Denuncias, traiciones, y un “agujerito” de 100 millones de euros son algunas de las aristas que giran en torno al escándalo del imperio Benetton, que tiene en vilo al mundo de la moda. Luciano Benetton, el creador del coloso de textil y dueño de miles de hectáreas de la Patagonia argentina, anunció su retirada de la empresa - que creó junto a sus hermanos Giuliana, Gilberto y Carlo en 1965 - y lanzó graves acusaciones contra el CEO de la compañía.
"Confié y me equivoqué. Me traicionaron en el verdadero sentido de la palabra. Hace unos meses entendí que algo andaba mal. Que la fotografía del grupo que la alta dirección nos repetía en los consejos de administración no era real ", explica Benetton, que ocupa el cargo de presidente ejecutivo del grupo desde 2018 cuando decidió regresar al grupo, en una entrevista con el diario Corriere della Sera.
Y añadió: "Lamentablemente habrá que hacer sacrificios. Lo que puedo decir es que se hará el máximo esfuerzo para redescubrir la energía de los mejores tiempos y dar nueva vida a esta marca que tanto representa para nuestra familia".
Si bien no lo mencionó directamente, Benetton acusó sin medias tintas al actual CEO, Massimo Renon, y a los gerentes que lo rodean, por haberle ocultado “el agujero de balance dramático” de cerca de 100 millones de euros.
"Nunca me ha preguntado nada, ni él ni los nuevos colaboradores que ha traído, entre ellos cinco provienen del área de ventas de una empresa con una tradición de mercado completamente diferente a la nuestra", sostuvo.
"En una de las reuniones del consejo explota la bomba. De repente presentan un agujero presupuestario dramático, un shock que nos deja sin aliento, alrededor de 100 millones", añadió.
Ante una pregunta de cuál fue el error, Benetton planteó dos posibilidades: “O no estaban preparados, al punto de no saber comprender los fundamentos de la empresa, es decir, en buena fe pero inadecuados a los cargos, o decidieron voluntariamente ocultar la realidad de los hechos, omitiendo informaciones valiosas, hasta el punto en el que ya no pudieron ocultar la verdad”, contestó el patriarca del imperio, que aseguró que habrá una investigación al respecto.
En medio de la conmoción que la confesión causó en el mundo industrial italiano, Renon, el CEO puesto en el banquillo, prefirió no hacer comentarios y adelantó que responderá a través de abogados.
Además, al momento de comunicar su renuncia, Benetton recordó que había decidido salir del grupo en 2012, cuando a la empresa le iba bien y facturaba unos 2000 millones de euros anuales. Pero en 2018 su hermano Gilberto, poco antes de morir, lo convenció de que tenía que volver. Entonces los números ya no eran tan buenos, la empresa perdía bastante dinero y al final de 2019 le sugirieron que pusiera como CEO a un candidato sobre el que circulaban voces encontradas. Una persona que, años después, y sobre todo, en septiembre del año pasado, se dio cuenta que lo había defraudado.
“Sólo el 23 de septiembre de 2023, en una reunión, sugirieron que había algún problema, pero no mayor. Parecía todo bajo control (…). Pero los números no cerraban y el problema iba mucho más allá de lo que habían dicho en septiembre. Por otro lado, desde hace tiempo me llegaban voces de descontento interno y externo de la empresa por actitudes arrogantes de los nuevos directores”, relató.
La empresa, que dejó de cotizar en bolsa en 2012, forma ahora parte del holding Edizione, dividido entre las cuatro ramas de la familia.
"Afortunadamente - explicó el magnate textil - habíamos decidido sacar a Benetton de la bolsa hace algún tiempo. Por lo tanto, los riesgos empresariales estaban y están todos en manos de la familia".
Tras la bomba lanzada por Benetton, las repercusiones no tardaron en llegar. En Ponzano, localidad en provincia de Treviso donde Benetton tiene su cuartel general, se instaló un clima de alarma entre los sindicatos, que, si bien sabían que había problemas en las cuentas, no se imaginaban un agujero “tan grande”, según informó la agencia ANSA.
Se espera que la salida del magnate, de 89 años, se oficialice en la asamblea del próximo 18 de junio.
Los dueños del sur
Además de su renombre en el mundo de la moda, el apellido Benetton es conocido en Argentina por ser el dueño de 900.000 hectáreas en la Patagonia.
Para establecer el origen fundante de la propiedad legal de esas tierras hay que retrotraerse a la “Conquista del Desierto” liderada por Julio Argentino Roca, consistente en el genocidio de los pueblos que las ocupaban para la apropiación de sus tierras.
Tras su apropiación por el Estado, fueron dadas en forma gratuita a 11 testaferros detrás de los cuáles se encontraba una compañía inglesa llamada The Argentine Southern Land Company Limited. Los testaferros se presentaron ante la Oficina de Tierras y Colonias a pedir cada uno 80 mil hectáreas. La concesión se hizo de acuerdo al art.98, cap.III, de la segunda parte de la Ley Nº 817 de “Inmigración y Colonización”, más conocida como ley Avellaneda, que establecía la obligación de la empresa de subdividirlo, entregarlo a colonos y realizar una serie de obras.
La empresa británica nunca cumplió con esas obligaciones, pero fue beneficiada con otras leyes que le terminaron otorgando la propiedad a cambio de realizar ciertas inversiones. Pero, esas inversiones tampoco fueron realizadas, trasladándose las ovejas y los peones de campo al ritmo de las inspecciones para aparentar su concreción.
El negocio de la lana, mulas, caballos y almacenes llegó a brindarle una rentabilidad anual del 130 por ciento por sobre el escaso capital inicial invertido, unas 60.000 libras según estima Ramón Minieri en el libro Ese ajeno sur.
En 1974 tres capitalistas argentinos, Menéndez, Ochoa y Paz, la compran a través de una empresa offshore con sede en Luxemburgo y recién en 1982, por la guerra de Malvinas, cambian su nombre inglés por el de Compañía Argentina de Tierras del Sud. Bajo esa denominación son vendidas en los noventa del siglo pasado a los Benetton, que desde entonces ocupan las tierras mapuches, apropiadas ilegalmente por el Estado y concedidas en forma gratuita e irregular a terratenientes extranjeros.