Cuando Dara Khosrowshahi asumió como CEO de Uber en agosto de 2017 tenía dos objetivos fundamentales: revertir la pésima imagen que había dejado su antecesor y fundador de la empresa Travis Kalanick y lograr que generara ganancias.
El primero de los objetivos no fue fácil y aún está en discusión porque, si bien el nuevo CEO tiene un perfil más bajo y, al menos, no fue grabado mientras insultaba a un chofer como su antecesor, Uber tiene permanentes problemas con la justicia por las condiciones de trabajo de los choferes "socios" a los que algunos fallos consideran como empleados.
La vara estaba tan baja- como resumió bastante bien la serie Super Pumped- que no resultaba tan difícil mejorar la imagen de la empresa. Kalanick había utilizado todas las herramientas disponibles para crecer con una lógica de emprendedorismo de shock que incluyó dumping, evasión de impuestos, ignorar todas las medidas regulatorias sobre el transporte, boicot a competidores y otros métodos.
El segundo de los objetivos fue más difícil. Khosrowshahi desescaló la política de "crecimiento a cualquier precio" de Kalanick y negoció su salida de algunos mercados en los que perdía miles de millones de dólares: solo en China las pérdidas anuales llegaban a mil millones. Pese a los esfuerzos, Khosrowshahi logró este segundo objetivo en 2023 cuando ya muchos se preguntaban si realmente la empresa tenía un modelo de negocio viable. Sin embargo, el último reporte de ganancias indica que no todo es color de rosas.
Un 2023 feliz
En el segundo trimestre de 2023 Uber anunció ganancias netas sobre operaciones por primera vez en sus catorce años de historia. Fueron 326 millones de dólares que el CEO logró trabajosamente combinando recortes en los gastos, un aumento en la cantidad de viajes del 16 por ciento interanual (ya sin resabios de la pandemia), la implementación de un sistema de delivery, Uber Eats, además de un aumento de precios significativo, aunque nunca del todo claro debido al sistema de cotización dinámica que funciona como una caja negra.
En el siguiente trimestre los ingresos netos sobre operaciones fueron de 394 millones de dólares con un aumento del 21 por ciento en la cantidad de viajes. En el cuarto trimestre reportó unos sustanciosos 652 millones. Así las cosas, en 2023 la empresa publicó su primer ingreso neto anual sobre operaciones (que excluye la cotización de inversiones) de 1110 millones, muchísimo para la historia de una empresa que siempre había dado pérdidas. Su CEO explicaba en el reporte: "2023 fue un punto de inflexión para Uber, demostrando que podemos continuar generando un fuerte y rentable crecimiento a escala".
El lema "Crecer primero, ganar después" que rige en la economía de plataformas adquiría en Uber un carácter extremo: luego de catorce años, la empresa alcanzaba el volumen y la eficiencia necesarios para volverse rentable. Las acciones subieron a un récord de 81,39 dólares luego del reporte y, a los pocos días, anunció una recompra de acciones por 7000 millones de dólares. ¿Uber había cruzado el punto de equilibrio?
Un nuevo trimestre
A principios de mayo Uber reportó una ganancia neta sobre las operaciones de 172 millones de dólares para el primer trimestre del año con un crecimiento de 21por ciento interanual en la cantidad de viajes. El resultado volvió a ser positivo, pero menor al de los anteriores tres trimestres. Uber también quedó un poco por debajo de las expectativas del mercado y sus acciones cayeron un 5,7 por ciento; actualmente rondan los 64 dólares. Aunque estén muy por encima de los 40 dólares del año pasado, los mercados vuelven a mirarlo con cierta desconfianza, midiendo hasta dónde podrá crecer.
Lo que ocurre con Uber es muy relevante no solo por la empresa en sí, sino porque es el caso testigo de un nuevo tipo de plataformas que el investigador canadiense Nick Srnicek denomina "austeras". Luego de la crisis del 2008 los capitales de riesgo apuntaron nuevamente a internet y Uber, tanto por el volumen de la inversión que atrajo como por su metodología de shock, siempre fue mirada como pionera de un nuevo modelo de negocios basado en la agresividad y financiamiento infinitos. Algunas empresas tecnológicas se preocupan más en generar expectativas de ganancias futuras que en un negocio actual concreto. Por eso su cotización es, por demás, volátil. Las acciones de Uber parecían estancadas desde su salida a la bolsa hasta el año pasado.
Uber prometió invertir a pérdida todo lo que fuera necesario para producir una "disrupción" en el mercado, algo que en la práctica se parece al dumping bajo una fina capa de tecnología. Esa fórmula buscó romper su sector y luego subir los precios. Algo de eso pasó, pero por otro lado se suman fallos que reclaman por los derechos de los choferes y surgieron competidores que aprovecharon los topetazos con que Uber entra en países con distintas legislaciones para colarse por detrás sin pagar todo el precio.
En un contexto en el que las burbujas tecnológicas se multiplican y explotan, desde los NFT o el Metaverso, pasando por escándalos como el de Sam Bankman-Fried, la desconfianza es un mal por demás necesario. En una entrevista de 2023 Khosrowshahi reconocía que el modelo basado en trabajadores de plataformas aún resulta seguro, aunque agregó "Tengo mucha confianza en que lo seremos".