Mariposa doble que gira sin cesar de Víctor Aybar, el poemario que ganó el 3er premio nacional de poesía del Fondo Nacional de las Artes en 2023, publicado por el Guadal Editora, será presentado en el Mayo de las Letras en Tucumán por Estefanía Herrera y Samuel Amaya en la Sala Lola Mora, el sábado 18 a las 20,30 h.
Obrero del tiempo. Juan Bautista Zalazar indica que la poesía ha sacrificado el ritmo de la rima y exacerbado la imagen surrealista (para él, ritmo e imagen eran lo propio de la poesía). Cuando leo los poemas de Aybar, ya sea en silencio, ya cuando murmuro, ya cuando entono, modulo y enfatizo los versos, siento un extraño placer en el ritmo sin rima. Creo que esto lo logra por un doble procedimiento, primero por la repetición parcial de versos, segundo por las sutiles sustituciones de palabras que poseen similar estructura sonora y gráfica. Esto devela una característica de Víctor que, sospecho, la aprendió junto a la danza: el ensayo, la repetición y variación. A veces me detengo en algún poema e intento adivinar cómo construyó las combinaciones, cómo fue probando hasta dar con una forma que le parezca aceptable, por lo menos durante un tiempo, porque, como ocurre con Mariposa doble, yo leí un borrador de 2018 diferente al que se publica ahora. Lo que hay en el medio es trabajo, corrección, creación, y creo que, como ser danzante que es Víctor, la búsqueda de ritmo.
Pero en ese mismo procedimiento de repetición y variación, aparece la superposición de imágenes. El caso ejemplar es el poema “Vi la casa con tiempo”, aquí hay por lo menos 11 escenas de detalles en 19 versos. La poesía suspende la experiencia temporal cotidiana, aproxima de tal modo las escenas-detalle que, por la brevedad del poema “el tiempo se deja ver”.
Además, está la voluntad de resguardar imágenes-instantes carnales, sensibles, mutables, perecederas. Entonces, detener y resguardar deviene en la demiúrgica tarea de encarnar el tiempo en poemas. El cuerpo del poema concentra estas imágenes, y desde el centro ensaya variaciones, saltos y ritmos.
Obrero del deseo. Víctor Aybar ha publicado en poesía Dúo nocturno (DN) y Dos variaciones para un solo final (DVSF) en 2018, Cabriolas en el aire (CA) en 2020, El gran baile de la reina (EGBR) en 2022, y Mariposa doble de gira sin cesar en 2024, el primero editado por un sello de Catamarca, El Guadal Editora. Pero hay una clave en Mariposa, unos versos dicen así: “me refugié… / en el lenguaje… / me escondí / en el centro de un dúo nocturno… / para no decir de los cuerpos / descubiertos en la putez”. Me pregunté, y lo vuelvo hacer, ¿qué es ese no decir? ¿Qué no está dicho explícitamente? Quizás sea algo que leo en DN y DVSF: el deseo y el placer que aún no se manifiestan como en CA y Mariposa, pero sobre todo en EGBR. Creo que en DVSF el Super yo poético (si es que existe algo así), aún resguarda un territorio del decir, lo custodia y prohíbe que la página tenga algunas máculas. Ese Super yo poético es sintáctico, morfológico e ideológico, tiene que ver con eso que la moral pone en suspenso. Es también en DVSF cuando aparece por primera vez la “crisálida in crescendo”, y una hoja después, “la mariposa por tu cintura”. El Ello poético (si es que existe algo así) se las arregla para manifestarse en el cuerpo de las palabras y versos que giran, tuercen y truecan e insinúan otro decir. El Ello poético se las ingenia en las analogías y metonimias entre las partes del cuerpo humano y las superficies, bordes, ángulos, extensiones de los cuerpos de la naturaleza, de bailarines y de las palabras.
Ese Ello poético ganó mucho territorio en CA y Mariposa. En estas obras los gestos cotidianos y el paisaje están teñidos de pulsiones de vida y muerte (Pulsiones se llama el grupo de danza de Aybar), una sensualidad, erotismo y sexualidad se expande a lo natural y social (ríos, flores, arboles, viento, montaña, frutos que transpiran, templan, hamacan, jadean, penetran, esa cópula que construye entre lo curvo y lo erecto, entre el Manchao y el Río el Milagro, que hacen un “barrial inútil” y sensual). El estudio de palabras y posiciones que “torcidas” generan sentidos sorpresivos nos introducen en una erótica omnipresente: del barrer, tejer, narrar, danzar, garrotear o, caso ejemplar, la cosecha “cabeza al piso cadera al suelo / siendo nuez deseada mariposa en celo”.
Si en DVSF la poesía de género se insinúa, en Mariposa ha conquistado la página, y el yo poético (este sí dicen que existe los académicos) trabaja esa “lengua amorfa y monstruosa”, habita en ese “refugio en las veladuras que del lenguaje de las palabras de las letras”, y ahora dice “sin miedo y sin vergüenza” que “es provinciano y pobre y puto”.
Pero suponiendo que esta estructura del sujeto poético exista y sea así, cabe pensar que ahora que el Yo poético dice “un nuevo mirar”, el Ello siga siendo vigilado por un Super yo, y por tanto que, confiemos en el loco afán de Víctor, aún queda mucho por decir.
Gonzalo Reartes