El Presidente lo reconoció anoche: habrá una “reconfiguración” del Gabinete de ministros. Si bien no tiene plazos para hacerlo, la cuenta regresiva que impulsó terminará al final del tratamiento de la Ley Ómnibus, se apruebe o no y sea cuando fuere. Los nombres que sobrevuelan para el recambio no son nuevos ni novedosos. Será más bien una reconfiguración, un enroque más en una gestión que no tiene piezas propias de recambio.
Durante una entrevista por un canal oficialista, Javier Milei adelantó que “se va a revisar todo el Gabinete”. Lo dijo particularmente cuando fue consultado sobre el destino de jefe de Gabinete, Nicolás Posse, que tiene todos los pasajes para irse.
Pero “no es solo Posse”, agregó el jefe de Estado. “Quedan todos los ministros bajo análisis”, lanzó. El único nombre que mencionó fue el de Federico Sturzenegger, tal vez el principal asesor de gobierno que orbitó desde las sombras en las medidas clave con que el gobierno puso al país patas para arriba.
"Entra Federico"
“Si sale la ley Bases terminamos con la primera parte de las reformas estructurales y tenemos que salir con la segunda parte. Ahí entra Federico Sturzenegger como ministro. Es un caso de 2 + 2 es 4″, dijo el primer mandatario.
Este economista influyó tanto en el diseño del Decreto 70/2023 como en la idea, articulación, armado, redacción y empaquetado del proyecto de Ley Ómnibus. También cooperó en la arquitectura del plan de desregulación total de la economía, aunque su relación con el ministro de Economía, Luis Caputo, no es nada buena.
El ingreso Sturzenegger será para Milei algo así como lo que Domingo Cavallo fue para Fernando de la Rúa: la ratificación de un gobierno de tecnócratas ultraconservadores ligados al establishmet internacional, que acentuará el rumbo de achicamiento del Estado, privatización de empresas públicas, quita de derechos laborales, ajustes y más ajustes.
No está claro qué lugar ocupará, pero donde lo haga hará valer sus cocardas como jefe de la YPF privatizada, armador de los ajustes a jubilados y trabajadores públicos durante el gobierno de la Alianza, artífice del Blindaje y del Megacanje, y colaborador de cada una de las medidas que condujeron al corralito financiero, la confiscación de ahorros, el default y el estallido de 2001.
El otro Menem
El otro nombre nuevo es el de Eduardo “Lule” Menem-Menem, otro exponente de la “casta” menemista. Es hijo de Mohamed Menem y de Fátima Menem (eran primos y se casaron, por eso el doble apellido); sobrino del expresidente Carlos Saúl Menem; primo de Martín Menem, el presidente de la Cámara de Diputados e hijo del exsenador Eduardo Menem.
Pero lo más importante es que es hombre de extrema cercanía a Karina Milei, "El Jefe" del Presidente. Tiene aceitadas relaciones en el Congreso. Trabaja en el Senado desde hace 40 años, ingresó junto con su tío Eduardo (padre de Martín) y luego fue asesor de distintos senadores por La Rioja. Puede ser una pieza política de articulación en el parlamento y con las provincias.
Francos echado a su suerte
Quien por ahora se ocupa de estos menesteres es Guillermo Francos, el ministro del Interior cuyo nombre comenzó a sonar entre los del recambio. Su remoción o continuidad en ese u otro cargo dependerá, como lo dijo Milei, de la suerte que corra el proyecto de Ley Ómnibus.
Francos es una de las piezas clave en el tablero mileista. Defiende cada una de las políticas ideadas por la Casa Rosada y articula con gobernadores y legisladores de la oposición las iniciativas más resistidas. Tiene mérito en lo poco o mucho que el oficialismo haya cosechado durante estos meses de gobierno.
Es así que su continuidad no está en dudas, pero la suerte que corra la Ley Ómnibus determinará si sigue o cambia de sillón. Si Milei dice que debe dejar la cartera política, es probable que retorne a su rol técnico.
Como abogado representó a la Argentina en organismos internacionales como el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) durante el gobierno de Alberto Fernández. También fue legislador porteño, diputado nacional de la mano de Domingo Cavallo, y abogado de empresas (trabajó para Eduardo Eurnekian) y fue presidente del Banco Provincia durante la gobernación de Daniel Scioli.
Patricia, la exministra de Trabajo
Una de las funcionarias que suena para rotar el cargo es Patricia Bullrich, la mujer a la que Milei acusó falsamente de “poner bombas en jardines” de infante durante su pasado como integrante de la Juventud Peronista y que se convirtió en una de las más férreas defensoras del Jefe de Estado.
A Bullrich se la vincula siempre a la figura de la Seguridad, su especialidad de los últimos años. Hasta ocupó el mismo ministerio durante el gobierno de Mauricio Macri. Pero su pasado como funcionaria pública la situó en otras carteras.
La menos recordada pero más influyente fue en el Ministerio de Trabajo durante el gobierno de la Alianza. Desde allí impulsó el ajuste y atacó a los gremios, particularmente a los que en esos años rompieron el statu quo conservador de “Los Gordos” de la CGT menemista. Hugo Moyano fue su blanco preferido. Al cabo de los años, la obsesión contra el camionero persistió pero el ensañamiento alcanzó a todas las actividades gremiales.
No sería de extrañar que Bullrich vuelva a poner pie en una hasta ahora inestable Secretaría de Trabajo que está en manos de representantes de empresas que aún no supieron conducir el diálogo con los sindicatos.
Adorni, a capa y espada
A Manuel Adorni se le tiene reservado un premio. Según trascendió, el vocero presidencial que cada mañana justifica a capa y espada cualquier acción de gobierno podría asumir en un cargo varias superior. Un ministerio o un rol creado a su imagen y semejanza.
Es parte de la mesa chica del Gobierno, aunque sin poder de veto. Fue uno de los oradores en el acto personal que el presidente encabezó en el Luna Park y es quien mayor contacto tiene con la gama de periodistas y medios afines al oficialismo.
La protección que la Casa Rosada le da a Adorni es tal que la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, ayer hizo rodar la cabeza de Liliana Acosta de Archimbal, la exsubsecretaria de Trabajo acusada de haber filtrado el dato de que, en 2019, el ahora vocero intentó hacerse pasar como “delivery” para ocupar un cargo en el malogrado Sindicato Argentino de Empleados de Delivery y Afines (Saeda), una organización a la que el entonces Ministerio de Trabajo no aprobó la personería jurídica.
Espert busca su lugar
El diputado José Luis Espert pasó de calificar a Javier Milei como “un populista más” que “no es sano” para el país, a elogiarlo como “un libertario de verdad” y cantar con él desde la platea del Luna Park.
Su epifanía y conversión a peón del Presidente en la Cámara de Diputados lo convirtió en uno de los posibles integrantes del Poder Ejecutivo.
En la Cámara de Diputados ocupó a los empujones la presidencia de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, mediante una maniobra encabezada por el titular del cuerpo, Martín Menem, que no respetó el sistema D’hondt para la distribución de los lugares.
Desde los micrófonos se lució varias veces como opinólogo en materia de seguridad. Es recordado por haber pedido “cárcel o bala” para los gremialistas, para las personas que se movilizan, para los dirigentes de izquierda y para los mapuches.
Defiende a Milei respondiendo a las críticas públicas de quien sea. El último fue el Indio Solari, cuando cuestionó las políticas del gobierno nacional. “Pobre Indio –dijo Espert-. Le mando el más sentido pésame. Que haga el duelo. Cristina perdió y espero que no vuelvan nunca más”.