Referentes religiosos de Rosario acompañaron el pedido de la Iglesia para que el gobierno reparta los alimentos que mantiene retenidos en depósitos desde la gestión anterior. El párroco Fabián Monte, vicepresidente de Cáritas Rosario, señaló que desde principio de año se nota un aumento importante de familias que necesitan asistencia y consideró “una picardía” que haya tanta mercadería guardada en momentos de tanta necesidad. “Somos los primeros interesados en que la plata para los pobres llegue a los pobres y que nadie lucre con eso. Pero eso no parece una razón para que la comida no llegue a los lugares donde tiene que llegar”, analizó en diálogo con Rosario/12. En la misma línea, para el padre Jorge Aloi es un “despropósito” que no se distribuyan alimentos, que puedan echarse a perder, cuando la gente está pasando hambre. “Me parece bien que la Iglesia levante su voz para tratar de hacer reaccionar y pedir que se tome conciencia”, señaló a este diario.
La semana pasada el gobierno nacional reconoció que mantiene 5 millones de kilos de alimentos retenidos en galpones, mientras que desde principio de año se cortaron distintas líneas de financiamiento a comedores y organizaciones sociales. La explicación del vocero presidencial, Manuel Adorni, fue que los alimentos permanecían allí porque las auditorías realizadas desde el Ministerio de Capital Humano arrojaban que “un buen porcentaje de los comedores eran truchos, no existían o no tenían la cantidad de gente que decían tener”. Ante la conmoción que generó la información, y en medio de una crisis que golpea más fuerte en los sectores populares, este lunes la Justicia le ordenó al gobierno elaborar un plan de distribución de las mercaderías y que se ejecute esta misma semana.
Asimismo, desde la Conferencia Episcopal Argentina se pronunciaron sobre la situación. En un video difundido por redes sociales este domingo, el obispo Oscar Ojea, le reclamó al gobierno que reparta los alimentos retenidos a los sectores que más lo necesitan. “Nos hemos enterado que existen dos depósitos de alimentos en el Ministerio de Desarrollo Social que tienen cinco toneladas de alimentos guardados. No entro en las razones por las que están guardados, pero pienso que en un tiempo de emergencia alimentaria esto debe llamarnos a la reflexión. Rápidamente tienen que ser entregados”, sostuvo el presidente del Episcopado.
En Rosario, el recorte de Nación también va a contramano del aumento de la demanda, que en las iglesias, parroquias, y organizaciones religiosas vienen notando desde principio de año. “Vemos que hay un aumento de las personas que se acercan a solicitar ayuda. Esto no empezó ahora, pero se agudizó en los últimos meses y estimamos que el aumento de la demanda ronda el 30%”, evaluó Monte. “Notamos muchas personas solicitando alimentos y, con la llegada del invierno, también se necesitan frazadas y abrigos. A veces se nos acercan vecinales, pero a no nos alcanza ni para distribuir entre las parroquias, difícilmente podamos extender esa ayuda”, añadió.
Desde la Arquidiócesis de Rosario –que contempla a cinco departamentos del sur provincial– estiman que se reparten 16 mil módulos alimentarios a partir de distintos programas y convenios, que sumado a los refuerzos que realiza cada parroquia en particular, se extienden a 25 mil módulos alimentarios. Desde Cáritas Rosario, la mayoría de los convenios son con provincia, mientras que el aporte fuerte de Nación consistía en un cargamento mensual de mercaderías que servían para reforzar los bolsones de comida. “Eso desde diciembre se cortó, no hemos recibido más nada de alimentos”, informó Monte y agregó: “Las parroquias nos las rebuscamos para poder darle a más personas de lo que se puede con estos programas”.
En ese marco, el párroco se refirió a los argumentos esgrimidos por el gobierno respecto a la retención de mercaderías: “Lo que se decía en principio era que había comedores inexistentes o mala utilización de los fondos. Nosotros somos los primeros interesados en que la plata para los pobres llegue a los pobres y que nadie lucre con eso. Pero eso no parece ser una razón para que la comida no llegue a los lugares donde tiene que llegar. Es una picardía que haya tanta mercadería guardada con tanta necesidad. Estamos en una emergencia alimentaria y es difícil de entender que se tenga tanta cantidad sin distribuirla”.
En medio de esta situación, el próximo 8 de junio Cáritas pondrá en marcha su colecta anual, donde buscan juntar fondos para sostener la estructura de la organización y las actividades que van más allá de lo alimentario. “Nosotros tenemos talleres, capacitaciones, cursos y apuntamos a que las personas que hoy reciben beneficencia, puedan tener una salida personal y de trabajo. Esto lo sustentamos con el dinero de la gente que confía en Cáritas. Le decimos a la población que cualquier aporte suma, la particularidad de esta colecta es que se compone en un 90% por pequeños donantes”, explicó.
En una misma línea se pronunció el padre Jorge Aloi, de la Parroquia Santa Agripina, donde colaboran con el trabajo social que se realiza en Puente Negro, frente al Bosque de los Constituyentes, al otro lado del arroyo Ludueña. “Es una zona que, como tantas otras de la ciudad, padece las consecuencias de las políticas económicas y la falta de asistencia y oportunidades”, explicó. “Lo que uno percibe en este tiempo es que la gente vuelva a tener el tema del alimento como su prioridad. Si bien siempre fue un problema, hace algunos años se llegaba a cubrir y se podía destinar el poco dinero que conseguían a mejorar otros asuntos, como la vivienda. Pero hoy vuelve a ser prioritario comer todos los días”, evaluó sobre la situación social.
En ese sentido, consideró que la decisión de quitar ayuda a los comedores es una muestra de “mucha indiferencia” sobre lo que pasa en la mayoría de los barrios del país. “Hay una decisión de revisar lo que se estuvo haciendo, que me parece muy bien porque siempre puede haber irregularidades, pero que ha servido de excusa para cortar la posibilidad de asistir y acompañar a mucha gente que viene haciendo lo posible para que no falte la comida en el barrio”, cuestionó. “La indiferencia y el desprecio por el pobre se ha hecho algo común en la sociedad. Hay una mirada descalificadora y llena de prejuicios sobre la realidad que vive la gente”, añadió.
En diálogo con Rosario/12, Aloi remarcó que en la zona de Puente Negro siguen contando con la ayuda de la fundación Padre Misericordioso, con la que pueden cocinar y darle merienda a los chicos unas tres o cuatro veces a la semana. Y, mediante Cáritas, gestionan alimentos a personas que se acercan buscando asistencia: “Vemos que a Cáritas también se le hace cada vez más difícil acompañar todas estas situaciones. Unos años atrás, uno veía que había mucha mercadería y que repartían mucho. Ahora es mucho menos lo que se consigue para dar, esa es una realidad”.
Por último, celebró que el Episcopado se haya pronunciado sobre el tema y cuestionó la decisión del gobierno nacional de retener los alimentos cuando más se necesita. “Es un despropósito dejar que se pierdan alimentos que tienen fechas de vencimiento y que pueden dejar de ser útiles cuando la gente está pasando hambre”, expresó y agregó: “Si una persona no come, todo lo demás se vuelve irrelevante. Me parece bien que la Iglesia levante su voz para tratar de hacer reaccionar y pedir que se tome conciencia”.