¿Qué lugar cree que encuentran estas canciones en la actualidad, cómo suenan hoy?

–Creo que las canciones existen porque esta realidad insiste en que sigan vivas. No creo que ninguna de estas canciones haya sido pensada más allá de lo que, en algunos casos, el periodismo se encargó de acusar como escritas “desde la coyuntura”. Bueno, parece que lo coyuntural sigue. ¿Por qué escribí estas canciones? ¿Y por qué siguen emocionando? Porque nada ha cambiado. Eso es muy doloroso. Cuando hoy me preguntan: ¿qué escribirías para hoy? Nada, ya lo escribí. ¿Qué voy a escribir, “Todavía cantamos”, “Informe de la situación”, “Sobreviviendo”? Yo pensé que las canciones iban a envejecer, que iban a ser parte de una época. Que iban a sonar en recuerdo de los 70, de los 80... Pero no, acá están, hoy. Si pienso en una canción que hable de hoy, tengo que decir: “Paso a detallar, a continuación, el sucinto informe que usted demandó...”. Estas canciones terminaron siendo atemporales. Lamentablemente.

–¿Qué es lo que lamenta?

–Veo lo de Maldonado y me parece mentira: “Todavía cantamos”. Una familia reclamando por su hijo desaparecido durante 79 días, y hoy luchando por verdad y justicia. Y lo que lo hace todavía mucho más doloroso, es un Estado pretendiendo ocultar, tergiversar, mentir. Lo que hace posible la legitimación de una democracia es la actitud con que se la sostiene, la ética con que se enfrentan sucesos de esta naturaleza. Más allá de la política, hay una base mínima de sinceridad, de honestidad, que estamos perdiendo. Por eso, con toda sinceridad, yo lamento que mis canciones sigan siendo actuales de este modo.