El año 2006 estaba raro en Bolivia. El clima político dividía el país: una parte en guerra y otra parte de fiesta. Los medios de comunicación hablaban de la guerra, claro, fogoneando. Gobernaba Evo Morales, que había prometido nacionalizar los hidrocarburos y tocaba -y quería- cumplir la promesa, pero no había dinero para respaldo. Tras varias consultas, habló con el entonces presidente Nestor Kirchner y le comentó sus temores al boicot, a lo que el presidente argentino le respondió “si, te van a querer cagar y eso sólo se resuelve con plata, pero si ya estás decidido, nacionalizá y si te quieren joder, la plata la ponemos nosotros”. No hizo falta pero así fue. Así se esquivó el posible bloqueo de las multinacionales.

En el año 2011 de nuevo Bolivia estaba al borde del colapso: con la falta de harina de trigo los panaderos avisaron que el pan subiría diez centavos y eso era la puerta del infierno. Entonces Evo Morales llamó a Cristina Kirchner. La presidenta de Argentina le pidió media hora porque el tema estaba complicado. Quince minutos después le devolvía la llamada para avisarle que los camiones con la salvación salían para allá a la mañana siguiente.

Eran épocas donde nuestra geopolítica era amable y solidaria. Y parecía que podíamos contra todos.

Quizá valga recordar que el siempre honorable México fue el único país que no respetó el bloqueo a Cuba y que a través de su aeropuerto no solo llegaba gente a la isla, sino insumos de todo tipo.

En el 2009 las ciudades de Rosario y Vallegrande se declararon ciudades hermanas por destino y el año pasado, tras el problema que tuvo Montevideo con el agua potable, el gobierno argentino le ofreció ayuda a Uruguay para paliar la crisis del agua que Montevideo enfrentaba. A través de su embajada, propuso enviar un buque de la Armada con una capacidad de 300 toneladas de agua y una planta potabilizadora móvil que el presidente de Uruguay rechazó de manera incomprensible.

Las organizaciones sociales del mundo tienen, al igual que muchas universidades, canales de colaboración que funcionan aceitadamente.

Todo depende siempre de las corrientes y lazos de cooperación desde intereses tan legítimos como distintos; sociales, políticos, culturales, o económicos. El reforzamiento de esos lazos se logra con tiempo y con gestos. Es la alta política lo que mantiene viva la red para no morir de soledad a favor de los enemigos, que siempre son muchos y no descansan. La certeza de que Suramérica es un territorio en disputa y el conocimiento de cómo funciona, es parte del juego. Cómo dijo una vez Julio Cortázar allá por los ‘80: “en Nicaragua, para bien o para mal, nadie pierde tiempo”.

El plan actual del gobierno nacional es de una acción tan sencilla como brutal. La derecha entendió claramente que estamos en una guerra territorial y sabe que lo primero en toda guerra es aislar de insumos al objetivo a someter. Entonces no fue locura, sino un plan pergeñado y llevado a cabo sistemáticamente sobre un gran teatro de operaciones y concluyen: hay que aislar al país de todo lo que le permita vivir y aún sobrevivir y avanzar. Entonces el gobierno central por instrucción de sus mandantes quiebra la comunicación con Brasil, China, España, Colombia, México, renuncia a los BRICS, sitiando a la Argentina, negándole ser parte del nuevo eje económico mundial, y ensucia hasta la mismísima relación con el Vaticano, porque lo simbólico es tan importante como lo económico. En la guerra se avanza a paso de parada desbaratando al enemigo. Las disculpas posteriores a las ofensas recuerdan la frase que reza que “la mejor operación política es poner cara de boludo y que te crean”. O cara de loco, que para el caso es lo mismo. Al enemigo hay que comerle el corazón, y lo demás será un paseo de domingo.

Ahora bien, vivimos en un pais que es tan centralista que a veces se olvida que es federal y eso hace que no se abran puertas que están allí, al alcance de la mano.

El gobernador Kicillof, sin ir mas lejos, mantuvo reuniones bilaterales sobre el fin del año pasado con Brasil y con India. Y en las últimas semanas decidió gobernar apoyando a provincias abandonadas por el gobierno de Javier Milei dejando en claro en los hechos, que de los laberintos se sale por arriba.

Hasta ahora es una relación solo de ida y nacional. Que se convierta en una forma de gobierno novedosa, abre otras ventanas y otras puertas. Las áreas de cooperación con otros países son enormes: comercio, cultura, industria, tecnología, saberes, ciencia, artes.

Hay por el mundo personas e instituciones interesadas en la Provincia de Buenos Aires, que a su vez tienen cosas que sin duda nos interesan y que pueden convertir a la provincia en un nuevo puente entre ese mundo y también el resto de las provincias argentinas. Romper el bloqueo interno al que nos somete el gobierno central es toda una tarea. Retomar el espíritu de la geopolítica colaborativa en términos humanos y eficientes, pudiera ser hoy la gran salida que buscamos.

En Brasil, tanto el presidente Lula como el ministro Paulo Pimenta o el senador Washington “Quaquá” Cardoso, que cambió el municipio carioca de Maricá para siempre, tienen lazos fuertes con una Argentina que se les oscureció de golpe. En Colombia, país al que exportamos 1500 millones de dólares y a cuyo presidente insultó el nuestro, en el área de cultura se crearon de la mano de Juan David Correa, unas unidades populares de mucho enriquecimiento con las que bien podríamos intercambiar experiencias que no solo serían enriquecedoras, sino que aportarían a la economía.

Y en México donde López Obrador esquivó casi ignorando elegantemente las vergonzosas diatribas del presidente Milei, no solo tenemos a Paco Taibo que dirige el fondo de cultura económica con una visión popular y continental vastísima, sino por ejemplo a Clara Brugada, a Claudia Sheinbaum, a Citlalli Hernández, mujeres que vienen con toda una vida de experiencia en gestión y en relaciones internacionales fraternas, tal la historia de México.

El gobierno nacional ha decidido aislarnos trabando la circulación de ideas, inteligencias, economías y acuerdos que nos permitan un intercambio virtuoso. Ahí afuera hay gentes esperando que alguien abra desde adentro la puerta para continuar con nuestras relaciones históricas, y todo parece indicar que el gobernador Axel Kicillof tiene a mano el picaporte. Y que así como salió en auxilio de las provincias huérfanas de estado, está abriendo la puerta hacia los países, o provincias, o ciudades con los que siempre tuvimos relaciones geopolíticas amigables y útiles. Sin duda, es una buena forma de seguir saliendo de este laberinto por arriba. Y esquivar el bloqueo.