Con el brutal ajuste económico implementado en cinco meses por el gobierno de Javier Milei, uno de los sectores productivos más afectados es el de la construcción y la obra pública. La Unión Obrera de la Construcción (Uocra) alertó en abril de este año por la pérdida de 80.000 puestos de trabajo desde el 31 de diciembre, en un informe difundido a mitad de marzo.

En este contexto, el mantario ultraderechista propone un sistema de obra pública "a la chilena" para el despegue de este sector. No obstante, el caso del país vecino es muy diferente al de la Argentina y es casi imposible implementarlo en nuestra economía, tal como lo señala el arquitecto Oscar Balestieri.

"El modelo chileno que propone Milei es el de una empresa que propone hacer una obra pública porque hay una demanda, luego cobra con algún sistema de recupero sea un alquiler, o un peaje", explicó Balestieri en diálogo con la 750.

Una muestra de que este sistema no funciona, según el arquitecto, fue el lanzamiento de los Proyectos Públicos de Participación Privada (PPP) en el gobierno de Mauricio Macri. "Macri los largó como gran proyecto y no se consiguió construir una sola obra con ese sistema", dijo.

Sin embargo, hay algo más complejo por lo que no podría implementarse este sistema de obra pública en el país y la razón principal por la cual en Chile funciona: los fondos con los que se financian.

Según resume Balestieri, en Chile siguen vigentes lo que para nosotros fueron las AFJP, por lo que "todo el sistema jubilatorio está en manos privadas" en en el país vecino, con lo cual el fondo de resguardo que acá genera Anses y sirve para financiar gastos del Estado, como la obra pública, en el país vecino está en manos de los bancos, los cuales "han conseguido hacer una masa de capital muy importante desde la dictadura de Pinochet", sostuvo.

"Esta masa de capital sirve para financiar obras de iniciativa privada a las empresas amigas de los bancos", remarcó.

"Que los Estados no gestionen infraestructura y obra pública, es algo que no pasa en ningún lugar del mundo. No hablemos ya de los países capitalistas desarrollados, en dónde la cantidad de obra pública es exuberante", afirmó.

"A mí me sorprende que la Cámara de Construcción, cuyo eje central de sus empresas es la construcción de obras públicas, guarde un silencio abrumador", cerró.