“¡Por favor, no compren perros ni gatos, rescátenlos! Yo nunca he comprado un animal. Los tengo siempre conmigo rescatados; esos son los que hay salvar y los que nos salvan”. La que hace este pedido es la escritora chilena Isabel Allende en una conferencia de prensa desde su casa de Sausalito, en San Francisco (Estados Unidos), para presentar su primer cuento infantil, Perla, la súper perrita (Penguin Kids), inspirado en su pequeña perra de pelos negros y grises con mechones blancos, que tiene nueve años. En este libro ilustrado por Sandy Rodríguez, que llegará a las librerías el jueves 30 de mayo, la protagonista es una perrita que tiene dos súper poderes: hacer que todo el mundo la quiera y ladrar como si fuera un león. Cuando descubre que su hermanito humano, el niño Nico Rico, está siendo acosado, ella lo ayudará para enfrentar a los abusadores.
Cuando Camila, la nieta de una vecina, entra a la casa de Allende grita: “books, books, books” (libros, libros, libros). Entonces la escritora le lee una historia y luego toman helados. Esa niña a la que le gusta tanto los animales como los libros fue una inspiración. “Esa relación entre el animal y el niño es demasiado linda como para perderla”, subraya la autora de La casa de los espíritus y recuerda que su madre, Francisca Llonas Barros, tenía la idea de que si una persona se criaba con animales tendría un “muy buen sistema inmunológico”, no se enfermaría nunca del estómago, no le saldrían cosas en la piel ni tendría alergias. Entonces le compró una perra bulldog francesa para que durmiera con ella. “Yo puedo tomar agua del (río) Ganges y no me enfermo”, confirma la escritora con una sonrisa que revela el orgullo que siente por su temprana relación con los animales.
En el libro, observa Rosa Samper, directora literaria de Penguin Kids en España, Perla, la pequeña heroína, le enseña a Nico, un niño que sufre bullying en la escuela, a hacer oír su voz y a defenderse, “un mensaje que muchos niños y niñas necesitan oír”. Perla es una perrita que rescató el exmarido de Allende, el abogado y escritor de policiales William C. Gordon (1937-2019). Como él murió pocos meses más tarde, heredó a esa perrita que parece “una rata de alcantarilla”, “imposible más ordinaria, pero se cree una princesa”, aclara la escritora que la define también como una perra “arrogante” y “valiente”. Como tiene un problema en las cuerdas vocales, “gruñe y ladra como un perro policial”.
“Cuando el niño se siente víctima, no habla del problema porque le da vergüenza y después porque tiene miedo", reflexiona la escritora chilena. "Una de las pocas cosas que debo decir en defensa de este librito es que pone el tema sobre la mesa”. El contrabando entre vida y literatura es el único que no genera violencia ni muertes. No tuvo que inventar nada porque Perla existe, como se puede comprobar en las fotos, y porque la aventura que narra en el libro ocurrió. Un día la llevó al parque y un mastín se soltó y corrió hasta Perla para atacarla. La pequeña heroína, lejos de amilanarse, puso sus pelos en punta para defenderse, gruñía como león y le salía espuma por la boca. El perro grande se dio vuelta, empezó a correr y Perla lo corrió. La gente tomaba fotos y filmaba videos ante la reacción de la perrita. Ese incidente le dio la idea del cuento. “Los abusadores son cobardes; cuando uno los enfrenta, escapan. Siempre abusan del más débil, del más pequeño. Y si pueden, tienen una pandilla, dos o tres que los ayudan, solos no se atreven. El abusador es cobarde y hay que enfrentarlo”, plantea Allende.
La escritora chilena se refirió al acoso anónimo y virtual en las redes sociales que ha generado que algunos niños se suiciden. “Tú puedes controlar el bullying en una clase, en la escuela, porque estás mirando, pero el de las redes sociales es tremendo y produce no solamente el bullying de la agresión, sino el de la exclusión. Los niños que se sienten excluidos sufren casi tanto como los que sufren bullying”, compara la escritora y confiesa que ella nunca sufrió abuso físico, pero como hija de diplomáticos cambiaba de país, de lengua y de colegio a cada rato. Era la “niña nueva” en todas partes, no tenía amigas, era tímida y no se atrevía a acercarse a los otros.
“Siempre me sentí excluida y me refugiaba en los libros. Me acuerdo en el recreo, escondida detrás de un libro, aunque no estuviera ni siquiera leyéndolo, para que no se notara que estaba sola y que nadie quería jugar conmigo. Era pésima para los deportes, con una voz terrible no podía cantar en el coro, no podía pertenecer a ningún grupo”. Allende cree que hay ocupar el espacio, meter ruido y agrandarse, como lo hizo Perla en la vida real y también en las páginas de su primer cuento infantil. “Mientras más te achicas más te victimizan y peor te va, sobre todo si eres bajita como yo, que soy chaparrita. A mí es bien fácil aplastarme, así que he tenido que desarrollar una personalidad de Tarzán para poder sobrevivir en el mundo”.
La comunicación con el animal es “no verbal”, “puro afecto”, según postula la autora de Paula, el nombre de su hija de 29 años que murió en 1992. “Un animal te abre el corazón; entiendes lo que te quiere decir sin palabras. Lo proteges, lo cuidas, lo mimas porque en el fondo se te abrió algo adentro. Yo creo que debería haber mascotas en los lugares donde hay más violencias, en las prisiones; donde hay más dolor, en los hospitales; donde hay más abusos, en las escuelas; en todas partes debería haber animales porque hay una relación con el animal que es extraordinaria”, propone Allende y agrega que la gente que vive en el campo tiene una manera distinta de relacionarse con la naturaleza. “Nosotros que vivimos en ciudades, en apartamentos, en lugares restringidos, necesitamos tener un animal, además hay tantos animales que necesitan un hogar”.
Aunque cuestiona el maltrato animal en aquellos que niegan que sean seres sintientes que sufren, critica el extremo opuesto, como lo que sucede por ejemplo en Los Ángeles, donde hay animales que tienen peluqueros o les pintan las uñas. “Eso ya es exagerado; a mí me encantan los animales, pero tengo un límite, entiendo que el animal tiene que vivir como animal, tiene que andar oliendo caca en la calle. Cuido a mi perro, pero no se me ocurriría pintarle las uñas ni ponerle pompones en la cola”.
El libro Perla, la súper perrita, según la autora, habilita una oportunidad para conversar acerca del bullying. “Vivimos en una sociedad tan violenta que todo se resuelve con violencia. La diversión es matar; es muy difícil contrarrestar este mensaje”, reconoce Allende y sugiere que hay que empezar a leer “muy temprano”, aunque ese amor por los libros se pierda durante la adolescencia. “La mayor parte de los niños en la pubertad ya no leen porque hay muchas otras distracciones y porque además están muy ocupados. Cuando mis niños crecieron, había mucho tiempo ocioso en que no estaban vigilados, no había un programa y no tenían una agenda. Hoy día los niños tienen una agenda completa como un ejecutivo de alguna corporación. Nunca tienen un momento de ocio; entonces es mucho más difícil que amen la lectura. Pero mucha gente vuelve a recuperar lo que tuvo temprano en la vida”, concluye la escritora.