En el pueblo correntino de Carolina, a pocos kilómetros de Goya, está la Capilla del Diablo, un pequeño templo católico construido a comienzos del S.XX por un italiano que supo generar un mito en la región. Libremente inspirado en esa historia, el director y autor Guillermo Parodi escribió Mandinga (La capilla del diablo), obra que presenta a un hombre poderoso que, habiendo pedido un milagro a Dios, al darse cuenta de que no será satisfecho su deseo, resuelve hacer un pacto con el diablo. Alrededor de este personaje, una niña espera su resurrección, se ocultan amores prohibidos o desairados, suceden indescifrables conspiraciones y hasta se arma una pueblada. En la obra, que bajo la misma dirección de Parodi puede verse en el Teatro del Pueblo (Lavalle 3636), actúa el destacado elenco que integran, Julia Funari, Lucía Palacios, Camilo Parodi, Natalia Rey, Marcelo Rodriguez, Lucas Soriano y Lorena Szekely.
Nacido en la ciudad de Corrientes, el director y autor le debe a su madre, Teresa Parodi, un temprano acercamiento a la música y a su padre, de quien heredó nombre y apellido, su gusto por la escritura y la poesía. Hasta los 11 años, el futuro actor y director vivió en el centro de la ciudad en una casona señorial de anchos muros de adobe, con patios, aljibe y ceibo. En ese ámbito –y también en el campo de su familia- se habituó a escuchar historias de gualichos y aparecidos. “Hay un culto a la muerte muy extendido en Corrientes”, asegura Parodi en la entrevista con Página/12.
El mandinga de la tradición gauchesca de la obra está referido a San La Muerte, aunque no como un protector de los marginados sino como un representante del Diablo. La estructura general de la obra ya la tenía Parodi cuando terminó de cursar sus estudios de dramaturgia con Mauricio Kartum. Poco después terminó de escribir la pieza. Aunque se dejó llevar por su propia imaginación, el punto de partida fue la historia de La capilla del Diablo del pueblo de Carolina. El autor también reconoce haber encontrado en el poeta correntino Francisco Madariaga las palabras para describir la crecida del río, uno de los datos que terminan de componer el paisaje que atraviesa esta obra escrita en 2001.
-¿De dónde viene tu interés por trabajar sobre un mito popular?
-En mi infancia, mis abuelas acostumbraban rezar mucho, solían quemar incienso por la casa y hasta recuerdo que había sesiones de espiritismo a las que por supuesto no me dejaban entrar. Entre esa casa y el campo de la familia, me rodeó una mitología muy propia de Corrientes, un mundo fascinante con personajes como el Pombero y San La muerte.
-¿Cómo es el San La muerte que interpreta Lorena Szekely?
-Ese San La muerte es aquí el rey de los demonios, tiene mucho de saltimbanqui, de monito carajá, también algo felino. Es negociador y también es un chanta. La obra muestra lo oculto, lo siniestro, lo prohibido. Y lo abismal: en eso se relaciona con el teatro, una gran caja negra que dispara duendes y sombras. En resumen, la obra habla de lo que está detrás de todo, lo que siempre estalla en algún momento.
-La obra fue escrita en 2001…
Sí, la escribí mientras el país estaba prendido fuego. Y ahora parece que está sucediendo lo mismo, si no, miremos lo que está pasando en Misiones.
-También en la obra está presente la movilización popular…
-El estallido social sucede como advertencia para el poderoso que está mirando para otro lado, preocupado por cuestiones que no tienen nada que ver con la gente. La obra habla de la traición, del engaño y el miedo. Es tan actual hoy como lo fue en 2001.
-¿Podrías precisar por qué?
-Cuando gobernaba (Alberto) Fernandez el poder estaba mirando para otro lado. Y por eso mismo, ganó quien ganó y terminó desatándose este infierno. Pero ahora, es el mismo Milei quien parece que está mirando para otro lado. Y esto hace pensar en un estallido social, porque a lo largo de la historia del país vemos que finalmente el pueblo siempre termina manifestándose.
*Mandinga (La capilla del diablo), Teatro del Pueblo (Lavalle 3636) Sábados a las 22.