Le dicen Tango, es su apodo desde la adolescencia porque usaba un sombrero tipo chambergo. Tiene 44 años y suele ir a la cancha a ver a su club, Comunicaciones. Recibe a su hijo, de 11, y sigue conversando con Página/12 en su casa de Parque Patricios. "Mi viejo era un filósofo reconocido, ya falleció, fue titular de la cátedra de Filosofía Política en la UBA, daba clases en el exterior y tiene libros publicados. Mi mamá es jubilada, fue profesora universitaria, tengo dos hermanos", cuenta María Isolda Dotti, y cuando este diario le pregunta por su segundo nombre confirma que sí, que se lo puso su padre porque era fanático del músico Richard Wagner, autor de la ópera Tristán e Isolda. Su nombre se hizo conocido por la denuncia que el gobierno de Javier Milei hizo en contra de integrantes de organizaciones sociales, a los que acusa, entre otras figuras legales, de extorsionar a beneficiarios de planes sociales.
"Esto es un ataque del gobierno que pretende mostrar que las organizaciones sociales somos asociaciones mafiosas para sacarle plata a la gente pobre, cuando en realidad existimos por la necesidad de los sectores más golpeados de la clase trabajadora de organizarse para buscar una salida, algo que pasa hace décadas en Argentina", afirma sobre la demada judicial.
"Quiero agradecer especialmente la declaración de la carrera de Filosofía y Letras de la UBA de repudio por el ataque a las organizaciones y la persecución hacia mi persona", pide esta mujer, que estudió Historia y milita desde que iba a la secundaria en el Partido Obrero. Dotti vivía en el barrio de Belgrano con un nivel de clase media acomodado, pero se mudó para dedicarse a la militancia a tiempo completo. Consiguió trabajo como portera en una escuela de Villa Soldati, y es parte del Polo Obrero desde su origen.
El lunes 13 de mayo antes de las seis escuchó golpes. "Salí y había móviles y muchos policías. Apenas entraron yo les mostré la plata (más de 50.000 dólares), porque a veces en los allanamientos roban, y la documentación que respaldaba más de la mitad de ese dinero, la fiscalía les indicó que se llevaran todo, me dieron vuelta la casa, buscaban algunos papeles del Polo Obrero, querían ver si había listado de personas pero no tengo nada de eso, se llevaron mi celular luego de casi seis horas”, describió Dotti.
–¿Tiene forma de justificar ese dinero?
–Mostré en la tele la copia de la documentación donde figura la parte que me toca como heredera de un departamento, el resto también es herencia de otra vivienda, los abogados presentaron todo en la causa. Hay compañeros a los que les sacaron montos pequeños, sus sueldos o ahorros de los hijos. Lo mío llamó mucho la atención por los montos y los medios dijeron fácil ‘la piquetera millonaria’, y poner bajo sospecha todo, pero lo que les sacaron a los delegados de comedores es un golpe fuertísimo porque viven de eso. Los abogados van a pedir la devolución de toda la plata.
–¿Por decisión propia dejó cierta vida más acomodada?
–Sí, porque me apasiona la militancia política y social, ingresé a la municipalidad porque me permite tener tiempo para eso. Podría haber sido profesional con una mejor situación económica. Nunca me imaginé que me iban a allanar justo cuando se vendió una propiedad de mis abuelos y tenía la guita en mi casa, mis compañeros saben que no nací en la villa y tengo un origen de clase media, me conocen porque milito hace muchísimos años y conocen a mi familia. Esa plata era para mudarme, no para estar en el centro de la escena, no recibo herencia todos los años ni vivo de dólares. Gano 500.000 pesos por mes, esa es mi economía diaria. Los abogados me dijeron que lo vamos a recuperar porque está justificado, pero seguramente los medios que se ensañaron no van a salir a aclararlo cuando suceda.
–¿Era presidenta de la cooperativa El Resplandor?
–En el Polo nos organizamos en asambleas y cuerpos de delegados. Habíamos armado esa cooperativa para acceder a programas semi precarios del gobierno de la Ciudad para algunos compañeros. Fui presidenta pero es una formalidad administrativa. Tenemos al día los papeles. Creemos que a través de la lista de autoridades de la cooperativa se armó gran parte del listado de los allanamientos, más algunos delegados de barrios de otras organizaciones.
–¿Alguien de su agrupación puede haber cometido alguno de los delitos investigados en la causa?
–Sí, puede pasar. Somos organizaciones nacionales, agrupamos a miles y miles de compañeros. Puede suceder en una situación de miseria total y desesperante, con 30 millones de pobres, y en un país con una fuerte tradición punteril pero no de los movimientos sociales, sino de las manzaneras de Duhalde hacia atrás. El peronismo en esto ha hecho escuela, la manipulación de la gente es previa a la existencia misma de los movimientos piqueteros. Esto puede dar lugar a situaciones de injusticia, alguien que se lleva comida para vender, o pida plata a cambio de un plan. Pero nosotros como Polo Obrero tenemos una política sistemática de enfrentar esos problemas. Nacimos en contra de esos métodos, en los barrios en el 2001 como una alternativa a los punteros tradicionales y a este tipo de manejos. Que suceda una situación puntual es algo muy diferente a que seamos estructuras con el objetivo de sacarle plata a la gente para enriquecernos, que es lo que pretende la ministra Bullrich, porque el fiscal parece que armó la causa con ella al teléfono. Las conversaciones que se filtraron a amigos de la fiscalía no demuestran nada, tenemos mucha tranquilidad. Pero no estamos tranquilos porque es un gobierno ultra represivo que apela al encarcelamiento de luchadores, hemos tenido compañeros presos en diferentes provincias.
–¿Hay alguna autocrítica sobre las prácticas de las organizaciones?
–Defender los métodos del control obrero es una pelea sistemática, la rendición de cuentas, las asambleas con delegados con mandatos revocables, en una situación en que hay que repartir mercadería que no alcanza y la gente se muere de hambre. Es algo muy básico, la comida. Ahora gobierna la ultraderecha que no pisa un barrio, pero todos los demás gobiernos tienen movimientos afines con privilegios a la hora del acceso a estos recursos. A esos comedores nunca los auditan, pero los vecinos lo saben.
–¿En cuáles organizaciones sucede?
–Tanto del peronismo como de los punteros del radicalismo y del PRO en la Ciudad. La lucha diaria contra esos métodos es parte de nuestro ADN. No solo lo declaramos, es una pelea cotidiana. Por eso nuestro reclamo es la universalización de toda la ayuda social, la desaparición de todo intermediario. Los planes cambian de nombre con los gobiernos pero deberían ser automáticos, como la asignación universal por hijo. En cambio, se reparten de manera limitada y discrecional, el grueso está en manos de intendentes y agrupaciones oficialistas. Es como en los sindicatos, donde combatimos los métodos burocráticos con prácticas clasistas. La ayuda a los desocupados tiene una finalidad política, los intendentes la usan para frenar cualquier organización que enfrente al Estado por más derechos en los barrios. Con la gente que queda afuera nos organizamos para que el Estado amplíe esa ayuda.
–¿Y ustedes no usan eso para obligarlos a ir a las marchas?
–Vamos a pedir ayuda universal, no hay resultado, nos movilizamos. Pedimos, por ejemplo, para 10 mil personas empadronadas, nos dicen que hay mil. Vas a una asamblea en un barrio con gente con hambre y sin laburo, tenés que distribuir por ejemplo 20 planes sociales entre 80 personas, porque el gobierno atiende la demanda de manera insuficiente. En la asamblea surge de manera natural que lo tengan los que más participaron, el que estuvo toda la noche, el que fue siempre. Se vota. Y hay particularidades, acá hay una mamá que no pudo participar tanto pero tiene dos nenes discapacitados, acá hay un viejito que no marchó, se les da igual. Las conquistas solo se obtienen con planes de lucha muy sacrificados, la asamblea elige. Además, por un tema de seguridad la organización tiene que saber qué compañero estuvo y asegurarse de que vuelva a su casa. Es un registro necesario, que no haya sido reprimido o haya sido víctima de inseguridad. Y las listas de espera nacen del gobierno, la gente acude a los comedores, la comida no alcanza, el delegado los anota para hacer el reclamo. No es una cosa oscura que manejamos, se la pasamos al Estado. No tenemos planes y comida escondida para que la gente sufra antes de darlos.
–¿Qué pasaría si se universalizara esa ayuda?
–Tendríamos menos problemas, hay tantas otras cosas por las que luchar, la vivienda, la educación, la salud, contra el gatillo fácil.
–Ustedes defienden el 2 por ciento de aporte de la gente que, por ejemplo, cuestiona Emilio Pérsico. ¿Por qué?
–Es al revés de cómo lo plantean, se le pide al compañero que puede y está prohibido solicitar cualquier otro tipo de monto. Es voluntario y tiene origen en lo que es la cuota sindical. No voy a dedicar una nota a narrar cómo se organizan los movimientos sociales peronistas. Lo que hay que cuestionar es la venta de mercadería o acumular tarjetas como Chocolate Rigau, el de La Plata. Pérsico y los movimientos oficialistas quizá tengan acceso a otras formas de financiamiento del Estado, el Polo Obrero no. Apenas hemos tenido algunos convenios para comprar ropa de trabajo y herramientas. Quizá por eso ellos no vean la necesidad de que hay que pagar el alquiler, la garrafa, el detergente, el camión que reparte la comida y comprar la olla. Los alimentos no tienen patitas, yo milito en Soldati y un camión para traer mercadería sale como 40 lucas. Estamos a favor del autofinanciamiento de las organizaciones de la clase trabajadora, que te permite ser independiente para no transar con ningún gobierno. El aporte a conciencia es una tradición de izquierda. En los medios creen que si un trabajador es pobre, tiene un bajo nivel educativo y está en el fondo de la olla no tiene capacidad de tener conciencia de clase, como puede tenerla un obrero metalúrgico. Para ellos un desocupado hace un piquete solamente cuando es arriado como ganado. Somos troscos y en cada asamblea buscamos el desarrollo de la conciencia, un trabajo político y social.
–¿Cuál sería el objetivo de este ataque político del gobierno?
–Destruir a todas las organizaciones, somos un blanco fácil porque ya venimos siendo objeto de campañas difamatorias, existe un prejuicio social, los planeros que viven del plan, como si se pudiera vivir con 70 mil pesos. Hemos sido el sector que más estuvo en la calle. Con millones de pobres y despedidos devastan el terreno para que no haya oposición y lucha. Atacan y criminalizan al sector más golpeado por su política económica para tapar todo el resto: la reforma laboral que nos lleva a la semiesclavitud, la entrega de los recursos naturales, las privatizaciones y el ataque a la ciencia y la educación. Ya hemos tenido compañeros encarcelados en distintas provincias. El problema que tienen en esta causa es que todo resulta endeble. La plata que yo tenía era un ahorro familiar y salí a demostrarlo. Pero seguramente van a inventar algo más.