Argentina tiene una de las tradiciones comiqueras con más peso propio en Latinoamérica. Está, por supuesto, atravesada por la influencia del cómic europeo (italiano y francés, sobre todo), del norteamericano (tanto superhéroes como indies) y, en creciente medida, por el manga. Pero además la potencia creativa nacional es de las más respetadas a nivel mundial. Tener un campo fuerte hace que a veces cueste advertir lo que se labura en mercados más pequeños; y si bien muchos artistas latinoamericanos miran hacia acá, muy rara vez los lectores locales se fijan qué sucede en el cono sur, o incluso en México. Vaya entonces este aporte del NO a la integración comiquera latinoamericana, por una patria grande de viñetas y globitos de diálogo, especialmente entre artistas emergentes.

Una brújula o el Mapa Completo

Magenta, Mage, es una de las fundadoras de Estudio Mafia y se la pasa viajando por ferias latinoamericanas. Ese rol dentro de su sello le da una perspectiva única sobre cómo se desarrolla el palo en el continente. "La historieta latinoamericana es amplia", arranca la autora, historietista también. Los sellos en su pasaporte dan una somera idea de cuánto viajó para buscar historietas en otros países. "Donde sea que vaya, siempre encontré mucha producción", explica.

"Aunque en todos lados hay una cosa muy mainstream, muy norteamericana, en Lima también sentí que hay algo en las expresiones de las caras, en cómo dibujan los rasgos, que es muy particular. Después hay algunos países o regiones más pujantes: en México ves el Salón del Cómic y hay una gran fuerza, y también al tener una estabilidad económica hay mucho más nivel de consumo, así que encontré una escena más pujante. En Brasil, por otro lado, hay un mercado interno súper fuerte porque son un montón ellos", desarrolla.

El caso de estos dos países (BR y MX), los más ricos de América Latina, le permiten hacer una reflexión: "Obviamente que los estallidos sociales te marcan, y que un país con un golpe de Estado no va a tener una producción tan masiva, pero mientras hay tranquilidad económica y política es mucho más posible, porque no sólo aparece la protesta sino también otros espacios", plantea. En Argentina esto se advierte mucho: los vaivenes económicos pesan fuerte sobre la producción local y, por ejemplo, 2023 fue uno de los años más difíciles para la publicación local, que bajó considerablemente.

Ahora, ¿y en el resto del continente?

Brasil: os quadrinhos do sucesso

"La variedad inmensa de estéticas es una marca del cómic brasileño, que tiene espacio para muchos estilos autorales", evalúa Cecilia Arbolave, editora argentina afincada en el gigante sudamericano y responsable del sello Lote 42. "En Brasil hay cuestiones de identidad muy fuertes, de racismo, ancestralidad, género y feminismo que están muy presentes en la producción actual, y que también se están discutiendo en otras esferas de la cultura y en la política", cuenta.

A la hora de los nombres, Arbolave pone dos sobre la mesa. En la historieta emergente Ilustralu, una autora de Rio Grande do Norte que tiene llegada entre los jóvenes y la pegó con Arlindo. Y entre los consagrados Marcelo D'Salete, quien a los 45 años tiene un obra de un enorme impacto y recibe mucha atención incluso internacional, como el galardón que obtuvo en el Festival de Angouleme.

"Para los autores más jóvenes e independientes hay un circuito de eventos que ayuda a circular sus producciones, como el Festival Internacional de Quadrinhos (FIQ) de Belo Horizonte, la CCXP de San Pablo y la Bienal de Quadrinhos de Curitiba -que en su web tiene un catálogo con cien artistas de la última década-, todos eventos con un público fiel y creciente que permite encontrar lectores. Por eso la producción emergente convive con un circuito más establecido: hay lugar para todos", mapea la editora.

La chilena Palacios tiene su propia saga sobre una escuela de hechicería

Chile: cruzar los Andes

Casi todas las generaciones tienen algún vínculo con la historieta trasandina. Hace una década esa figura era Jorge Quien, hoy instalado en el panorama local. Ahora, ese nombre es Paulina Palacios, pero lejos de lo experimental o lo under, su obra está claramente marcada por el manga tanto en estética como en estructura narrativa. El sello en sus libros es bastante conocido: Grupo Editorial Planeta. El conglomerado está publicando Mientras Yubooh duerme, una historia sobre una escuela de hechicería.

"Yo diría que la historieta chilena está creciendo, he visto a muchos autores nuevos publicando sus obras y varios se están atreviendo a publicar manga, lo cual hace unos años era difícil porque las editoriales chilenas no estaban interesadas. Pero durante y después de la pandemia mucha gente se interesó en el manga y el anime, creo que también gracias a los servicios como Netflix", comenta la autora.

Si en otros mercados domina la historieta de autor, esto no es estrictamente así en Chile, considera Paulina. "No puedo decir que haya un tema en específico, pero sí que los géneros para público juvenil e infantil son los que más venden en estos momentos, y que la estética manga es la que está ganando fuerza últimamente."

Colombia: un cafecito y a seguir

"Siento que están surgiendo autores cada vez más jóvenes y con más herramientas, me gusta lo que está pasando", celebra Yapi. La autora colombiana publicó acá Pareces una salvaje, a través de Estudio Mafia: un libro absolutamente hermoso, en serigrafía y con una línea gráfica increíble que recuerda en buena medida a su coterránea PowerPaola. Según Yapi, en Colombia crecieron los espacios de publicación, los referentes locales se consolidaron y esto animó la oferta de talleres y ferias de cómics, y también la demanda.

"En esta etapa de mi vida recurro a las inquietudes que tengo como mujer y lo que nos preocupa e inquieta, mientras que en otros colegas veo un interés particular en la autobiografía, el cómic periodístico y documental, y algo de fantasía con toques de realidad, también", analiza.

En lo suyo, Yapi encuentra influencias del cine, del libro álbum y la música, para encontrar su estilo mudo. En ese sentido, da en la tecla con un proceso que se está dando en toda la región: Internet ayudó a que los jóvenes tengan influencias muy tempranas de otras tradiciones distintas (y distantes). "Esto facilita que los autores y autoras de cómic puedan buscar referencia en muchas otras estéticas y formas en las que se cuentan las historias. En Colombia ves desde estilos muy depurados y minimalistas, hasta otros más cargados de detalles y color."

El contraste entre los estilos que maneja Panelismo es una constante de la nueva ola regional

México: no mames, wey

El volumen de producción de México siempre es grande -no importa sobre qué arte leas esto-. En materia comiquera, uno de los que llaman mucho la atención en plataformas digitales es Panelismo, con sus colores vibrantes, su mezcla de imaginería típicamente mexicana con videojuegos y una obra bien potente. Cuando habla de la producción de su país, sin embargo, él advierte que conoce especialmente el universo de la autoedición y el under, y tiene poco y nada de contacto con las corrientes "más mainstream", de autores interesados en dibujar para Estados Unidos o subidos a la ola del manga.

"El mundo del fanzine está muy chido, existe una gran experimentación y búsquedas de estéticas más disruptivas, con mensajes distintos a los convencionales, narrativas más autobiográficas y con otros métodos de impresión", distingue Panelismo. "No siempre se busca la industrialización ni hacer mil copias de un libro, sino algo más artesanal, donde la materialidad tenga ciertas cosas y que no sólo sea narrativa e ilustraciones, sino en sí mismo un objeto interesante."

"En el ambiente donde yo converso somos distintos autores que hacemos historietas desde lo cotidiano, narraciones que pueden estar más ficcionadas pero hablan de cosas humanas, de sentimientos, de depresiones, de denunciar la realidad y exponer cómo es la vida en un país como México, que tiene sus blancos, sus negros y sus grises", explica. "Más allá de mi interés, siento que esa narrativa como autobiográfica, más humana, más cotidiana, está siendo bastante predominante en el trabajo artístico de muchas personas que hacemos cómics."

Uruguay: cruzar el charquito

Lo de Santiago Musetti es inusual. El uruguayo llamó la atención muy pronto al otro lado del Río de la Plata cuando uno de sus libros (Q, inspirado en Horacio Quiroga) tuvo edición argentina. Y ahora, dice, se desvinculó un poco de la escena del cómic uruguayo. "Siempre están los mismos players que resisten, pero son gente que ya está hace veinte años capaz editando libros; es difícil entrar en el circuito porque todo está encarado como seriote, en plan que la única manera de publicar es ganándote un fondo del estado, que está buenísimo pero transforma al cómic emergente en algo que queda bajo el radar, en el mundo del fanzine punk fotocopiado", reflexiona. "Pero es poquito todo", agrega.

A diferencia de otros circuitos, en Uruguay sí hay un colectivo grande, que es la AUCH (sí, "AUCH", Asociación Uruguaya de Creadores de Historieta), así que al menos los autores están nucleados, destaca Musetti. "Creo que hay mucho, hay muchos superhéroes, hay mucho terror, hay mucha high fantasy y hay mucho tipo manga, tipo cómic noventas yanki."

Para Musetti, el cómic uruguayo necesita vincularse más a ferias de arte gráfico, pensarse como objeto de diseño. "Siento que le falta como aggiornarse en ese sentido. Pero no es culpa de la gente que hace, es solamente una cuestión de que realmente no hay público, de que no hay tradición."

En Q, el uruguayo Musetti se inspira en la obra selvática de Horacio Quiroga


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