No para de sorprender la reacción que la Unión Industrial Argentina (UIA) está teniendo ante la mayor crisis de la historia para las fábricas. En las últimas horas, en un evento organizado en la provincia de Mendoza, la entidad cerró filas con el Gobierno de Javier Milei bancando en público la Ley Ómnibus y sin críticas de fondo a la política que los libertarios tienen para un sector que se desangra en niveles de actividad y despidos.
En el acto de cierre del Consejo General Ordinario, realizado por primera vez en la provincia gobernada por Alfredo Cornejo, y ante la atenta mirada de Juan Pazo, el secretario de Industria de la Nación, el presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, aseguró que "en estos tiempos se ha puesto en debate cuál es el rol del sector privado, estamos acá para decirles que sabemos cuál es nuestro rol y que lo vamos a llevar a delante y que a pesar de la coyuntura vemos un futuro. Queremos decirles que estamos con problemas, pero estamos”. La declaración llamó la atención de propios y extraños, porque esa posición de la UIA contrastó con los dichos ultra críticos de uno de los empresarios más grande de la Argentina, Javier Madanes Quintanilla, el dueño de ALUAR y Fate, que pidió no estar a la defensiva y salir "a atacar" ante la crisis que desató el gobierno con el ajuste y la destrucción de la actividad.
A renglón siguiente, Funes aseveró, según un comunicado de la entidad, que “estamos en el interior productivo del país para apoyar y destacar el entramado pyme federal. (...) Apoyamos claramente la Ley de Bases porque creemos que tiene que haber instrumentos legales para que existan inversiones, hemos hecho sugerencias para defender el tejido de pymes que acompañan a los grandes tractores del desarrollo”.
Una reunión en terreno amistoso
El escenario, además de darse con Cornejo de anfitrión, el más mileísta de los radicales, tuvo un organizador industrial con características particulares. La referencia es para el secretario general de la UIA Mendoza, Mauricio Badaloni, quien además es parte del Comité Ejecutivo de la entidad. Badaloni es dueño de la empresa Andesmar, militó con Julio Cobos, luego se pasó a las filas del massismo en 2014 para llegar a Activa Mendoza en las elecciones del año pasado. Allí, fue candidato a diputado por esa fuerza, una especie de apéndice más conservador de Cambia Mendoza, el brazo mendocino de Juntos por el Cambio y el PRO.
Fue en ese contexto favorable para la no crítica al gobierno de Milei donde habló Pazo, hombre poderoso dentro de la cartera de Hacienda, donde gana cada vez más poder. "Creemos que sin orden macroeconómico es imposible tener desarrollo. Sin los industriales y los empresarios no vamos a volver a crecer. Por eso nuestra obligación es darles a ustedes certezas y confianza”, dijo el ex socio de Francisco de Nárvaez en el sector textil. Y agregó que “el financiamiento que ya no toma el Estado debería ir en breve al sector privado productivo”.
Cornejo hizo lo suyo
El gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, también bajó línea dura en la reunión sobre un apoyo al Gobierno de Milei, especificando que hay que acompañar todas las movidas que la gestión nacional encara. El jefe provincial agradeció a la UIA la presencia en la provincia de y pidió también por la sanción de la Ley Bases y el paquete fiscal.
Además, declaró que es necesaria la modernización de la legislación laboral porque “la industria del juicio ha sido la principal enemiga del emprendedurismo”. Cornejo cerró su exposición pidiendo el desarrollo de la industria minera en la provincia.
No casualmente, la posición de Cornejo es la misma que bajó desde las oficinas de Techint. Apurar el apoyo al Gobierno para que se haga realidad la reforma laboral, y el resto, como dicen muchos, "se acomodará solo". El problema es que las líneas más pyme de la UIA están poniendo sobre la mesa que la recesión ya es cosa seria: la mayoría tiene caídas de dos dígitos altos y arrancaron con los despidos de manera paulatina. Las primeras en echar sin miramientos, por la caída de la demanda, habían sido las grandes, entre ellas Fate, FV, General Motors y Acindar. Pero la baja de las ventas, sólo comparable a las cifras del país cerrado en la pandemia, obligó a los más chicos a despedir y hasta pensar en la conveniencia de bajar las persianas.