Nos acaba de dejar físicamente el querido Dr. Levav (Tuncho para los amigos): un verdadero adalid de la salud mental comunitaria. Ya extraño su generosidad, sapiencia, humildad y buen humor.
Levav era un psiquiatra argentino o más bien un sanitarista latinoamericano --un experto en psiquiatría clínica, salud mental, epidemiología y metodología de la investigación--. Su marco de actuación, sustentado en profundas raíces éticas, consistió en aplicar sus vastos conocimientos de salud pública internacional en favor de los padecientes mentales, verdaderos débiles jurídicos prototípicos desfavorecidos por la sociedad (y en especial por los sistemas legales y de salud mental).
Su antigua prédica por un cambio radical del paradigma manicomial apuntaba a terminar con el rol hegemónico del hospital psiquiátrico --verdadero responsable del estigma que asedia a las enfermedades mentales como resultado de las violaciones de los derechos humanos que se producen en su seno-- y, por ello, su persistente arenga acerca de los beneficios que sustenta la atención psiquiátrica comunitaria con la convicción de que es un proceso “paso a paso”.
En esta breve nota es imposible mencionar sus fecundas décadas de lucha para que las personas “manicomializadas” --muchas veces recluidas forzosamente por años sin justificación legal ni científica--, puedan disfrutar de la libertad personal, ejercer sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales con dignidad en procura de acceder al rol de ciudadano.
El Dr. Levav ha ejercido gran parte de su vida en la Organización Panamericana de la Salud (OPS-OMS), donde se desempeñó como Coordinador Regional de Salud Mental para la Región de las Américas. Desde esta posición impulsó la conocida “Declaración de Caracas” (aceptada por aclamación el día 14 de noviembre de 1990), sobre la “reestructuración de la atención psiquiátrica en las Américas”, que todavía hoy inspira el debate sobre las reformas en salud mental. La legislación y la reorganización de los servicios con la mira puesta en la defensa de los derechos humanos, tendientes a terminar con el modelo hospitalocéntrico constituyeron un quiebre, un hito en esta lucha por lograr la legalidad de este colectivo.
Tal es así que los fallos precursores de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre derechos humanos de los padecientes mentales --(Casos Tufano, Hermosa, “R”, entre tantos (2007 hasta hoy)-- tienen entre sus fundamentos la Declaración de Caracas.
Tuncho nos enseñaba en 2018 que “la atención en salud mental ha hecho progresos notables en América latina en las últimas décadas”. (I. Levav. La promoción de los Derechos Humanos, la adecuación de la legislación y la reforma de la atención en Salud Mental: a XXVII años de la Declaración de Caracas, en “Revista de Salud Mental y Comunidad, UNLA, 2018).
Asimismo proclamaba públicamente su adhesión a “Los Principios de Salud Mental” (U:N:, 1991) la “Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad CDPD” (2006, con jerarquía constitucional según ley 27.044), su apoyo a ley Nacional de Salud Mental (Ley 26.657/2010) --que ahora irresponsablemente se pretende modificar sin debatir seriamente las razones--, a la regulación específica que se efectúa en el Código Civil y Comercial de la Nación (2014) --especialmente la regulación de la capacidad jurídica de las personas y la internación sin consentimiento (art- 31 a 51). Su participación en este complicado proceso nos brinda una estructura legal sólida, un bloque potente protectorio de las personas con problemas de salud mental y que, una vez incorporada al sistema, habrá de seguir avanzando hacia una verdadera desmanicomialización y protección de derechos fundamentales, pese a todos obstáculos que se presentan.
Las grandes contribuciones de Levav han sido, sobre todas las cosas, sus ideas, su compromiso con la tarea, su gran capacidad para producir en todos los sentidos creando consensos; su inusual fertilidad en campos infecundos, manejados por colegas con ideas diametralmente opuestas EN relación a la necesidad de una reforma psiquiátrica: un verdadero adalid.
Mi querido Tuncho: quiero agradecerle por su afectuoso apoyo durante décadas Y por haberme invitado a colaborar en la OPS. Por último, y citando a otro gran maestro, Benedetto Saraceno, decirle: gracias por enseñarnos que “no hay salud mental sin salud pública y que no hay salud pública sin democracia".
Alfredo Kraut es abogado.