Tras la crisis en las universidades públicas, la ciencia se suma a la lista negra del oficialismo. El ex ministerio y actual Subsecretaría de Ciencia y Tecnología continúa atravesando el desfinanciamiento. En el primer cuatrimestre el gobierno ejecutó tan solo el uno por ciento del presupuesto previsto para todo el año. ¿Es la ciencia un gasto? ¿Qué relación existe entre el Estado, la industria, el mercado y la salud?

Ante una coyuntura compleja siempre es mejor buscar respuestas en aquellas personas que viven y trabajan en las áreas que corresponden a distintas problemáticas. Tal es el caso de Mauricio Seigelchifer, doctor en ciencias biológicas, que se desempeña en la docencia y la producción: universidades públicas, la academia y también en la industria. Mauricio es uno de los pioneros en biotecnología farmacéutica de anticuerpos monocolonares. Con plantas en Garín y Munro, el laboratorio mAxience –dirigido por el biólogo- se encarga de desarrollar la tecnología y producir estas moléculas, en su mayoría para tratar el cáncer y otras enfermedades autoinmunes. 

“Nosotros desarrollamos nuestra propia tecnología cuando las patentes nos lo permiten, y después producimos. Estas moléculas no son nuevas en Argentina, sin embargo habpia un monopolio. Lo que hicimos fue incorporar un segundo producto en el mercado y por lo tanto bajar los precios. Se establece como una especie de competencia y eso es bueno ya que estas moléculas originariamente son extremadamente caras, y hoy en día se hacen cada vez más accesibles. Hace diez años una sola dosis podía salir dos mil dólares”, menciona Seigelchifer.

¿Cómo se articula el Estado con algo que pareciera ser solo privado? En sus palabras, “no puede ser de otra manera. Los tratamientos oncológicos son casi inaccesibles. Incluso las obras sociales tienen dificultades para encararlos si no es con el apoyo del Estado”. Y en este caso se trata de inmunoterapia, que se diferencia de la quimioterapia por su composición y por no poseer ciertos efectos secundarios, como la caída del cabello o el cansancio.

El lenguaje es un virus, decía el escritor W. Burroughs, y la palabra “empresa” suele relacionarse con mercado, mas no con educación y salud. Sin embargo en la producción biotecnológica nacional, la empresa adquiere otro significado: “Entre las dos plantas hay aproximadamente 450 empleados, y la mayoría de los que trabajan son técnicos profesionales; biólogos, bioquímicos, farmacéuticos… Nosotros nos nutrimos de muchas universidades públicas, de la Universidad de Buenos Aires, la de San Martín, la de Quilmes que tienen muy buena formación de profesionales. Sin ciencia nuestra industria sería imposible. Nosotros buscamos conocimiento, porque hay veces donde los análisis no los podemos hacer y entonces los llevamos a cabo en conjunto con otras Universidades. El intercambio de nuestra industria con la ciencia y con las Facultades es constante, y no se hubiese podido crear esta empresa sin esos campos desarrollados”, menciona Mauricio.

El auge de la motosierra tiene al capitalismo estadounidense como guía financiera, no obstante lo que ocurre con la ciencia en los países más desarrollados es indicativo y significativo: “Sin Estado no hay ciencia y eso es así en todo el mundo, también en Estados Unidos. Yo hice un postdoctorado allí y trabajé por dos años. La ciencia la paga el Estado, es una falacia decir que no es así. Los países más ricos son los que más invierten en ciencia y no solo porque tienen más plata, sino que invierten más porcentaje de su PBI. No es proporcional a lo que ganan sino a lo que destinan. Es obvio que Estados Unidos va a invertir más que nosotros en su totalidad, pero estamos hablando de proporción de PBI”. Continuando en el plano internacional, con los medicamentos y ciertos tratamientos sucede parecido, “en cualquier país de Europa es en definitiva el Estado el que se hace cargo de los tratamientos oncológicos como los que nosotros producimos. Es decir, los anticuerpos monoclonales en particular se tratan esencialmente en esa área y sin un Estado los pacientes no tienen el tratamiento”.

Lo dijo el filósofo Kant, “la ciencia es conocimiento organizado. La sabiduría es vida organizada” y quizás podríamos agregar nosotros: la patria es ciencia organizada.

En Argentina la economía del conocimiento es cada vez mayor. Según los datos de la Cámara de Empresa de Software y Servicios Informáticos (Cessi), durante el último lustro, el sector generó 37.000 nuevos empleos. La industria del conocimiento se convirtió en el tercer complejo exportador del país. Y como dijo Houssay, uno de nuestros grandes Premio Nobel: “sin investigación científica y técnica, ningún país moderno puede sobrevivir”