Una argentina de 34 años logró el martes pasado hacer cima en el Monte Everest, después de casi dos meses de aclimatación y siete días de ascenso, y se convirtió en la persona más joven de Sudamérica en completar el desafío de las Siete Cumbres, que consta en escalar las montañas más altas de cada continente.
Directora del área de marketing y de una unidad de negocio de una multinacional, María Belén Silvestris comenzó a interesarse en el andinismo durante un viaje que realizaba por el Tibet, una región autónoma de China ubicada al norte de los Himalayas.
“Yo estaba viajando por Tibet, China, llegué al Everest, vi el campamento base de todos los escaladores y dije: ‘Quiero subirlo. ¿Por qué no puedo subirlo?’ No sé cómo ni con qué plata, pero quería hacerlo", contó este lunes durante una entrevista en Radio Mitre.
"No sabía nada de montañismo pero quería intentarlo. Fui probando y a medida que fui escalando otras montañas, me fue yendo bien y mi cuerpo se fue adaptando bien, fui ganando confianza para cumplir este sueño”, recordó Silvestris.
“La primera montaña fue el Kilimanjaro en Tanzania, África. Después fui por Rusia, el Monte Elbrus, y luego a nuestro Aconcagua, que es la más alta fuera de los Himalayas. Y por cómo está ubicada la presión atmosférica, es la más parecida a un 8.000 fuera de los Himalayas”, agregó la joven.
Para hacer cumbre en el Everest, el pico más alto de los Himalayas, Silvestris tuvo que hacer un periodo de aclimatación que duró cerca de dos meses. “Una vez que pasé todas las fases de aclimatación, tardé 7 días en subir el Everest”, celebró la joven, que documentó su experiencia a través de su cuenta de Instagram.
Para cumplir su sueño, explicó, fue fundamental la ayuda de los sherpas. “Sin los sherpas, el 90% de las personas que escalan el Everest no podrían escalarlo. Hay diferentes grupos. Primero hay uno que arma el camino para que nosotros los mortales podamos subir con más seguridad. Colocan las cuerdas para estar siempre atado y las famosas escaleras que cierran las grietas. Y además de eso, son los encargados de cargar el oxígeno extra que vos necesitás. Yo llevaba un tanque pero uno sólo para hacer cumbre y volver no alcanza. Te ayudan a cambiar el oxígeno y te dan apoyo”, detalló.
Según reveló en la entrevista radial, lo primero que sintió al llegar a la cima del Everest a las 10.30 de la mañana del pasado martes 21 de mayo y concretar así el desafío de las Siete Cumbres fue "alivio", aunque sabía que quedaba mucho por delante.
"Lo primero que pensé cuando hice cumbre fue alivio. Es duro, por momentos sufrís frío y cansancio… Obviamente que también hay sensación de felicidad, pero a diferencia de otros deportes, cuando vos ganaste, ganaste, y se terminó el partido. Acá cuando llegaste a la cumbre, en verdad estás a la mitad del camino. Hay que volver sano y salvo. Entonces llegás, tenés un poco de felicidad y alivio, pero después tener que estar enfocado para volver porque, de hecho, la mayoría de los accidentes suelen pasar a la vuelta, cuando la gente ya se relaja y está muy cansada”, lamentó.
“El foco tiene que ser extremo. No sé si lo más difícil es volver, pero sí es cuando las negligencias pasan porque la gente se suele relajar más”, observó Silvestris, que antes de emprender el extenso camino hasta la cima del Everest escaló el Puncak Jaya (4.884 metros sobre el nivel del mar, en Oceanía); el macizo Vinson (4.892, Antártida); el Monte Elbrus (5.642, Europa); el Kilimanjaro (5.895, África); el Denali (6.194, América del Norte) y el Aconcagua (6.961, Sudamérica).