En la obra de teatro Pájaros que anidan en cualquier parte, el arte, la escritura y la poesía se presentan como herramientas clave para darle lugar a lo creativo en tiempos -como los actuales- de desesperanza y confusión. También, se destaca la importancia de crear vínculos que sumen y nutran. El director de la pieza, Alfredo Martín, destaca que del material escrito por Miriam Russo se abre la posibilidad de indagar acerca de qué es la salud mental, cómo se concibe una amistad y de qué modo se incluye a la muerte en una obra a la que define como “tan vital”.
La puesta de Pájaros que anidan en cualquier parte se desarrolla en el Complejo Teatral Ítaca (ubicado en Humahuaca 4027). Sobre el escenario aparecen Dorita (Gabriela Villalonga) e Inés (Luciana Procaccini), dos personajes generacionalmente distintos, pero unidos por el afecto y la ternura, que se quedaron solos por distintas y desafortunadas razones.
La trama profundiza sobre el lazo que se genera entre las dos mujeres, a raíz de un accidente que lleva a Inés a salvar la vida de Dorita. A través de la poesía, ambas intentan cambiar su destino participando en un concurso, y ahí es cuando surge la posibilidad del arte de poder sublimar. “La poesía aparece como recurso que fortalece y renueva el deseo para sobrellevar una vida en donde permanentemente hay que estar viendo cómo hacer frente a la adversidad”, detalla Martín.
El acercamiento del director al texto no fue algo casual. “El texto de Pájaros que anidan en cualquier parte me llegó a fines de la pandemia a través de la autora, a quien conozco desde hace muchos años”, agrega Martín. Además, cuenta que se sintió atraído por la frescura y la dignidad con que se trata la vejez en el personaje de Dorita. "Me parecía que no es una vejez típicamente demandante o dependiente, sino una vejez empoderada", explica.
-¿Qué elementos del texto de Miriam te atrajeron para querer dirigirlo?
-Me pareció una obra muy interesante por varias razones. Una de ellas era el tema del tratamiento de la tercera edad. En el teatro hay poco material que trate este tema con frescura, espontaneidad, y en donde se plantee una vejez digna, empoderada, como es el caso del personaje de Dorita, en donde su deseo es llevar adelante su vida lo mejor que pueda y cumpliendo con las decisiones que se propone. Me parecía que no es una vejez típicamente demandante o dependiente vinculada en general a alguien que la acompaña. Y otro ítem que me pareció interesante fue el tema de la amistad. En un momento en el que el lazo social está en peligro, como ahora, cuando el individualismo supera a las posibilidades de vincularse con el otro, y eso es crítico porque nos está deshumanizando, era muy oportuno plantear este tema de cómo se puede construir una amistad. Estas dos mujeres, medio rotas por la hostilidad de los demás, encuentran en la poesía un medio para tejer una urdimbre entre ellas que funciona como un recurso para sostenerse mutuamente. Ahí me acordaba de esta frase de Pier Paolo Pasolini que decía que la poesía es un acto revolucionario y que puede contener y sublimar aspectos penosos de la vida. La poesía es un recurso que puede fortalecer y renovar el deseo, y me parece que está muy presente en la obra. Este fue el tercer elemento que me decidió a querer dirigirla.
-¿Qué premisas guiaron tu trabajo con las actrices?
-Yo ya había trabajado con las dos en varias obras desde hace tiempo, así que las conozco bien. Son actrices muy versátiles que ya se conocen. Y como hay un compromiso tan generoso también hay algo de la vida que se pone en juego. Entonces la verdad es que fue un gusto trabajar con ellas y pudimos hacer un trabajo minucioso con los delirios de Dorita. Para mí, poder situar eso fue un aporte interesante dada mi condición de psicoanalista y de psiquiatra, porque nos planteaba el desafío de cómo situar el delirio sin darle el carácter de psicosis, y cómo en el vínculo, tanto una como la otra, en relación a la amistad que están construyendo, pueden tener la flexibilidad para considerar a la otra sin querer cambiarla, y en lo diferente encontrar la posibilidad de articular una compañía y un vínculo.
-La obra aborda el tema de la poesía y el arte como una manera de sobrellevar momentos difíciles para los personajes. ¿Cómo pensás en esa posibilidad en la actualidad?
-Es inevitable relacionarlo, sobre todo, porque el teatro construye subjetividades y comunidades. En un momento en donde la cultura está siendo arrasada, exterminada, me parece importante manejar el arte, la literatura, la poesía, pero no desde un lugar elitista, sino desde un lugar absolutamente transversal, en donde alimenta y enriquece cualquier vínculo y produce recursos para resistir. El teatro siempre fue un lugar de resistencia, y hoy en día todavía más. Y a ese más todavía le agregaría que no se trata sólo de resistir sino de luchar, porque si sólo resistimos le estamos dando tiempo al poder a que siga gestionando nuestra propia exterminación. Hoy parece que hacer teatro, y más teatro independiente, es una proeza. Entonces esa me parece que es la manera de luchar, en el territorio teatral, en donde nosotros seguimos apostando y poniéndole el cuerpo al teatro independiente. Y el público que viene, a pesar de los problemas económicos que hay, también hace un esfuerzo por sostener el teatro. Hoy más que nunca se constituye en una especie de militancia.
-¿A qué se debe el título de que Pájaros anidan en cualquier parte?
-Inicialmente, el título de la obra era Dorita, pero le planteamos a Miriam la idea de pensar en uno que reflejara otros aspectos de la obra. Entonces, rápidamente surgió el tema de los poemas y empezamos a notar que los pájaros aparecían de manera recurrente en las poesías. La frase "pájaros que anidan en cualquier parte", que aparece en una de ellas, nos impactó a todos, sugiriendo que, al igual que los pájaros pueden hacer un nido en un zapato, en una azotea o en una maceta, estas dos mujeres pueden hacer nido en un lugar que no es del todo cálido, inclusivo, pero igualmente pueden plantear su vida con optimismo y con un deseo decidido, tal como lo hacen los pájaros.
*Pájaros que anidan en cualquier parte se puede ver los viernes a las 20 en el Complejo Teatral Ítaca (Humahuaca 4027).