Dentro de la avalancha de series juveniles enroscadas en las más variadas formas de lo sobrenatural –desde Stranger Things a Yellowjackets, Merlina, Vampire Academy o la última versión de la bruja Sabrina, entre tantas otras– no estaría mal guardar un lugar destacado para Los detectives difuntos, el flamante spin-off de The Sandman que acaba de estrenar Netflix. “Una historia vintage de detectives, pero más oscura y en ácido”, dice la gacetilla. Todo un combo de humor, terror, romance y misterio que encuentra sus aciertos en una liviandad a primera vista más cercana a pandillas de dibujos animados como Scooby Doo que al universo de los Eternos firmado por Neil Gaiman. Que sin embargo dio su bendición, colaboró en los diálogos de dos episodios y fue el primero en declarar lo encantado que quedó con el show: “Es la encarnación más perfecta que estos personajes podían tener”, contó en una entrevista reciente. “Es graciosa, tonta, aterradora, está escrita de manera brillante, las actuaciones son fantásticas, tenés personajes de los que enamorarte y algunos más para odiar. ¿Qué más se puede querer?”.
Creada por Steve Yockey (The Flight Attendant) y Beth Schwarz (Sweet Tooth) a partir de historias nuevas con guiones y personajes secundarios originales, la serie narra con despliegue formal admirable las surrealistas aventuras de Charles Rowland y Edwin Paine, los fantasmas adolescentes que Gaiman creó a comienzos de los noventa para The Sandman (el número 25, para más precisiones) y que a partir de 2001 tuvieron saga propia, Dead Boy Detectives, de la mano de otros autores, aunque siempre de manera discontinua. Aquella historia imaginada por el autor británico daba una vuelta de tuerca algo retorcida sobre la literatura de escuelas pupilas: entre visiones espectrales de pasillos poseídos y sueños con gusanos y esqueletos de pájaro que intentan volar, Charles y Edwin (dos adolescentes aquí interpretados por los debutantes veinteañeros Jayden Revri y George Rexstrew) encontraban el fin de sus jóvenes días con cien años de diferencia como víctimas de un bullying que incluía torturas y ritos satánicos. Luego, ya como fantasmas, escapaban de Muerte y se embarcaban en cuanta aventura apareciera en su camino.
“Cuando pensé que estos personajes podían formar una agencia de detectives sentí que definitivamente era la idea más comercial que jamás había tenido”, contó Gaiman. “¿Dos chicos muertos resolviendo misterios? ¡Un éxito! Pero en aquel momento nadie más compartió esa idea. Algunos años después, alguien de DC me dijo: ‘Estos chicos muertos… ¿Qué tal si les damos su propia revista?’. Así lo hicieron, y no incendiaron el mundo con la recepción que tuvieron, pero nunca perdí la convicción de que tarde o temprano aparecería alguien que leería estos cómics y sentiría lo mismo que yo”. Steve Yockey, por entonces un adolescente, terminaría siendo esa persona: “Conocí a los Dead Boy Detectives en mi juventud, en un momento en que atravesaba una pérdida particularmente difícil en mi vida”, contó. “Esa historia me abrazó con un extraño confort psicodélico y simplemente me enamoré de ella. En 2014 consulté a la gente de DC si tenían pensado hacer algo con esta historieta: me dieron vía libre, me puse en contacto con Neil, que resaltó la importancia de que cada creador le diera su impronta, y así empezó todo".
Inicialmente pensada para HBO Max como un spin-off de la serie de DC Doom Patrol (donde Edwin y Charles aparecen en un episodio, aunque interpretados por otros actores), Los detectives difuntos finalmente pasó a Netflix, que ya tenía su adaptación de The Sandman en marcha y podía ambientarla en el mismo universo. Pero el tono es bien diferentes: ahí donde la serie madre reposa en cierta grandilocuencia lineal que no termina de capturar la creativa complejidad narrativa del cómic (aun con el nombre de Gaiman bien arriba en los créditos del show), este desprendimiento resultó en una lograda puesta en escena de las posibilidades que permite una adaptación de este tipo. Todo a lo largo de ocho episodios de cincuenta minutos, cada uno con su misterio por resolver y la sombra de Muerte, una bruja vengativa y un Rey Gato en celo detrás de los protagonistas: “En la primera reunión con el equipo creativo dijimos: ‘Bueno, arranquemos tirando las ideas más delirantes que se nos ocurran’”, contó Schwarz. “Todas terminaron siendo parte de la serie”.
Ese viaje de frescura creativa dio también lugar a la exploración de identidad de sus personajes, una historia de iniciación con romances queer entre vivos y muertos a partir de una diversidad que en las historietas originales ya estaba presente y de una manera que por entonces no era nada común para un medio popular. “Éramos esta gente rara haciendo estos cómics raros, y la única excusa que teníamos era que somos británicos”, bromeó Gaiman. “Es genial haber visto tanto en la serie The Sandman como en Los detectives difuntos que este tema se haya vuelto parte de la conversación cultural naturalizada y que puedan surgir historias de amor queer que no tienen nada de trágico sobre ellas. No sé qué pasaba con el mainstream en aquel momento, pero por suerte todo eso ya quedó muy atrás”.
Considerando que Netflix se tomó su tiempo hasta anunciar que habría una segunda temporada de The Sandman (con vistas a ser lanzada en 2025), no sorprende que aún no haya noticias sobre la continuación de este spin-off estrenado hace menos de un mes. El lazo entre ambas como parte del mismo universo se refuerza a partir de breves cameos de dos personajes, Muerte y Desesperación, dos Eternas retomadas por las mismas actrices que lo hicieron en The Sandman (Kirby Howell-Baptiste y Donna Preston). Son justamente las dos escenas escritas por Gaiman para la nueva serie, que concluyó: “Un día inventás algo, y ese algo puede despegar de vos y caminar en el mundo real de maneras inesperadas. A veces te enorgullece, a veces te hace dudar y muy cada tanto aparece algo como Los detectives difuntos, que directamente vuela. Cada vez que me mandaban un mail diciendo ‘Tenemos una escena que te va a gustar escribir’, me entusiasmaba muchísimo. Haber participado de esta serie fue un honor muy singular y una alegría de verdad”.