El miércoles pasado cuando ya bajaba el sol y en un aula colmada del Instituto ISFD n°103 “Prof. Francisco Zimei” de Villa Urbana en el partido de Lomas de Zamora; se realizó el conversatorio “Violencia Institucional es Racismo. Perfilamiento racial, genocidio por goteo y persecución política en contexto democrático”. No fue inocente o una casualidad el lugar y la fecha elegida para realizar el encuentro, el mismo se inscribe en el marco del trigésimo séptimo aniversario de la Masacre de Budge. Aunque han pasado 37 años de la masacre, como en tantos otros barrios, los casos de gatillo fácil siguen sucediendo y mayoritariamente los jóvenes racializados son los que caen como víctimas de esas balas.

La Policía Bonaerense que con el pasar de los años se hizo tristemente famosa por su accionar; intentó hacer pasar el caso como un enfrentamiento con supuestos delincuentes. En los años siguientes esto se replicará casi en espejo en los casos de gatillo fácil. Tras varios años de lucha de familiares y amigos, se realizaron dos juicios orales por la Masacre de Budge: El primero se hizo en 1990, condenando al suboficial de la Bonaerense Juan Ramón Balmaceda, al cabo primero Juan Alberto Miño a cinco años de prisión y al cabo Isidro Rito Romero a 12 años. En los dos primeros casos se impuso la figura de “homicidio en riña”, más benigna que la de homicidio simple. El primer juicio fue anulado por la Corte Suprema y el segundo fallo en 1994, terminó con penas de 11 años de prisión para los tres policías, que siguieron prófugos durante largo tiempo.

Entre los oradores se encontraba Lilia Saavedra, presidenta de la Fundación VEI, y madre de Ramón “Sugus” Santillán, asesinado en el año 1999; Federico Pita, fundador de la Diáspora Africana de la Argentina (DIAFAR) y Germán “Quique” Arévalo, de la Comisión de Amigos y Vecinos de la Masacre de Budge (CAV). El encuentro fue organizado por el profesor Lucas Santillán, de la Cátedra de Historia del Mundo Moderno del profesorado.

La apertura del encuentro estuvo en la voz de Quique Arévalo de la Comisión de Amigos y Vecinos (CAV) encargo del recuerdo de la masacre: “Éramos pibes comunes y silvestres que parábamos en la esquina. Teníamos todo el aparato estatal en contra y en complicidad con los asesinos. Fue una masacre en la cara de los vecinos, en una hora muy transitada, cuando la gente salía a hacer sus compras o volvía de sus trabajos. Lo que lo llevó a ser tan conocido y tan preponderante en la prensa fue la pueblada: los vecinos peleando casi cuerpo a cuerpo con la policía por lo que habían hecho”.

Arévalo agrega en relación a la lucha y organización de la CAV: “Esto pasó un viernes, y al día siguiente, el sábado, ya estábamos armándola. Nos reunimos, autoconvocados, los vecinos en el lugar. Ahí tomamos la decisión de formar una comisión. Uno trajo telas, otro cañas, otro pintura y empezamos a hacer pancartas y banderas. Ese fue el origen de todo. 37 años tratando de mantener vivo el recuerdo, tratando de poner en claro que estas cosas no sucedan nuevamente”

Germán “Quique” Arévalo, de la Comisión de Amigos y Vecinos de la Masacre de Budge (CAV). Imagen: Franco De Nunzio

Por su parte, Lilia Saavedra de la Fundación V.E.I. mencionó que “...la violencia institucional es racismo y es ejercida por diversas instituciones del Estado, impacta selectiva y discrecionalmente sobre determinado sector de la sociedad. Se trata de una violencia, invisibilizada, naturalizada y pocas veces discutida, son prácticas violatorias a los Derechos Humanos que, por gravedad, extensión y su masividad afecta la vigencia plena del estado democrático de derecho”. Y resaltó que “existen practicas sistemáticas dirigidas por lo general contra los jóvenes negros, pobres y de barrios populares”.

Lilia Saavedra acompañada de Lucas Santillán, Federico Pita y Quique Arévalo. Imagen: Franco De Nunzio

A su turno el politólogo y activista antirracista, Federico Pita sentenció: “No busquemos ningún eufemismo, no somos villeros, no somos morochos, no somos pibes y pibas, somos hombres y mujeres, somos negros. No hay violencia institucional, no son falencias, no hay discriminación, es racismo”.

Durante la charla se destacó sobre cómo las políticas represivas se ven agravadas y exaltadas durante los gobiernos de ultraderecha como el que estamos viviendo. Al respecto Pita especificó: «Cuando viene el neoliberalismo y vuelve a haber desocupación, hambre, miseria y muerte, no nos vamos turnando “a veces comen los blancos y a veces comen los negros y viceversa”. Siempre los que pagamos las facturas somos los mismos. No hay un tema más urgente que hablar del racismo».

En el cierre de la actividad la mamá de Sugus Santillán y una de las fundadoras de Madres en Lucha, Lilia Saavedra, sentenció: “La violencia institucional es racismo y no es una deuda de un gobierno específico, sino una deuda pendiente de la democracia”.