El próximo sabado 1º de junio quedará abierto durante tres meses el libro de pases de la AFA. Se cerrará recien el 31 de agosto por lo que jugadores que arrancaron el campeonato en un equipo, podrán continuarlo en otro. Y hasta enfrentar a sus ex compañeros. Ya ha sucedido y ahora vuelve a suceder. Así se hacen las cosas en el fútbol argentino y a nadie parece preocuparle demasiado.

En estos casos, dirigentes y técnicos suelen curarse en salud. Y anuncian "refuerzos de jerarquía" para calmar las ansiedades de millones de hinchas que piden mejorar los planteles de sus equipos con fines diversos: mantener la categoría, entrar a una copa internacional, ganar un título nacional o en el caso de River y Boca, alzar la Copa Libertadores. Nunca nadie ha explicado que se entiende por refuerzos de jerarquía. Acaso porque la verdadera jerarquía se aleja cada vez más de las posibilidades economicas de la mayoría de nuestros equipos.

En los mercados de pases, acaso de diez o quince años a esta parte, sólo River y Boca y ultimamente Racing han podido contratar los jugadores que pretendieron. De allí para abajo reina el más puro y duro posibilismo. Se trae lo que se puede, lo que está en precio, a veces la tercera o cuarta opción de las que solicitó el entrenador. Más que refuerzos que potencien a los equipos, se hacen apuestas por jugadores complementarios que pueden resultar o no y se pone la mira en quienes reunen poder de reventa al exterior. Pocos de ellos terminan sorprendiendo y enriqueciendo al equipo: Kevin Zenon es un ejemplo de ello en Boca. Adrián "Maravilla" Martínez, otro en Racing. 

Como ningún dirigente y ningún técnico quiere autoflagelarse, nadie dará la cara para decirle a los hinchas "traeremos lo que se pueda". Pero hacerlo sería un ejercicio de sinceridad. Y serviría para disipar las expectativas exageradas que los hinchas disparan en cada mercado de pases. Los jugadores de jerarquía comprobada en el fútbol argentino, aquellos que, como Borja, Cavani, Quintero, Zenón y Botta, con un gol clave o un golpe de talento pueden cambiar el rumbo de los partidos, no están a la venta en el país. Y queda claro que los destacados de Sudamérica tampoco estan en condiciones de venir como antes venían los mejores de Uruguay, Brasil, Perú y Colombia. Ahora esos cracks (y sobre todo los más jovenes) le apuntan directamente al fútbol europeo. No necesitan pasar por la aduana argentina. 

La casi totalidad de los clubes se asomará a este mercado de pases para pescar en río revuelto y ver que pasa. Y mucho de lo que termine pasando en las veintidós fechas que restan del campeonato quedará determinado por lo que cada uno de ellos pueda vender y comprar en estos noventa días que comenzarán a contarse desde el sábado. Tal vez en este tiempo algunos planteles se fortalecerán y otros se debilitarán. Pero será imposible que haya jerarquía para todos. La jerarquía es un bien escaso y por eso hay que pagarla. Apenas algunos, muy pocos, podrán hacerlo. No hace falta nombrarlos, son los mismos de siempre.