Una "coreografía larga", casi deportiva; una creación performática
contemporánea vinculada a Romeo y Julieta. Así podría ser definida en pocas palabras Patricio y Julieta, la última creación como autor y director del versátil Toto Castiñeiras, conocido también por ser clown del Cirque du Soleil, hace ya dos décadas. "Le hice preguntas al clásico. Traté de imaginar cómo sería la obra máxima de lo romántico puesta en una sociedad que ahora lo rechaza", cuenta en la charla con Página/12, en la que también conversa sobre su aniversario en el circo más célebre del mundo y el estreno de otra obra suya -Las lágrimas de los animales marinos- en octubre en el Teatro Cervantes.
"Me gusta hacer todo. Cuando entendés que tu ocupación es armar espectáculos, trabajar para el público, lo podés hacer en todos lados. En una sala para 20 personas, en el Soleil para 5 mil, en el teatro del Estado. Es todo una sola cosa. Un solo problema. Todo es efímero, estamos acá y es todo un chiste. Es denso el problema, pero detectarlo está bueno", dice el actor, autor y director, referente del teatro físico. "Hago reír a la gente porque me parece que, como está el mundo, tener cinco segundos en los que te olvidaste de todo y te reíste es fundamental", expresa.
Patricio y Julieta (no es Romeo y Julieta) se presenta los viernes a las 20.30 en el Centro Cultural Rojas UBA (Avenida Corrientes 2038). Cuenta Toto que la conexión del trabajo con el clásico de Shakespeare apareció al final del proceso creativo, ya que todo comenzó como una exploración más física. Julieta Raponi y Patricio Penna, los dos jóvenes intérpretes del espectáculo, vienen de formarse con él. "Les interesan mucho la acrobacia y la danza pero no son profesionales. Siempre me parecen atractivos los cuerpos de los intérpretes que no llegan a ser bailarines pero da la sensación de que bailan. Ellos se llevan muy bien. Empezamos a trabajar sin ningún objetivo claro", dice Toto. "Estructuras de movimiento, pruebas semi acrobáticas, ideas coreográficas y esquemas de acciones" devinieron en esta "coreografía larga".
"La idea de Romeo y Julieta se incorporó de manera azarosa, y muy sobre el final del proceso. Los intérpretes son jóvenes y me transmitían algo de la fuerza de lo romántico, de la sensualidad de la juventud. Sobre todo el tema de la seducción puesto en el cuerpo. Le fuimos a hacer preguntas al texto, no es que lo versioné ni me ocupé demasiado de hacer un trabajo intensivo en relación al autor o la obra. Fue más sobrevolarla y elegir de lo textual y situacional cosas que me servían para traer al imaginario de estos dos cuerpos que ya estaban coreografiados", explica Castiñeiras, quien anteriormente escribió y dirigió, entre otras, la celebrada Ojo de pombero. En Patricio y Julieta se ha ocupado también del diseño de iluminación y del vestuario.
-¿Y qué sucedió en el proceso cuando se incorporó el clásico como referencia?
-A partir de ahí se desplegaron otros temas, a partir de imaginarme cómo sería la obra máxima de lo romántico puesta en una sociedad que lo rechaza ahora, que habla de su caída, que pone en juicio esos valores. El cambio de paradigma. Cuáles serían los problemas del día de hoy en relación a eso. También una cuestión de lo narcisista, lo egocéntrico, mostrar el cuerpo, lo hegemónico y no hegemónico. Nos hicimos esas preguntas y terminamos de armar esta dramaturgia.
-¿Y qué creés que, finalmente, sugiere la obra en relación con lo romántico pensando en la actualidad?
-La obra conecta con eso, con preguntarme qué onda yo, un tipo de 50, que no es lo mismo que se lo pregunten ellos (los intérpretes) que tienen veintipico. Pero también habla de esas cosas que uno hace para seducir al otro, que aparece mucho en las redes, lo de mostrar el cuerpo marcado, el maquillaje, seducir, bailar para tener un ojo de un público... el trasfondo es "te voy a seducir, me voy a mover para seducirte". Todas las maniobras que uno hace para que el otro se le acerque para destruirlo básicamente (risas). ¿Qué hace uno finalmente cuando conquistó al otro? Si el paradigma del romanticismo cayó, ¿para qué lo uso? Habla un poco de eso también.
-¿Qué elementos te sirvieron del clásico para la obra?
-De este cuento que está escrito ya, probado y recontra instalado, me interesó mucho la primera parte, la de la seducción, donde hay mucho cuerpo. El balcón, las trepadas, la fiesta, las corridas, persecuciones, la lucha, las riñas en la calle... mucha acción de lo corporal. Todo eso me sirvió un montón para el armado del movimiento. En relación al sentido, lo narrativo, toda la primera parte tiene que ver con la seducción, la calentura, el acercarse, el enamoramiento; también con el contacto, la piel. Me sirvió y le hice caso. También la intención de los personajes de acercarse a pesar de: de entender rápidamente que es un imposible y sin embargo avanzar e ir al encuentro de los cuerpos. Después le robamos elementos que me parecen divertidos: la daga, el veneno, algo tipo unas drogas (risas). El fray Lorenzo actuando como de dealer. Me parece una visión muy contemporánea la del fray dealer que arma el veneno, una data que iba a funcionar en esta puesta, que es más abstracta e ilógica.
-Tiene una impronta deportiva, ¿no?
-Sí. Me gusta hablar del intérprete como un deportista, porque hay muchas cosas del deporte que al intérprete físico le sirven. No le sirve el concepto de competencia, pero para este espectáculo nos sirvió. Después el estar a tono, alerta, con mucha vida en ese tiempo que uno tiene en la cancha. Estuvimos trabajando en relación a ciertos circuitos deportivos. El vestuario podría ser un uniforme deportivo loco. Lo competitivo tiene que ver con lo narcisista. Si te conquisté con la belleza, ¿cuán bello sos? Hay una competencia en relación a eso también. A lo peor de la relación: las apariencias. El deporte sirve para poner en competencia a los personajes, para que uno le gane al otro y que uno sostenga al otro para que el otro se ejercite.
El Cirque y nueva obra
"Me tengo que poner a ensayar", piensa en voz alta Toto cuando se le pregunta por el Cirque y sus 20 años en la compañía. Con motivo de su aniversario fue convocado para evocar sus primeras rutinas en una creación que estrenará en el verano de Andorra. Serán 20 shows de Sublim. Regresará para estrenar Las lágrimas... en el Cervantes.
-¿Qué balance hacés de todos estos años en el circo?
-Es una forma de vida. Te mantiene viajando, girando... es una forma muy particular de laburo y de vincularte con el mundo, es mi trabajo, algo que me queda muy bien y me hace muy feliz. Por eso decido seguir haciéndolo. Te hace pasar el tiempo distinto. Pasa rápido el tiempo cuando uno viaja y aprende a vivir de forma itinerante. Me siento un afortunado en relación a esta vida que pude tener, y en relación a lo laboral haciendo lo que siempre me gustó: hacer reír a la gente. No creo que exista algo más importante para mí, que me dé mas placer.
-¿Qué podés contar del estreno en el Cervantes?
-Es mi ultimo texto, con un elenco grande. Va a haber danza, acrobacia, actores importantes. Va a ser una fiesta. Trata sobre un personaje que está intentando reconstruir algo en su memoria, a raíz de llegar a un departamento de su infancia. Habla del duelo, la pérdida de alguien, y de ese trabajo que uno hace por reconstruir momentos de su vida, algunos felices y otros traumáticos. Va a ser una obra más del mundo de la sensación que de la literatura, como siempre. Yo uso la literatura para generar imágenes, sensaciones o contextualizar; no soy un gran escritor de palabras. La obra está contextualizada en un clima nostálgico e incierto que es el de una ciudad costera en invierno. Yo soy de Mar del Plata y cuando se va el turismo, toda esa locura, ya en abril, junio, empieza a sentirse algo rarísimo, que tiene que ver con el vacío, el mar, la inmensidad, lo nostálgico y melancólico de habitar esos lugares.