La comunidad de Villa Palito, en el partido de La Matanza, realizó dos esculturas colectivas con material reciclado, una del padre Carlos Mugica, de cuyo asesinato se cumplió medio siglo el sábado pasado, y otra del padre “Bachi”, párroco de la capilla San Roque González, hasta su fallecimiento por coronavirus en 2020. El proceso fue coordinado por el artista Héctor Chianetta.
Ambas se encuentran ahora exhibidas en el patio de la Catedral de Buenos Aires, a la espera de su traslado definitivo. La de "Bachi" quedará en la capilla donde el cura realizó casi toda su obra y la de Mujica recorrerá barrios y pueblos.
Quedaron allí la semana pasada, luego de una peregrinación compartida bajo la copiosa lluvia por curas villeros, curas en opción por los pobres y fieles de sus parroquias, que concluyó con un multitudinario acto en el Luna Park, que fue saludado con una nota por el papa Francisco.
Un día antes, el sábado 11, se había realizado en el barrio porteño de Villa Luro, la tradicional marcha de antorchas, hasta llegar a la parroquia de San Francisco Solano, a cuyas puertas fue baleado Mugica en 1974, junto con su amigo Ricardo Capelli, a manos de la Triple A. Mugica recibió 14 disparos y falleció horas más tarde en el hospital Salaberry.
“Yo iba seguido a la parroquia de Caacupé, en Barracas, y ahí me hice amigo del padre Charly Olivera”, cuenta Chianetta, artista vitralista y militante social. “Cuando Charly fue trasladado a Villa Palito, empecé a acompañarlo”. Olivera fue designado remplazante de Basílico Brítez, conocido popularmente como “Bachi”, cuando este falleció de coronavirus, en plena pandemia.
Cuentan los fieles que los abrazos de "Bachi" tenían propiedades sanadoras y que el cura no los mezquinó ni siquiera en aquellos tiempos, en los que no había vacuna todavía y el contagio de coronavirus podía ser mortal, como terminó siendo en su caso. “Por cómo hablan de él, parece un santo, recuerdo que le comenté un día a Charly, sorprendido; y él me contestó: no parece, es un santo, y por eso la estatua tiene alas, es el ángel del abrazo”, comenta.
"Bachi" había nacido en Paraguay en 1968 y llegó a Argentina con su familia como migrante con tres años de edad. Siempre residió y misionó en La Matanza, territorio por el que sentía un gran apego y compromiso, hasta su fallecimiento en 2020, a los 52 años de edad.
A poco de llegar a Villa Palito, Chianetta, de gran recorrido como artista, armó un taller de vitralismo para la comunidad, en el predio de Colonia La Esperanza, vinculado a la parroquia. La Esperanza es un centro comunitario, donde funcionan grupos de recuperación de adicciones, talleres de distintos oficios, como panadería y apoyo escolar.
Chianetta es uno de los pocos artistas en el país que se dedicó al vitralismo, una antigua técnica originada en el medioevo que trabaja con vidrios de colores, pintados o recubiertos con esmaltes ensamblados. Buena parte de su obra gira alrededor de la figura de Evita y la iconografía del peronismo.
Villa Palito, también conocido como Barrio Almafuerte, es un barrio popular de la localidad de San Justo, de unas 10 hectáreas de extensión, que cuenta con unos 10 mil habitantes. Su nombre viene de los "palitos" con los que los vecinos demarcaban sus lotes cuando era apenas un asentamiento. A partir de 2003 comenzó un proceso de autoconstrucción de viviendas de material y urbanización.
Cuando Chianetta propuso hacer las esculturas, todos se comprometieron de inmediato. Un grupo de mujeres, Las Galileas, realizó las alas de Bachi, que miden cerca de tres metros, con tul. Otros salieron a buscar los materiales. Participaron también carpinteros y soldadores y artistas de la villa 21 de Barracas, viejos conocidos del padre Charly, interesados en hacer su aporte al proyecto, acompañados también por el padre Toto.
El proceso de corte y ensamble de maderas comenzó en la villa 21 de Barracas y fue trasladado a Villa Palito cuando fue necesario montar ese bastidor sobre la estructura de hierro que hace de pie, soporta el peso y además contiene las ruedas que permiten mover las esculturas. En Colonia Esperanza el artista cuenta con los elementos y el espacio necesario para este tipo de trabajo.
Chianetta dibujó varios bocetos, hasta llegar al definitivo, que después se agrandó y se montó sobre una estructura de madera dura. En esa estructura se montó un código de colores y volúmenes, para que cada elemento contribuyera a lograr el efecto visual buscado.
“Una cosa es hacer una cara con residuos, pero otra mucho más compleja es hacer una cara determinada, por ejemplo la de Mujica o la de Bachi, que reproduzca sus rasgos y su expresión, eso es mucho más complejo”, explica Chianetta, experto como vitralista pero no tanto como escultor.
“Bachi y Mujica son para mi dos figuras complementarias: Mujica era el cura que se hizo villero. Bachi es el villero que se hizo cura. Era de origen muy humilde y nunca abandonó esas raíces”, explica Chianetta con admiración.