Entre lágrimas y aplausos, los vecinos de la localidad chubutense de Gualjaina despidieron a Rogelio Hubo, el último empleado de la estafeta del Correo Argentino que funcionaba en esa ciudad y que el gobierno de Javier Milei decidió cerrar en el marco de sus políticas de desintegración del Estado.
Veinticinco años trabajó el hombre en ese lugar ubicado en el departamento Cushamen, al noroeste de la provincia patagónica de Chubut. Ayer cumplió su jornada laboral y al finalizarla cerró la puerta y entregó las llaves a la autoridad municipal para luego volver a su vida cotidiana, pero como un desempleado.
La historia de Rogelio Hubo se suma a la de Javier Alejandro Villoldo, el último trabajador de Correo Argentino en Corcovado, y a la de tantos otros que fueron echados.
Los vecinos de Gualjaina se acercaron hasta la estafeta para saludar a Rogelio y agradecerle los años de servicio. Le entregaron una plaqueta que lo recuerda como el cartero del lugar, luego le brindaron un aplauso y algunos lo abrazaron.
Él se retiró llorando, llevando consigo su bicicleta unida al remolque donde llevaba las encomiendas. No tuvo más remedio que aceptar un retiro voluntario que venció ayer, ante el cierre de la oficina.
Rogelio es uno de los casi 3 mil empleados del Correo Argentino despedidos o forzados a abandonar su trabajo por el gobierno de La Libertad Avanza (LLA), empecinada en vaciar esa empresa para después reprivatizarla.
La estafeta de Gualjaina se sumó de esta manera a las decenas de oficinas que dejaron de funcionar ante el despojo. Las cesantías llegaron a las sedes de todo el país y golpearon con fuerza en la Ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Santa Fe, La Pampa, Catamarca, Tucumán, que son las que contaban con más empleados.
Pero desde ya que las más sacudidas fueron las pequeñas oficinas que, debido a la escasa cantidad de empleados, cerraron totalmente y dejaron al azar de los correos privados la llegada de correspondencia.