“Las históricas”, el colectivo travesti trans que reúne hace más de 8 años a personas TTNB+ mayores de 40 años, por segundo año consecutivo convocó a una gran marcha que sacudió Avenida de Mayo para hacer de la Plaza de los Dos Congresos escenario de ballroom y protesta. El protocolo antipiquetes fue aplicado con fuerza tiñendo de violencia una protesta pacífica, sin embargo no logró empañar una gran jornada de lucha.

El promedio de vida de personas trans y travestis en Argentina no supera los 35 años de edad, es por eso que son considerades “sobrevivientes” quienes pertenecen a este colectivo y han atravesado una vida signada por la violencia política, social, estatal, policial, entre tantas otras. Desde la persecución de las viejas Brigadas de Moralidad de la policía, los edictos contravencionales, la falta de acceso a la salud y la educación, hasta llegar hoy a los despidos en el Estado de manera ilegal para quienes entraron por la Ley de Cupo Laboral, se construye una trama constante de exterminio a un sector de la población que hoy exige reparación.

“El común de la gente empezó la democracia en el ‘83, pero nosotras no podemos decir lo mismo. Nosotras tenemos solo 12 años de democracia, la nuestra empezó en el 2012 con la Ley de Identidad de Género. Para mi vivir en el ‘80 y vivir en el 2010 era lo mismo, me siguieron haciendo lo mismo, me siguieron persiguiendo, violando, torturando, encarcelando y seguí viendo a mis compañeras muertas en las rutas. Por eso se pide reparación histórica y que esto no vuelva a suceder ¿Sabés qué necesitamos las personas LGBT? Nuestro NUNCA MÁS. Como tuvieron los hetero-cis, nosotras también lo necesitamos, que esto no vuelva a repetirse, nunca más”, reclama Pilar Cabrera, de Las Históricas.

El proyecto de Ley busca que se garantice una pensión reparatoria y un acompañamiento en salud integral para una vejez digna, pero ante todo lo que pretende es el reconocimiento del Estado como perpetuante. “La ley es una reparación económica para las personas adultas que no nos dejaron trabajar porque nos prohibieron existir. Queremos que el Estado salga y reconozca que lo que hicieron con nosotras fue un genocidio y un exterminio. Queremos que lo reconozcan”, agrega Pilar. Además, otras consignas complementarias que acompañaron la marcha fueron la efectivización del Cupo laboral en todo el país, los programas de acceso a viviendas dignas, el cumplimiento efectivo de la ESI, el pago del programa de Fortalecimiento Travesti Trans, la apertura de los archivos policiales y antecedentes, entre otras demandas.

Laurent Tropikália LaBeija, figura del ballroom conocida como “la Madre del año", cuenta: “Es un momento en el que es sumamente necesario e importante estar en la marcha, durante toda la jornada sentí muchas emociones. En primer lugar fue hermoso llegar y encontrarnos, abrazarnos, saludarnos, saludar a Las Históricas, prepararnos, encolumnarnos. Pero fue terrible a los tres minutos de bajar a la calle sentir la represión, la barrera de los policías violentando, ponían sus motos al lado nuestro y las hacían tronar para que nos diera miedo. Realmente me dio mucha impotencia no poder hacer nada más que gritar y aplaudir fuerte y acompañarnos y cuidarnos”.

Laurent es una de las referentes de la cultura ballroom de Argentina, uno de los movimientos culturales más fuertes de los últimos años donde se ponen de manifiesto la potencia identitaria de los cuerpos y los espacios de politización que generan las pistas y las fiestas.

Uno de los momentos más poéticos e icónicos de la jornada llegó al concluir el acto político y luego del show de la Tía Marilú, cuando se dio comienzo a la Kiki: una instancia de la cultura ballroom, en donde con la categoría “face” caminaron por una pasarela improvisada las Históricas, aplaudidas y celebradas por toda la comunidad que se hacía presente. Combatiendo con el calor del encuentro y los aplausos los años de soledad política, hambre y frío.

“El colectivo merece la fiesta, la celebración, porque luego de situaciones traumáticas, luego de ser perseguides, luego de ser reprimides, la celebración va a ser siempre ese abrazo comunitario. La fiesta nos ayuda a depurar las energías, re habitar y transformar, viene de las movidas ancestrales, que la música y el baile comunitario hagan que esa energía violenta que se ha vivido transmute. La fiesta nos reencuentra en un lenguaje corporal que nos une” agrega Laurent.

Para concluir Pilar reflexiona: “El momento que estamos viviendo es espantoso, no solo para nosotras sino para mucha gente. Mi mamá tiene 80 años y ayer por primera vez en su vida dijo ‘tengo hambre’ porque la plata no le alcanza, se me estrujó el corazón. La comida se está pudriendo en los galpones y la gente no tiene para comer, los enfermos de cáncer se están muriendo sin la medicación pero los que gobiernan andan tranquilos viajando en avión, cantando en el Luna Park. Tenemos que estar atentas, y a la juventud le vuelvo a decir que no se queden tranquilas porque tenemos una Ley de Identidad de Genero, puede surgir un demente como este que tenemos ahora y puede dar de baja todas las leyes y todo para atras de nuevo”. Sin embargo al ver a las jóvenes vogueras en la pista, desde su reposera y con los pechos travestis al aire como una picante señal de rebeldía, se emociona y contraataca: “Nuestra vida es alegría, y no vamos a permitir que nadie nos la saque”.