de todos los trabajadores de la educación. Como proyecto político tenemos que dar todas estas discusiones.

—¿Durante el gobierno del Frente de Todos no se dieron esas discusiones?

—Para mí, el gobierno de Alberto Fernández fue un gobierno que se quedó a medias en todo. En principio, le faltó el respeto al pueblo argentino festejando un cumple en Olivos. Soy mamá y tengo la suerte de tener a mis papas vivos. En pandemia estuve cinco meses sin ver a mi hija, ni a mi mamá ni a mi papá. Iba hasta la vereda de la casa donde estaban ellos viviendo y me quedaba afuera porque, lógicamente, mi trabajo no me permitía acercarme por cuestiones sanitarias. Me dolió como a toda la sociedad. Pero, además, no se hizo lo que dijimos en campaña.

—¿A qué se refiere?

—A recuperar los 20 puntos que Mauricio Macri le quitó al poder adquisitivo del salario aparece como lo más evidente. Pero la discusión de la puja distributiva y que la ganancia que se produce en Argentina se vea reflejada en los trabajadores tampoco sucedió. A este sujeto social que es el que peronismo representa, lo dejamos de representar. Encima se le suma lo que significó la pandemia. Cristina lo dijo en diciembre de 2020: hay que alinear precios, salarios y jubilaciones. Eso no se hizo y, encima, hoy se profundiza esa distancia.

—¿Cuál fue el impacto del parate de la obra pública para Quilmes desde que asumió Javier Milei?

—Creo que la obra pública es determinante en todo el conurbano. En Quilmes se nota muchísimo porque hay deudas históricas de la democracia. Hay barrios enteros que estaban esperando la infraestructura urbana básica como el asfalto, una luminaria o una vereda. Durante nuestra primera gestión, con pandemia mediante, lo hicimos en varios barrios. Entonces hoy muchos vieron el crecimiento del barrio de al lado y estaban esperando lo mismo para el suyo, pero frenaron todo. El gobierno tiene que entender que la obra pública da dignidad. 

—¿Qué se le dice hoy a quienes demandan esas obras?

—Hay que tener un contacto mucho más fluído con la ciudadanía para explicar el contexto. Explicar qué es posible hacer en este contexto y qué no. Nosotros explicamos sobre la obra pública pero también vamos a escuchar cómo se vive con este gobierno y lo perjudicados que se sienten los vecinos por las decisiones macro de la economía. Hoy celebran una inflación de casi 9 por ciento cuando los precios crecieron un cien por ciento en cinco meses. Lo ven nuestros vecinos, las PyMEs y los comerciantes. Está siendo una situación cada vez peor. Conjugar esto habiendo sido elegidos por los quilmeños, demanda ser creativo. Y también implica seguir exigiendo donde hay que exigir para que continúen las obras. Hoy ni siquiera pagaron lo adeudado ni los certificados presentados.

—¿Cuáles son las obras frenadas en Quilmes por el Gobierno nacional?

—Muchas. Hay obras grandes como la unificación del acceso sudeste con la avenida Calchaquí, siete edificios educativos, un edificio educativo en conjunto con la Universidad de Quilmes, un natatorio municipal financiado desde la Nación en Solano y otro polideportivo que también está frenado. A eso se le suman todas las obras hidráulicas. Y no tenemos ninguna respuesta desde la Nación.

—¿Hay acompañamiento desde la Provincia a pesar de la situación nacional?

—La voluntad del gobernador está. Pero uno tiene que ser consciente que como acá nos baja la recaudación, a la provincia también. Lo que hay que hacer es ser más progresivo que nunca con el cobro de impuestos. Por eso habría que ver algunas cosas vinculadas a la cobrabilidad como el caso del impuesto rural donde se decidió no actualizar la cuota a los que son sectores que históricamente más recursos tienen en la provincia de Buenos Aires. Habría que pensar cómo se complementa la pérdida de fondos del Gobierno Nacional que es alrededor del 15 por ciento del presupuesto con el que contaba la provincia. Por eso la Provincia, como todos, se pone creativa para no perjudicar a nadie tratando de sostener la gestión, de pagar los salarios y mantener la infraestructura.

—Desde la oposición se criticó Axel Kicillof por la ayuda en materia de salud Chubut y en seguridad a Santa Fe por considerar que la provincia de Buenos Aires padece estos mismos problemas. ¿Cuál es su opinión al respecto?

—Soy una nacida y vecina de este conurbano, pero tengo conciencia federal. Si hay una provincia que necesita ayuda hay que brindársela. Eso está bien. A su vez, nunca hay que dejar de analizar las políticas más allá de la gestión. Hoy existe un Ministerio de Salud nacional. Si me preguntás a mí, todos los gobernadores deberían reunirse ante el Consejo Federal de Salud y pedir el equipamiento que necesitan al Gobierno Nacional. Sino, se empieza a desvirtuar todo. Pero si hay una población que necesita una ayuda y el gobernador puede ayudarlos, está bien. De paso habría que ver como votan los senadores de Chubut la Ley Bases. Porque todo tiene que ver con todo. Me parece fundamental tener un gesto con el pueblo de Chubut y su gobernador y, al mismo tiempo, pensar en la integralidad de un proyecto de Nación sabiendo que Ley Bases es perjudicial para provincias y es fundamental rechazarla.

—¿Por qué hay que rechazarla?

—Quilmes es un distrito industrial. Hay muchas empresas metalúrgicas, del sector del plástico y textil. El régimen de inversiones (RIGI) es tan flexible para importar que rompería desde el vamos la producción nacional. No sólo como intendenta, sino como militante política estuve en comunicación del Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC), también con Daniel Rosato de Industriales Pymes Argentinos (IPA), un industrial reconocido que es de la región. Él cuenta que hoy, sin el RIGI, cierra un PyME industrial por día. Volvimos al peor momento del gobierno de Macri. Uno no se opone porque sí, porque si encuentro algo bueno en lo que plantea un espacio opositor, yo lo apoyo. Pero con el RIGI no hay nada bueno. Por eso quieren desguazar el INTI y el CONICET, total van a traer la tecnología del exterior que viene a explotar los recursos naturales argentinos. Ya lo decía Máximo en campaña, no sabíamos aún cómo lo iba a implementar pero sabíamos que en el gobierno de Milei habría tres flexibilizaciones: la laboral, la impositiva y la ambiental. Eso es el RIGI hoy.

—Quienes defienden la Ley Bases dicen que hubo un modelo que no permitió crear trabajo formal durante veinte años. ¿Qué opina sobre eso?

—Muchas veces dicen que desde 2011 no se creó trabajo. Supongamos que tienen razón, entonces tendríamos una desocupación de 25 puntos, como cuando asumió Néstor. De 2003 a 2015 fue un punto de inicio de políticas productivas y hay que pensar porqué se generaron 5 millones de puestos de trabajo en esos años. Ahí vemos lo que hizo Néstor: recuperar la soberanía y sacarse el FMI de encima. Se sentó con todos los sectores para pensar estratégicamente la Argentina. Hay que volver a eso. Muchos lo quieren negar, pero no hay momento del país donde estuvimos mejor.

—¿Considera que es posible acordar con otros espacios para rechazar la Ley Bases?

—Si está en juego la vida hay que poder acercarse, compartir y consensuar con todos aquellos que deciden por la vida. En este caso, la Ley Bases determina la vida de nuestro país. Los partidos con más historia como la UCR que tiene en su base la justicia social no podría avalar una ley como esta. Espero que acompañen el rechazo porque no hay justificativo para no rechazar la ley. Y también espero que haya una gran movilización el día que se trate porque si recordamos cuando el pueblo argentino demostró su desacuerdo con las políticas que llevó Macri fue en diciembre de 2017 con la reforma previsional. Eran todas exigencias del FMI antes de darle el préstamo en abril de 2018. Es como dijo Néstor a Bullrich cuando recortó a los jubilados: fuerte con los débiles y débil con fuertes.

—¿Por qué en ámbitos opositores se dice que la sociedad le "picó el boleto" al kirchnerismo?

—Creo que es una construcción de sentido del poder real de la Argentina cuando atacan al kirchnerismo. O cuando atacan a Cristina, al punto tal de que haya una persona que le gatille dos veces en la cabeza. Al punto tal de que hoy algunos "dirigentes", y lo digo entre comillas porque para ser dirigentes te tienen que seguir gente y muchos no tienen ni un voto, plantean donde tiene que estar Máximo o qué debe hacer Máximo. Eso es una construcción de sentido del poder real de los que no quieren la forma de gobierno del kirchnerismo que demostró desde 2003 al 2015 que le puso un freno a esos poderes y dio las discusiones por el bienestar de la gente.

—¿El peronismo puede volver a generar empatía con la sociedad?

—Sí, estoy convencida. El peronismo es la única alternativa empática con la sociedad. El resto son moderados que no van a dar discusiones para que la gente viva mejor y el resto son entreguistas. Los intereses de las mayorías, de los trabajadores, de los comerciantes, de las PyMEs, de mujeres y niños, así como la salud o incluso un tratamiento oncológico que hoy se niega, se garantizan con el peronismo gobernando.

—¿Cómo se construye esa alternativa?

—Si bien el gobierno de Alberto Fernández tuvo a Cristina, hay que reconocer que hay un andamiaje que busca poner de responsable de todos los males de la Argentina a Cristina porque lo eligió, a Máximo por no sé qué, o a La Cámpora por no sé cuánto. Es deporte nacional responsabilizar de lo que sale mal a una parte del peronismo. Hay que reconocer que hubo un gobierno de Alberto con una Cristina vicepresidente a cargo del Senado, no a cargo de los ministros ni de la definición de la política nacional. Ese gobierno no cumplió con las expectativas que le propusimos a nuestro electorado.

—¿Eso se planteó durante el gobierno del Frente de Todos?

—Nosotros como sector, como kirchnerismo, nos opusimos al FMI. Todo tiene coherencia. Los 5 millones de puesto de trabajo Néstor los creó, primero, sacándose de encima al fondo. Lo que hicimos en un gobierno que, en teoría, era nuestro también, fue decir que no hay acuerdo posible con el fondo, lo que hay es sometimiento. Hay sometimiento porque no hay un beneficio de ambas partes. Nos sometimos a algo que tomó Macri. Lo primero que había que hacer es decirle a nuestra sociedad que el acuerdo con el fondo no era la solución de nada. Máximo Kirchner dijo como jefe de bloque de diputados que el acuerdo no es bueno para la Argentina. No lo dijo en términos personales, no se fue por un capricho. Sostuvo que como jefe de bloque esto no lo podía defender y se quedó en el bloque de forma coherente. Fue coherente al ser un militante político peronista. Un peronista no puede votar hoy la Ley Bases y un peronista no podría haber acordado con el FMI como se hizo en el gobierno de Alberto casi sacándole la responsabilidad a Macri. Hoy los que avalaron esa actitud de Alberto siguen achacándole responsabilidades a Cristina por lo que fue y lo que no fue. No es así.

—¿Por eso fue su mensaje de hace unos días?

—Estoy cansada de las habladurías. Pido perdón si alguien se ofendió por lo de gata flora. Pero algunos compañeros de la provincia van al PJ nacional a plantear que haya elecciones, el PJ provincial dice que habrá elecciones en consonancia con lo que disponga Consejo Nacional y también se enojan o disgustan. No hacen nada para representar ni presentar al peronismo como un proyecto empático con la sociedad. Solo hablan de otros, que no son Milei, Caputo o el círculo rojo. Los otros son otros compañeros básicamente de La Cámpora y del kirchnerismo en general. Ni siquiera instan a los senadores a votar contra la Ley Bases.

—¿Considera que siguen discutiendo la elección de Kirchner como presidente del PJ provincial?

—Discuten la legitimidad de Máximo como presidente del PJ y yo fui testigo cuando varios intendentes le pidieron que sea presidente del PJ. Y también fui testigo de que Máximo no quería ser presidente del PJ si no era por elecciones. Termina accediendo y desde el primer día dijo que cuando tuviéramos oportunidad teníamos que hacer una elección y que voten los afiliados. Nadie se puede hacer el que se enteró de tal o cuál manera porque lo dijo en reiteradas reuniones del partido. Máximo Kirchner fue quien representó la oposición al FMI. Es un valor dentro del peronismo, no es algo que genere un obstáculo o una dificultad. Mientras otros hijos de presidentes bailaban con una cantante o andaban en Ferrari, él construyo organización política. Córtenla con Máximo, porque Máximo es una generación. Somos doce intendentes en la Provincia, hay ministros empujando la gestión de Axel. Si uno tuviera que hacer rendición de cuentas de lo que hicieron los últimos años lo que hablan de Máximo, no tendrían mucho para mostrar.