Hace 26 años se celebró la primera edición de los Premios Gardel: el galardón más importante de la música argentina. Desde su creación, lo organiza y otorga la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (CAPIF), que abraza tanto a sellos discográficos poderosos como a pequeñas disqueras independientes. Si bien Gustavo Cerati y Mercedes Sosa siguen siendo los solistas que más estatuillas obtuvieron, en tanto que Babasónicos es la banda más condecorada, muchas cosas cambiaron en el certamen. Sobre todo en los últimos tiempos. Cuando el evento volvió a hacerse de forma presencial, en 2022, la música urbana y el pop asaltaron las categorías más relevantes. Incluyendo el “Gardel de oro”, trofeo concedido al “Mejor álbum del año”. En ese entonces, ganó el rapero Wos. Secundado en 2023 por su colega Trueno.
Esto formalizó la renovación del lenguaje musical, así como la exposición de la flamante progenie de artistas. Lo que terminó impactando en el armado de las categorías. Al punto de que en 2024 el galardón ya alcanzó el medio centenar de ternas. Sin embargo, a partir de esta transformación, los Premios Gardel dejaron de ser un evento exclusivo de los actores de la industria discográfica local para convertirse en otra costumbre argentina. Hoy, más que en otras ocasiones, el ciudadano de a pie empatizó con la competencia. A tal instancia que el público puede votar en la categoría “Canción del año”. “Es verdad que tras la pandemia los premios ocuparon un espacio más grande”, corrobora Diego Zapico, presidente de CAPIF. “También tuvo que ver la actualidad de ciertos artistas argentinos, que representan a géneros más cerca de lo urbano. Ésta es una generación emergente muy importante”.
-A pesar de los cambios que se materializaron, ¿sentís que los Premios Gardel aún conservan la intención original?
-Las primeras ediciones tenían cinco o seis categorías, y hoy tenemos 50. Año tras año, nuestra intención fue mejorar. Por eso abarcamos todas las expresiones musicales posibles. Dese el chamamé hasta lo nuevo, pasando por el folklore y el jazz. La diferencia con el Grammy es que los organizadores del evento somos parte de la industria de la música argentina. Elegimos a Gardel para darle nombre porque es una figura casi fundacional de la industria discográfica local. Nuestro objetivo es premiar y reconocer a la producción musical de nuestro país.
-¿Premian al artista o al formato en que suena el artista?
-Lo que se premia es la producción musical del año anterior. Y con esto me refiero a producción discográfica (abarca los discos nacionales publicados entre el 1º de enero y el 31 de diciembre). O sea, premiamos al artista y su producción discográfica. Hay un jurado que elige (tanto a los prenominados de las categorías en concurso como a los ganadores de cada edición), y está conformado por alrededor de 500 profesionales de la música.
-Al menos en los Grammy, su contraparte norteamericana, estos profesionales de la música integran la Academia Nacional de Grabación de Artes y Ciencia. ¿Existe algo así en la Argentina?
-No hay un equivalente acá. En lo que coincidimos con los Grammy es en que también premiamos a las grabaciones. Ese gramófono que se entrega como premio simboliza a las grabaciones. En el caso nuestro, no había otro premio similar hace 26 años. Por eso decidimos crearlo. Existen distintos países de Latinoamérica que comenzaron a hacer sus premios, lo que demuestra que hay diferentes maneras de hacerlo. En algunos está involucrada la industria y en otros no.
-¿Cuántas categorías sumaron en 2024?
-Hay 3 categorías nuevas que giran en torno al “Pop urbano”.
-¿De qué depende la inclusión de un nuevo rubro?
-Cuando se hacen las postulaciones, ves que hay géneros que empiezan a tener volumen y que merecen una distinción aparte. Son experiencias que surgen del sistema de postulación. Es importante destacar que cualquier artista se puede inscribir para participar en los Gardel. Desde el que está en una compañía discográfica hasta el autogestionado.
-Antes del cambio de paradigma musical, otra variante significativa del galardón fue que hombres, mujeres y otras identidades de género pueden competir en una misma categoría.
-Representamos a la industria de la música en Argentina. Debemos tener la sensibilidad para captar los cambios que se van experimentando. Tampoco podemos ser indiferentes a los contenidos de los nuevos artistas. Y eso se va reflejando en las categorías.
-Las últimas tres ediciones de los Premios Gardel coincidieron con una época en la que la Argentina volvió a ser potencia mundial en materia musical. ¿Cómo acompañan a este momento?
-En la última década, Argentina se convirtió en un polo de generación de talento. Sobre todo en el espectro de la música urbana. Es un referente regional y global, lo que no deja de asombrarme. También es importante la categoría “Nuevo artista”. Ahí es donde estamos viendo estos cambios de los que estamos hablando.
-El premio es organizado por productores de fonogramas y videogramas, lo que alude a formatos de reproducción de la música. ¿Esto también entra en juego a la hora de entregar un premio?
-Antes que nada, somos productores de fonogramas, una fijación de sonido. Por más que esto esté constantemente cambiando, nuestro laburo sigue siendo el mismo. Desde hace varios años, el entorno digital, por lo menos en el consumo más masivo, está ganado con el streaming. Éste vino a equilibrar la convivencia de nuestra industria en el mundo de internet. Ese sistema es hoy el más popular. No obstante, se siguen dando experiencias muy interesantes. En Argentina se están vendiendo más vinilos que CDs. De todos los formatos físicos que existieron, es el soporte más entrañable. Pero lo más importante de todo esto es que la música sigue siendo una experiencia.