Cinco meses después de haber asumido el gobierno Javier Milei sigue firme en su estrategia: se aferra a lo datos que desde su punto de vista lo favorecen (por ejemplo: afirmar una supuesta baja inflacionaria cuando en realidad se trata apenas de una desaceleración del índice generado por impacto que él y su ministro de Economía generaron con sus medidas) mientras ignora los índices que le son desfavorables (caída de la producción y pérdida del poder adquisitivo de los salarios, entre otros).

Planteadas las cosas de este manera el Presidente celebra aún perdiendo, así en la economía como en la política. Por eso entiende que si no es mayo, el tan anunciado “pacto” puede ser en junio o en julio… Sostiene también que el país –desconociendo vaticinios en contrario– está camino al crecimiento (así sea a un plazo remoto para las urgentes necesidades populares). Ante la pobreza creciente, tampoco parpadea cuando afirma en tono de pronóstico que “cuando un país crece, también crece la desigualdad”.

Para muestra basta aportar algunas informaciones aunque sean apenas indicios.

A través de su Observatorio Socioeconómico la Universidad Católica de La Plata (UCAL), acaba de difundir un indicador con datos que reflejan la realidad de desigualdad manifiesta en 262 barrios precarios del Gran La Plata, el aglomerado con mayor cantidad de barrios de la provincia de Buenos Aires. El estudio da cuenta que 409.401 personas se encuentran en situación de pobreza, 232.500 personas viven en asentamientos, 30.061 son niños y niñas de 0 a 9 años, 35.361 adolescentes de 10 a 18 años y 35.600 adultos mayores. Entre otros impactos el estudio revela que seis de cada diez asentamientos no tienen suministro de agua potable, nueve de cada diez carecen de cloaca y ocho de cada diez no cuentan con conexión a la red de gas.

En comparación con el año anterior el trabajo pone en evidencia que hay mayor hacinamiento, empeoró el acceso seguro a la energía eléctrica, a la red cloacal y al agua potable; es peor el tratamiento de residuos y se observa mayor cantidad de basura en barrios.

Datos similares existen en otras partes del país, en particular en los núcleos urbanos.

En Misiones persiste un conflicto con grave riesgo de explosión social –ignorado por la mayoría de medios de comunicación porteños– que involucra desde docentes y personal de salud hasta policías y en el que se reclama por salarios y calidad de vida.

Milei no la ve. Descuida la gestión del Estado y no cree en las políticas públicas. Se desentiende de la política, detesta esa herramienta esencial de la democracia y no cesa de insultar a quienes –aún tratando de acompañarlo– hacen lo suyo en ese campo. Mientras afirma que son los otros los que “no la ven” el Presidente no viaja por el país y no escucha sino a quienes pronuncian frases que acarician su ego sobredimensionado. Genera todo el tiempo una agenda paralela para distraer de los verdaderos problemas que aquejan a la sociedad argentina y pasea por el mundo sembrando enemistades con pueblos y gobiernos a los que luego iremos a pedir favores. Quiere presentarse como líder internacional de la ultraderecha y auto complacerse con los aplausos de auditorios que de antemano sabe que le serán favorables.

Milei vive en su mundo, habita las redes y no está dispuesto a modificar en nada su actitud.

Pese a ello el Presidente mantiene el respaldo de casi la mitad de la población anclada en su hartazgo e insatisfacción por lo ocurrido en el pasado reciente, que adjudica la mayor parte de la responsabilidad al peronismo-kirchnerismo y se aferra a la esperanza de una mejor situación futura aunque esta sea incierta en el tiempo y en sus beneficios. Pero no es lo único. Hay también hay otras posiciones que emergen frente a iniciativas como la “Ley bases” o el DNU/70/2023.

¿El avance contra la presencia estatal como garantía de derechos sociales, cuenta con sostenes políticos y culturales firmes en la ciudadanía?

Esta y otras preguntas se formularon investigadoras e investigadores del Programa de Investigación Regional Comparada de la Estructura Social Argentina (PIRC-ESA), aplicadas a una iniciativa conjunta de quince universidades nacionales de todo el país, en base a una encuesta probabilística presencial de 1.500 a nivel nacional, realizada entre abril y mayo.

Los resultados del estudio dejan en evidencia que, contrariamente a la liberalización de mercados de bienes y servicios esenciales contenida tanto en el DNU/70 como en la iniciativa de la ”Ley bases”, el 81% de la población encuestada presencialmente en los centros urbanos se pronuncia a favor de la regulación, del subsidio de tarifas y servicios, el 76% considera que el Estado debe invertir en el mercado inmobiliario poniendo tope a los alquileres y el 72% que debe garantizar el acceso al financiamiento de la vivienda única familiar. 

Por lo visto, no todos piensan como pretende Milei.

Otro componente de la estrategia política del Presidente es instalar enemigos en forma permanente. Para ello utiliza no solo a los medios de comunicación afines y al periodismo colaborador, sino que ahora –recurriendo al mismo método que usó el macrismo– aprovecha el aparato judicial para inculpar a los movimientos sociales y a sus dirigentes. Nadie podría negar que todo lo relacionado con la implementación de planes sociales es perfectible. Pero nada indica –como se pretende decir a través de la exhibición de relativamente pocos casos y el uso engañoso de información parcial- que todo el sistema es corrupto. Ese discurso intenta en todo caso justificar los recortes, el no envío de alimentos y, en general, el brutal ajuste a las políticas sociales. Y por añadidura borrar del escenario político a los movimientos sociales, principal resistencia orgánica del ajuste. A este último propósito también aporta su granito de arena parte de la dirigencia política de la oposición que tampoco ha visto antes y no ve con buenos ojos tampoco ahora a los movimientos sociales leídos como competencia en el territorio.

Frente a la complejidad del escenario económico, social y político, Milei podrá seguir teniendo la iniciativa en tanto y en cuanto, como sucede hasta el momento, no exista desde lado de la oposición ninguna construcción alternativa. Casi sin excepción, parte de la dirigencia opositora asiste, con silencio cómplice y/o justificaciones insostenibles, a la consumación del desastre social y la casi totalidad sigue solo preocupada por su auto preservación, sin ni siquiera reparar en contradicciones o en la pérdida creciente y constante del respeto ciudadano. Es una oposición sin rumbo, incapaz de hacerse eco y recoger las demandas sociales para transformarlas en propuestas y alternativas superadoras. Mientras esta situación no se supere (lo que incluye necesariamente abandonar o dejar de lado por el momento estériles luchas intestinas a cielo abierto) no habrá tampoco una alternativa política creíble que, para serlo, tendrá que ser también transversal y superadora de antiguas formaciones y estructuras partidarias.

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