"Es rarísimo, pero siempre empezás ganando. No encuentro una explicación, pero es algo que ocurre", se lee en No va más (editorial Orsai), libro en el que el periodista deportivo Cayetano –Nicolás Cajg, su nombre– cuenta sus vivencias en el mundo de las apuestas. La redacción es del escritor Mauro Libertella, quien lo entrevistó durante meses acerca de su adicción al juego. "Con los años me di cuenta de que el jugador no necesariamente quiere ganar; si gana, mucho mejor, pero lo que quiere es jugar", cuenta Cayetano.
Recuerda sus apuestas con amigos en un bar de Villa Crespo, su barrio. Los viajes con amigos por avenida Corrientes con dinero en el bolsillo para jugar en el casino de Puerto Madero. El regreso, con los bolsillos vacíos. A veces hasta tomaban más dinero de la casa de alguno de ellos y regresaban para apostar otra vez. Llegaron las apuestas on line. Cayetano se encerraba en baños durante reuniones familiares para apostar por el Liverpool o hasta en competencias de China a través del teléfono. "Me quedaba en casa viendo Aldosivi contra Gimnasia y le ponía dinero. Pero luego llegaron las apuestas en vivo, que son las que realmente te arruinan". Llegó a perder un departamento heredado de su abuela. 60 mil dólares.
"Los dos clubes de fútbol más grandes de la Argentina tienen en sus camisetas la publicidad de plataformas de apuestas. Periodistas de renombre, relatores, influencers y famosos de toda índole promocionan en sus redes estas páginas. Es increíble lo lejos que estamos dejando que llegue esto", advierte. La historia de Cayetano (150 páginas divididas en textos cortos que se leen de un tirón) se replica cada vez más. A los adultos se les suman jóvenes que simplemente toman un teléfono celular y apuestan, billeteras virtuales de por medio.
No va más sirve para entender el problema en primera persona sin las urgencias de los medios audiovisuales. Hace años que Cayetano no apuesta. Tuvo que ir a Jugadores Anónimos. Ludópata, contó su adicción en el invierno de 2017 durante "Perros de la calle", el programa radial en el que trabajaba. No aguantaba más. "La pandemia de Covid-19 acrecentó de forma brutal algo que venía ocurriendo de manera un poco más soterrada en la sociedad. El aislamiento era el espacio ideal para el apostador: solo, encerrado, con un teléfono en la mano, sin nada más que hacer. Una trampa letal".
El mundo de las apuestas es viejísimo. Pero ahora es legal. Y además lo incentivan. Lo que no se cuenta son las consecuencias. "Las apuestas deportivas no sólo instalaron un casino en cada casa, sino que hoy, por las apuestas, se duda hasta de los deportistas", le dice a Página/12 el dirigente político especializado en deporte Víctor Lupo. La lista de deportistas que forman parte del mundo de las apuestas es larga. Muchos fueron sancionados. Otros se mantienen al borde.
"En la Provincia de Buenos Aires no había intención de aprobar las apuestas deportivas hasta que el 6 de diciembre de 2018 se aprobó, entre gallos y medianoche. Al día siguiente también se aprobó en la Legislatura porteña. Así, abrieron la puerta al gran juego", recuerda Lupo.
"El hecho de ser simpatizante de un equipo (identidad comunitaria) y el disfrute por el juego mismo (placer estético) son las dos razones más habituales que mueven a las personas a mirar espectáculos deportivos. Las apuestas, con la posibilidad de competir en tiempo real, trastocan en buena medida esas formas tradicionales de observar y relacionarse con un partido o evento para los espectadores, ya que introducen un elemento de cálculo y de eventual beneficio personal. Esta dimensión puede no ser contradictoria con las anteriores; un hincha bien puede observar un partido deseando que gane su equipo y que a la vez eso le genere rédito en las apuestas, pero sin embargo ya un nuevo componente estará presente en la experiencia de ver ese partido", escriben los sociólogos argentinos del CONICET Juan Bautista Branz y Diego Murzi en el sitio brasileño Ludopédio. El título de la nota: Apuestas deportivas online y jóvenes en Argentina: entre la sociabilidad, el dinero y el riesgo. "Varios jóvenes cuentan que apuestan a favor de los equipos de fútbol de los cuales son hinchas, como manera de ponerle 'más emoción' al partido o como 'una cábala' para que su equipo gane", agregan en base a entrevistas a chicos de, en algunos casos, apenas 15 años. Y también: "Tener éxito en las apuestas es valorado entre el grupo de amigos, al igual que ganar una apuesta difícil y que con poca inversión haya otorgado mucha ganancia".
Hincha de Atlanta, Cayetano se animó a contarle el problema a sus familiares íntimos. Su madre pasó a administrarle el dinero: le pagaba los impuestos, le daba para sus gastos cotidianos y le sacó las tarjetas de crédito. También se quedó sin cuentas bancarias. Borró de su agenda telefónica los contactos de los tomadores de apuestas. "Me manejaba como si fuera un nene", describe. Y empezó un tratamiento.
"Me costó muchísimo. Mil veces pensé que no iba a poder. Por eso está muy bien pensada la frase que te enseñan en Jugadores Anónimos: 'Sólo por hoy'. Es un partido posible (...) La competencia es contra el día de hoy, un objetivo corto y posible. Y así van pasando las semanas y los meses, y un día te das cuenta de que lograste lo que pensabas que nunca ibas a lograr", se lee entre las reflexiones de Cayetano.
Pero hay una que no pasa desapercibida: "Lo que sí sé es que un día —algún día— voy a volver a comprar el departamento de mi abuela que perdí por el juego. No quiero un cuatro ambientes con pileta. No quiero una casa soñada: quiero ese departamento. Se lo voy a regalar a mis hijos. Es mío, es parte de mi sangre, de mi historia".