Con sus flamantes 84 años, Carlos Pino miraba con los ojos húmedos a un teatro Lavardén repleto, que lo aplaudía, lo ovacionaba, le agradecía. Uno de los próceres de la música popular cantó como si su voz no tuviera edad. Afuera hacía mucho frío el domingo a la noche. Adentro de la sala, todo fue calidez y emoción. "Yo habré de seguir cantando y cantando moriré", fraseó el homenajeado, con los ojos sonrientes, y las manos en el corazón.
Carlos Pino, la voz del Chaco santafesino, fue el título de este concierto organizado dentro del ciclo Ilustres Santafesinos por Homero Chiavarino, quien también tocó el acordeón. Carlos cantó, siempre al lado de su compañera Stella Zeballos. Fueron casi dos horas de una selección de canciones compuestas por el Trovador nacido en Colonia Baranda, una zona forestal del Chaco, el 25 de mayo de 1940.
Carlos recordó cuando era un niño, y seguía a las hermanas al baile, para quedarse cerquita de los músicos y observarlos. Una de las mayores, Alejandrina, le enseñó a cantar. Con una guitarra y la potencia guaraní de su voz llegó a Rosario en 1955. Y si bien viajó por el mundo, su lugar sigue siendo esta ciudad acostada sobre el Paraná. Donde cantará para siempre al litoral y también al recuerdo de su colonia Baranda, de la Forestal, de los hacheros y la gente del pueblo.
Como es mejor hacer los homenajes en vida, el concierto del domingo fue una celebración. Una versión instrumental de las Coplas de la Orilla, ejecutada por Chiavarino en acordeón, Joel Tortul en piano y Gastón Ruiz en guitarra, abrió la noche. El primer set estuvo a cargo de cantoras: Vicky Alancay comenzó con Sentimiento Toba, de Heraclio Perez y Pino y se fue con Los últimos obrajes, compuesto por el homenajeado junto a Roberto Muchaut. La profundidad de la voz de Alancay hizo volar los versos "La Forestal ya se fue/ solo miseria dejó/ raleras nomás quedaron/ y a los pocos renovales/ lo están haciendo carbón".
Patricia Duré entró para cantar Marcelino Medina, compuesto por Stella y Pino, y le dio la tonalidad chamamecera que la noche venía pidiendo a El último mocoví, con letra de Rafael Ielpi y música del propio Pino. Un sapucay marcó el final de su participación, para dar lugar a Maia López, a cargo de Elegía del regreso (también con letra de Ielpi) y la bellísima Zamba de un solo cielo, con letra de Armando Tejada Gómez.
La conducción estuvo a cargo de Marcelo Jara. Compartió algo de la biografía del Negro Pino, como tantos le dicen. La mayoría del público no la necesitaba. Desde 1956, cuando lo invitaron a integrar Los Trovadores del Norte y su gira por Europa, en 1959, siguió una vida dedicada a la música. Fue Revelación del tercer Festival de Folclore de Cosquín en 1963, y tres años después, integró un espectáculo con Tejada Gómez, el Ballet del Chúcaro, Chito Zeballos y Mercedes Sosa. Jara desgranó el lugar de Pino en el Nuevo Cancionero, su carrera solista desde 1983, sus propias composiciones, en colaboración con Stella, Tejada Gómez, su hermano Goyo Pino, Rafael Ielpi, Hugo Diz, Luis Guzmán, Ismael Fernandez, y Roque Nosetto, con quien compuso Coplas de la orilla.
Para darle un marco aún más amoroso, Jara convocó a Stella para hablar de su compañero de vida.
Carlos Pino entró al escenario. Y la ovación fue también un gesto de gratitud. "Gracias por tanta música", le gritó una mujer desde la platea.
Acompañado por Beto Lesce en bajo y Beto Ferreyra en bandoneón, Pino tocó la guitarra y cantó: su voz sonó como entonces para Entraña de árbol. "Yo soy nacido en Baranda un lugar muy olvidado./ Se llevaron el tanino y el pueblo se fue secando". Siguieron Tiempo Ymaware y Pescador de las islas.
Eterno con su guitarra y su voz, Carlos Pino recibió al invitado: Jorge Fandermole le agradeció la colaboración para Agua dulce, precioso tema del disco Fander, editado en 2014, y lo compartieron una vez más. "De Agua Dulce que se va por la pendiente, de mi verde continente, a mezclarse con el mar/ vamos hechos y su luz que nos alcanza/ nos devuelve la esperanza/ de hallar la tierra sin mal", largó Fander, y Pino puso su voz "a su esencia y su fluir pertenecemos,/ desde el puño de los remos hasta el modo de decir", con un acordeón inspirado de Chiavarino.
Había más. Fander habló de la admiración mutua entre Pino y Chacho Muller (quien murió en el año 2000). Después, hicieron La Isla, del Chacho.
Los nostálgicos tendrían todavía más emoción, cuando fueron invitados Los Originales Trovadores. Hicieron Levántate y Canta (de Isella y Héctor Negro), para -casi- terminar con Puente Pexoa, lo que encontró al público moviendo los pies y cantando.
"Carlos marcó el camino de los que le sucedieron en el canto popular de estas tierras. Una figura necesaria para completar la historia y definir nuestra identidad santafesina. Carlos le puso voz al norte de esta provincia", dijo el locutor sobre el homenajeado.
Y Carlos Pino recibió algo del amor que sembró. El final convocó a todos los cantantes y músicos en el escenario, para hacer las Coplas de la Orilla. Quedó, todavía, una repetición de Puente Pexoa, para terminar una noche inolvidable.
Quienes se lo perdieron, tendrán una oportunidad de verlo, cuando lo emita Radio y Televisión Santafesina, ya que hubo grabación de la televisión pública provincial.