La jueza María Victoria Montoya Quiroga y los jueces Eduardo Raúl Sángari y Ángel Amadeo Longarte, condenaron a Facundo Velarde, de 38 de edad, a 11 años de prisión efectiva por intentar asesinar a su expareja el año pasado cuando se encontraba trabajando como moza en un salón de fiestas de la ciudad de Salta.

Velarde fue condenado el jueves último como autor del delito de "tentativa de homicidio calificado por la relación de pareja preexistente" y como es de práctica en estos casos, se dispuso la extracción de material genético del condenado por parte del Servicio de Biología Molecular del Departamento Técnico del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF), previa asignación del Dato Único de Identificación Genética (DUIG), para su incorporación en el Banco de Datos Genéticos.

En el juicio la víctima fue representada por el abogado Álvaro Arias, del Centro Comunitario de Asistencia Legal para el Acceso a la Justicia ALFA. "Si bien la defensa había pedido que se le baje la calificación por emoción violenta, querían no responsabilizarlo, el triunfo fue que se logró mantener la calificación de homicidio calificado en grado de tentativa. Habíamos pedido dos calificantes, uno por la relación de pareja previa y el otro por la violencia de género. Lo que cuestionamos es que por más que se demostró que había violencia de género, el Tribunal lo condenó solamente por el primer calificante, de pareja previa", dijo Arias a Salta/12.

Arias recordó quer Velarde aplicói 13 puñaladas a su exnovia, "había una situación de violencia y la justicia no reconoce que había una cuestión de género, eso es preocupante", señaló. Dijo que en las audiencias se probó que el hombre la insultaba en alrededor de "100 mensajes", "era muy celoso" y "tenía una obsesión" con la víctima. Asimismo, consideró que tal vez para el Tribunal la joven no era "la buena víctima" porque "no era una persona sumisa" y se defendía, "lo cual no quita que haya habido violencia de género". "El juicio fue muy duro porque se expuso mucha intimidad de ellos", contó.

En cuanto al monto de la pena, Arias dijo que su representada y sus familiares estaban conformes.

La fiscala penal de la Unidad de Femicidios Mónica Poma también acusó a Velarde por "tentativa de homicidio calificado por la relación de pareja preexistente y por violencia de género (femicidio)", y solicitó una pena de 13 años de prisión efectiva.

El intento de femicidio fue el 15 de abril de 2023 en un salón de fiestas ubicado en Facundo de Zuviría al 2600, de la zona norte de la ciudad de Salta, donde la víctima trabajaba como moza y resultó gravemente lesionada con un elemento punzante por su expareja y debió ser trasladada al Hospital San Bernardo.

En el juicio Velarde dijo que aquel día en la tarde llamó a un conocido de su expareja encargado de distribuir las plazas de mozos que surgían para preguntarle si no tenía algún trabajo para él. Dijo que en el transcurso de la charla casualmente hablaron de la víctima y así supo en qué sitio trabajaría ella esa noche. Admitió que le pidió al encargado que no le comentara a su exnovia que él lo había llamado.

Detalló que como a las 21 fue a la parada del colectivo 7 B, supuestamente con otro destino, pero se encontró con una amiga de la víctima que también trabajaba de moza. Declaró que sintió la necesidad de volver a hablar con su expareja y se bajó cerca del salón de eventos donde ella iba a trabajar esa noche. Se quedó afuera esperando verla entrar. Luego se fue hasta un negocio cercano y, al regresar, vio a lo lejos que la joven ya estaba adentro. Le pidió permiso a la portera para ingresar pero no lo dejó. Entonces divisó al encargado con el que había hablado esa tarde, le hizo señas y él lo dejó entrar.

El ahora condenado sostuvo que conocía las instalaciones porque ya había realizado servicio de mozo ahí. Fue a la parte del fondo, entró al baño y vio a la moza que había encontrado antes en el colectivo. Le hizo señas para que no dijera nada y se dirigió a su expareja. Velarde dijo que la saludó y que ella reaccionó agrediéndolo verbalmente y advirtiéndole que lo iba a hacer sacar. Entonces dijo que se “le vino un calor y se le puso todo blanco” y aseguró que a partir de ese momento no pudo recordar más nada hasta el momento en que la policía lo detuvo en la cocina del salón. Sobre el arma blanca encontrada en su mochila esa noche, explicó que la llevaba siempre como protección porque ya lo habían asaltado dos veces.