Inmaculada 6 puntos
Immaculate, Estados Unidos/Italia, 2024
Dirección: Michael Mohan
Guion: Andrew Lobel
Duración: 89 minutos
Intérpretes: Sidney Sweeney, Álvaro Morte, Simona Tabasco, Benedetta Porcaroli, Dora Romano, Giorgio Colangeli.
Estreno: Disponible en salas.
El terror religioso no pasa de moda y la fascinación por la imaginería cristiana, en especial la vinculada a los ritos del catolicismo, está más viva que nunca. Así lo demuestra el estreno de Inmaculada, tercera película del género protagonizada por monjas que se estrena en menos de un año, tras La monja 2 y La primera profecía. Con ellas comparte además otras cuestiones, algunas formales, otras anecdóticas y algunas más de fondo. Pero lo que todas dejan claro es la importancia que la mitología cristiana tienen en la conformación del miedo en la cultura occidental, a partir de la dualidad del bien y el mal o de conceptos como infierno y martirio.
La historia gira alrededor de Cecilia, una joven estadounidense que llega hasta un convento en las afueras de Roma para tomar sus votos. Ahí hallará un espacio de compañerismo y entrega que, a pesar de lo estricto, parece dar cuenta de una comunidad altruista cercana a lo ideal. Ese panorama casi idílico no tarda en desmoronarse, para dejar al descubierto todo lo de arcaico que aún subsiste en una institución como la católica, que en sus aspectos más ortodoxos no está tan lejos como se piensa de otras iglesias, como la judía o las islámicas. La sumisión de la mujer al rol de siervas, no solo en el plano simbólico, es uno de los puntos más notorios y el que la película toma como excusa.
Inmaculada vuelve a tener como escenario a Europa, territorio en el que estas tradiciones se conservan en sus versiones más primitivas, permitiendo que presente y pasado se fundan. Algo que tanto en La monja 2 como en La primera profecía era acentuado fechando sus relatos en las décadas de 1950 y 1970. Inmaculada también podría tener lugar en algún momento de la segunda mitad del siglo XX, salvo por un par de detalles vinculados a la tecnología y a la ciencia, que la anclan en el presente. Además, la idea central de Inmaculada es casi un calco de La primera profecía, ya que ambas utilizan a las películas de sectas como modelo para plantar al mal en el seno de la institución eclesiástica.
Pero si bien las dos recorren arcos dramáticos muy similares, incluso en sus detalles, Inmaculada elige una vertiente que abreva menos en lo sobrenatural que en miedos más concretos y carnales. Si la saga de La profecía se sostiene en la validación de un universo místico, Inmaculada toma un desvío en el que la maldad es absolutamente humana, convirtiendo al convento en una especie de campo de concentración, con su propia versión del Dr. Menguele incluída. Detalles que apuestan por una clase de delirio menos frecuente en la rama religiosa del terror y que no solo la vuelven (un poco) más interesante que otros exponentes, sino que le permiten desviarse hacia el absurdo sin caer en el ridículo.