Desde sus inicios, el cine imaginó soluciones posibles para el binomio padre/hijo. El lugar y el rol que cumplen los padres y los hijos no se encuentran prefijados de antemano, sino que se transforman según los cambios históricos. Cada época y cada periodo cinematográfico responden a las tensiones sociales e históricas construyendo una figura distinta del padre.
En Ascenso y caída del padre, una historia de la figura paterna a través del cine (Xoroi Edicions), del filósofo español y doctor en Comunicación Pablo Martínez Samper, el autor no analiza todas las películas que centran sus tramas en la relación padre e hijo, sino que construye un marco conceptual, una ruta de navegación, que permita interrogarse sobre la figura paterna y sus representaciones cinematográficas. Y lo hace planteando un viaje por tres recorridos en la historia del cine -"El viaje de Ulises: el padre ideal"; "El viaje de Abraham: el padre terrible" y "El viaje de Hamlet: los pecados del padre"- no solo porque el viaje sea una de los motivos predilectos del relato cinematográfico, sino porque cada figura termina el trayecto de una forma distinta a como lo empieza.
"La idea del libro nació por un interés y una pasión personales. Nace por algo íntimo. Siempre tuve una pasión por el cine y siempre me gustó", comenta Martínez Samper en la entrevista con Página/12. "Pero cuando murió mi padre empecé a interesarme por lo que hace la literatura por la figura del padre. En especial, lo primero que me llamó la atención fue Carta al padre, de Franz Kafka y, a partir de ahí, salté a esa pasión infantil que era el cine y me dediqué a investigar sobre eso. Y fui descubriendo dos cosas en paralelo y aparentemente contradictorias: por un lado, había muy pocos libros sobre la figura del padre y, a la vez, vi que en la historia del cine el padre era una constante más importante de lo que yo me imaginaba en un principio", completa el autor.
-¿Qué relación se puede establecer entre el discurso analítico, que trabaja sobre la figura paterna y el cine que indaga en la relación paterno-filial?
-Esa fue otra de las conexiones del libro porque yo también me formé estudiando psicoanálisis, aunque no lo practico. Otro descubrimiento fue que, a la vez que Freud estaba haciendo toda su teoría, en realidad el cine estaba planteando también al padre como un enigma, como un problema. Hay conexiones muy profundas. De hecho, yo diría que el cine y el psicoanálisis se emparentan más no por lo más evidente que se decía de los sueños, sino por esta pregunta por el padre.
-¿Por qué decís que en el cine la figura del padre ha sido una figura problemática?
-Porque cuando el cine comenzó, el 80 por ciento o más de las películas eran comedias muy salvajes, lo que se conoce como el burlesco. Y casi todas las comedias tenían que ver con una crítica a la autoridad. A partir de ahí aparece el padre como una de esas figuras. De hecho, la primera estrella de cine, Charles Chaplin, y podríamos decir también Buster Keaton, sus películas tienen a la herencia como algo complejo, como algo problemático. Chaplin cuando decidió hacer su primer largometraje, eligió encarnar una especie de figura del padre sustitutivo con el niño. Parece que no, pero uno cuando se empieza a interesar con esa perspectiva, se da cuenta que las relaciones paterno-filiales y la lucha entre generaciones siempre fue un tema para el cine.
-¿Con este libro intentás responder, entonces, cómo el cine puso a trabajar como una pregunta central la cuestión del padre?
-Sí, claro. Y esto tiene que ver con la primera pregunta de por qué este libro. Mis películas favoritas en mi infancia fueron El Padrino y La guerra de las galaxias. Si uno las ve, las dos tienen a un padre problemático como epicentro de sus tramas. No está claro si Marlon Brando es un buen padre o no. Y, por supuesto, en La guerra de las galaxias pasa un poco lo mismo. Puede haber dos grandes axiomas en la historia de los temas del cine y son ocultos. Si uno ve las películas, casi todas tienen que ver con una pérdida, con un duelo (ello sería también muy freudiano). Y el otro es que en la mayoría de las películas aparece esa figura del padre. Inclusive, a la última ganadora de la Palma de Oro, Anatomía de una caída, si uno la lee desde esa perspectiva, también es una especie de tratado sobre el padre.
-¿Por qué decidiste que la estructura del libro esté apoyada en tres figuras literarias, como lo son La Odisea, de Homero, el sacrificio de Abraham y Hamlet, de Shakespeare?
-Esa fue la solución que encontré para hacer evidente que la figura del padre en el cine -y uno podría decir en la realidad íntima de cada espectador-siempre tiene varias caras. Hay un padre más o menos idealizado, que podría ser el Ulises de La Odisea, un padre un poco más terrible, que también lo contiene la propia religión con Abraham. Y luego esta figura más moderna, más freudiana que es el padre de Hamlet. Por un lado, hay que reconocer que el cine es, en un punto, el final del saber artístico y, a la vez, la necesidad de que muestre las varias caras que han tenido esas figuras.
-¿Por qué elegiste la categoría de "viaje" para los tres recorridos por la historia del cine?
-Si uno se para a mirar muchas películas -y esto se ve si uno estudia cine y guión- la categoría de viaje es central. Tenemos ese inicio con Ulises, porque el viaje, al menos en un sentido positivo, implicaría una transformación de los personajes. Eso también me permitía introducir matices dentro de la propia figura, que va cambiando a lo largo de las décadas. Pero también puede recoger esta idea que aparece en la mayoría de los relatos que son una especie de viaje físico o viaje interno del personaje, donde vivimos con él una transformación.
-¿Cómo dialogan entre sí ese padre ideal, ese padre terrible y los pecados del padre de estas tres figuras?
-Es una pregunta que yo no respondo directamente o del todo, salvo un poco al final. Podría devolver un poco esa pregunta y decir: ¿Cómo dialogan en el inconsciente o en la intimidad subjetivas esas figuras? Dialogan siempre de una forma en lucha, en conflicto. Incluso, la propia religión en su sabiduría tiene a ese Dios bondadoso y más cercano al catolicismo; luego tenés al Dios que exige el sacrificio de los hijos o que saca la espada, como si fuese inevitable. Y quizás esto proviene de mi cercanía al psicoanálisis: que no haya figuras completamente puras, o blancas o negras, sino que en la realidad íntima de cada uno todo eso está mucho más en tensión, en conflicto.
-A la vez, cada una de estas figuras da cuenta de un determinado momento de la historia del cine...
-Claro. Ese costado también me pareció interesante. Si uno se fija en cada período histórico, puede ver bien cómo la sociedad intentaba pensar la figura del padre en cada momento. Es interesante cómo en cada época es absolutamente distinto y refleja muy bien las situaciones de cada momento histórico. Uno podría elegir una película de cada época y leer un poco la época.