Jesús “Chucho” García es un destacado intelectual, diplomático, escritor y activista afrovenezolano. Es uno de los fundadores de la Articulación Regional Afrodescendiente de las Américas y el Caribe (ARAAC), una red de organizaciones afrodescendientes de izquierda y progresistas de todo el continente. Ha ocupado diversos cargos diplomáticos, sirviendo en embajadas de Venezuela en varios países del continente africano. Además, García ha escrito extensamente sobre temas de racismo, cultura y resistencia, la historia y el impacto del cimarronaje y la resistencia cultural en América Latina​. Su activismo y compromiso por los derechos humanos lo han convertido en una figura clave en la lucha contra el racismo y por la justicia social en Venezuela y más allá. Sus aportes teóricos lo han consolidado como un intelectual ineludible en la región. Luego de su reciente designación como jefe de misión diplomática en Benín, Negrx conversó con él sobre la actualidad del movimiento afrodescendiente, la agenda política afrolatinoamericana y sobre la realidad política que atraviesa la región en general.

Luego de la llamada “década ganada”, ¿Cómo ves hoy la región en términos políticos?

La década de avance progresista se inicia en 1999 con la llegada del presidente Hugo Chávez. Él comienza a apoyar a distintos movimientos sociales de la región, como Revolución Ciudadana en Ecuador, el movimiento de cocaleros que dirigía Evo Morales en Bolivia, la misma vinculación que mantuvo con los Kirchner, con Lugo, con Zelaya, creó una nueva estrategia geopolítica de integración de América Latina y el Caribe. Esto va a generar nuevas formas organizativas sin la inclusión de Canadá, sin la inclusión de la Unión Europea y sin la inclusión de Estados Unidos. Un ejemplo concreto de esto es la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), otro fue la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), donde no participaban ni Canadá ni Estados Unidos. Esta fue una época gloriosa para mí, aunque no se pasó a un estado superior, por algunos errores que se cometieron dentro de este mismo proceso. Pero sin dudas, la primera década del siglo XXI fue una época gloriosa para los pueblos, el resurgimiento de una democracia participativa.

Luego de a poco, el mapa de América Latina fue cambiando de color, sin disparar, sin echar un tiro, como la revolución Cubana en la década del 60 y varios de los países de la región en los 70. Pero hoy, después de la muerte de Chávez, después de la caída de Lula, después de la caída de Lugo, después del golpe a Zelaya, se entra en una fase de avance hacia el neoliberalismo. La estrategia hoy es esa, ya podemos ver los rostros del neofascismo, como en El Salvador, o en Argentina o el ensayo que se hace en Ecuador con Novoa. Estamos ahora en una fase de neoliberalismo fascista.

¿Cuál es la realidad del movimiento afrovenezolano en el contexto del gobierno de Maduro? ¿Cuáles fueron los avances y qué desafíos pendientes existen?

El gobierno bolivariano, cuando comienza con Chávez, no tenía el más mínimo reconocimiento de la agenda afrodescendiente. Correspondió al propio movimiento comenzar a alfabetizar al gobierno de Chávez. Le explicamos al presidente por qué en la Constitución de Colombia están los afrodescendientes, por qué en la Constitución de Ecuador y en la de Brasil también. Chávez en ese momento decía que sí, que se impulse. Así se hizo un consejo de ministros y estuvieron allí personalidades como James Early y Danny Glover, entre otros más. Cuando se planteó la reforma constitucional en el año 2007, hicimos toda una propuesta para entrar en la reforma, pero se perdió por votación popular. No obstante, logramos crear la Comisión contra la discriminación racial en el sistema educativo, logramos crear espacios específicos en el Instituto de la Mujer, como el espacio afrojuvenil. En el campo de las relaciones internacionales logramos impulsar, de mano de la cancillería, una política hacia África. Hasta ese momento solo teníamos 3 embajadas en África, pero a partir del año 2005 logramos abrir 18 embajadas concurrentes. En mi caso concreto, me tocó ser jefe de misión diplomática en Angola, con concurrencia en Zambia, Santo Tomé y Príncipe, Mali y Burkina Faso. El compañero Diógenes Díaz es otro ejemplo, que le tocó trabajar en Guinea Ecuatorial y Camerún. Es decir, gente del movimiento afrodescendiente venezolano que empezaron a ocupar estos cargos, también para entender la importancia geopolítica de África. Parte de eso se convertirá luego en las tres Cumbre África-Sudamérica (ASA) que realizamos, siendo la última en Guinea Ecuatorial, pero ya Chávez no pudo ir porque estaba muy grave. Así que logramos avances en el plano nacional y en el plano internacional. Con Maduro luego impulsamos el decenio de los afrodescendientes y también las reparaciones. Por mucho tiempo fuimos los únicos que planteaban este tema en la región, ahora lo toma también el gobierno progresista de Petro.

Usted en su labor de intelectual del movimiento afrodescendiente acuñó la terminología “afroizquierda” y “afroderecha” ¿a qué hace mención dicha clasificación?

Cuando nos referimos a todos aquellos afrodescendientes que están a favor de un gobierno neoliberal, para nosotros son la afroderecha. Todos los afrodescendientes que estén a favor de la lucha por los pueblos, por la inclusión en las políticas públicas, por un modelo de sociedad que no entre en competencia bestial contra la naturaleza, como se da ahora mismo en la Amazonía, eso es afroizquierda, tener una relación más humana. Pero no se trata de una simple etiqueta, la afroderecha existe como tal. Cuando se inició el bloqueo contra Venezuela, la afroderecha ahí jugó un papel preponderante, dirigida por Epsy Campbell en la región, que en la década del 90 había luchado con nosotros contra la discriminación racial. Una mujer afrodescendiente que pedía prácticamente la intervención militar de EE.UU., desde su vocería en el Grupo de Lima, por ejemplo. Eso es la afroderecha. Esto comienza cuando Uribe, en Colombia, incorpora a afrocolombianos para defender las masacres uribistas. Allí van a Washington en el 2008, y el propio James Early se los gritó en la cara cuando ingresaban a la OEA. Así, la afroizquierda se convierte en el modelo de la vida y la afroderecha en el modelo de la muerte.

Recientemente se realizó el tercer encuentro del Foro Permanente de Afrodescendientes de la ONU ¿qué opinión le merece el proceso del espacio en estas primeras 3 sesiones?

El Foro Permanente es una larga lucha que iniciamos en la III Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, que tuvo lugar en Durban, Sudáfrica. Allí surgió el concepto “afrodescendiente”. De esa Conferencia surgieron cuatro componentes esenciales: un Relator, un Consejo Intergubernamental, un Grupo de Expertos donde participaron muchos intelectuales de la región, entre el que estuve yo en algún momento, y por último un Grupo de Personalidades, entre los que había varios líderes comunitarios. Luego se avanzó hacia el Año Internacional de los Afrodescendientes, gracias al impulso del Mireille Fanon Mendes-France. En el año 2011 se hacen 4 asambleas en este marco. En ese momento se realizó una cumbre en Honduras, que salía recién de un golpe de Estado y se cristalizó una vez más el concepto de afroderecha. Nosotros no estábamos de acuerdo e hicimos otra asamblea en Venezuela y creamos ARAAC; en Cuba se realizó otra asamblea y en Brasil otra. En este marco se lanzó la propuesta del Decenio de los pueblos Afrodescendientes, donde se planteaba la creación de un Foro. Lo cierto es que el Decenio fue fallido, porque muy pocos países se comprometieron de verdad, y el Foro permanente va más o menos por esa línea. El Foro Permanente en esta etapa debe empezar un proceso de radicalización insistiendo mucho en la reparaciones como lo hacemos desde Venezuela desde el año 2008. Debe llenarse de gente con compromiso, no de gente que vaya a pasear a Suiza, a comprarse relojes cucú en Ginebra o a comerse una hamburguesa en New York, sino que de verdad vaya a plantarse allí, como hicimos en Durban, en el año 2001, que salimos todas las noches a protestar para exigir las reparaciones.

Usted ya se desempeñó como diplomático en el continente africano, ¿qué expectativas tiene de cara a su actual representación en Benín? Y ¿cómo evalúa el vínculo diplomático entre los países de la región y el continente africano en los últimos 20 años?

Mi experiencia en Angola, en Santo Tomé y Príncipe, ha sido muy interesante, porque Venezuela logró conocer en profundidad esa visión real de África y cómo establecer alianzas. Una forma fue la Cumbre África-América (ASA) que mencioné, pero mi papel fue especialmente conectar con la juventud. Así logramos formar gente en el campo de la medicina y de la tecnología, y llevando un planteo ideológico progresista, que era necesario luchar contra los planes devastadores de Francia, de Inglaterra, de Occidente en general y de Estados Unidos, contra los pueblos africanos. Ese fue uno de los papeles esenciales y fundamentales. En este momento me toca asumir una responsabilidad como embajador plenipotenciario en la República de Benín con concurrencia en Togo, Ghana, Costa de Marfil, y además ser representante de Venezuela ante la Organización Internacional del Cacao. En este sentido, el papel en esta etapa será seguir reforzando las relaciones entre África, Venezuela y América Latina y el Caribe. Por otro lado, la Unión Africana está planteando dos cosas interesantes para este año. Las reparaciones como una política, y por otro lado, retomar el panafricanismo radical. En el mes de noviembre se realiza en Togo, la novena conferencia del panafricanismo; se hará retomando los planteos de Kwame Nkrumah, pero con una visión del siglo XXI.