El primer cóndor cordobés nacido en cautiverio en noviembre de 2019 en la Reserva Tatú Carreta, en la localidad de Casa Grande, en Córdoba, fue encontrado sin vida en el sur de Río Negro después de ingerir una oveja envenenada con Carbofuran, un agroquímico prohibido en Argentina.

Yastay fue el primer cóndor en nacer en cautiverio en Córdoba, un logro para la conservación de esta especie en peligro de extinción. Su vida, que prometía ser un símbolo de esperanza, terminó trágicamente cerca de Sierra Pailemán, a unos 200 kilómetros del sitio de su liberación. El cóndor fue encontrado a un metro de una oveja envenenada, una práctica común utilizada por algunos productores rurales para eliminar depredadores como pumas y zorros.

El Programa de Conservación del Cóndor Andino (PCCA) informó sobre el hallazgo, destacando que "los datos satelitales mostraron la falta de movimiento de Yastay a unos 32 kilómetros al sur del Caín, casi llegando al límite con Chubut". Los equipos de campo del PCCA y guardas ambientales de Río Negro confirmaron la muerte del cóndor en una escena típica de envenenamiento, donde se encontraron además otras especies afectadas.

 Un zorro también fue encontrado muerto. Imagen: PCCA.

La necropsia y los estudios toxicológicos realizados siguiendo los protocolos de la Estrategia Nacional contra el uso de Cebos Tóxicos (ENCT) confirmaron la presencia de Carbofuran en el organismo de Yastay. Este potente veneno, prohibido por Senasa en 2018, sigue siendo utilizado de manera ilegal, poniendo en riesgo no solo a la fauna, sino también a seres humanos.

La historia de Yastay

Yastay nació el 23 de noviembre de 2019 en la Reserva Tatú Carreta en Córdoba. Su nacimiento fue un hito en los esfuerzos de conservación de esta especie, que enfrenta serias amenazas en la naturaleza. Desde su nacimiento, Yastay estuvo bajo el cuidado de sus padres, un factor crucial para su desarrollo comportamental y social.

A principios de 2021, Yastay y otro cóndor llamado Huasi, nacido en La Rioja, fueron trasladados al Centro de Recuperación de Especies de Temaikèn (CRET) en Buenos Aires. Esta movida formaba parte de un programa colaborativo de conservación que involucraba a varias organizaciones dedicadas a proteger a los cóndores andinos.

En Temaikèn, Yastay pasó por una serie de evaluaciones veterinarias y comportamentales. Juan Kabur, líder del equipo de cuidadores del CRET, explicó la importancia de estos chequeos: "Los cóndores son animales gregarios y necesitan desarrollar comportamientos naturales que les permitan integrarse adecuadamente en la naturaleza". Durante su estancia, Yastay se unió a una bandada de cóndores juveniles, lo que facilitó su adaptación social.

Yastay muerto, junto a otra especie. Imagen: PCCA.

El cuidado en Temaikén incluía un aislamiento controlado del contacto humano, utilizando ventanas espejadas en los recintos para evitar que los cóndores asocien a las personas con la alimentación. Este enfoque ayudó a que Yastay mantuviera sus instintos naturales intactos, preparándolo para su eventual liberación.

En febrero de 2022, fue sometido a un chequeo veterinario final y se le colocó una banda alar, una especie de "DNI" para su identificación en libertad. Junto con Huasi, Yastay fue trasladado a la Sierra de Pailemán, en la costa rionegrina, donde comenzaron una etapa de adaptación. El recinto, gestionado por el Programa de Conservación del Cóndor Andino (PCCA), está situado sobre una formación rocosa a más de 400 metros sobre el nivel del mar, proporcionando un entorno adecuado para que los cóndores se acostumbraran a las condiciones naturales.

La liberación de Yastay en su hábitat natural fue un momento de esperanza para todos los involucrados en su conservación. Sin embargo, la alegría fue efímera. La necropsia reveló que ingirió Carbofuran, un potente agroquímico ilegal, al comer una oveja envenenada.

La muerte de Yastay fue un golpe devastador para la comunidad conservacionista, destacando los peligros que aún enfrentan los cóndores andinos. A pesar de los esfuerzos por proteger a esta especie, la amenaza de envenenamiento y otras prácticas humanas irresponsables continúan poniendo en riesgo a estas majestuosas aves.

Seguí leyendo: