“¿Ves ese carrito de bebé?: la chica esa sale todos los días con los termos colgados en el carrito así la policía no se da cuenta de que está vendiendo”, cuenta Dayana. La chica cruza la calle Santiago Del Estero, una de las arterias de Constitución, lo hace rápido porque la policía viene rodeando a Dayana y a un grupo de trabajadoras sexuales. Son una veintena realizando una recorrida por el barrio junto a la diputada Victoria Montenegro: es la estrategia que encontraron desde Ammar (Sindicato de Trabajadoras Sexuales de Argentina) para visibilizar y frenar una ola de violencia policial, legitimada por la política estructural del gobierno nacional y de la Ciudad que descarta a quienes se caen de una gestión que acumula comida en galpones, arenga el sacrificio y promete un repunte que para muchxs es caída libre.

“Ayer la policía tiró el carrito de una señora al suelo, tenía la comida para vender y todo se echó a perder. Fue en esa esquina, frente a la farmacia, la señora tiene 70 y pico de años y no la volvimos a ver”, dice uno de los empleados de la verdulería de Juan de Garay y Salta, allí donde el concreto de la autopista tapa el cielo y donde llegan trenes de distintos puntos del conurbano. La escena, de una crueldad absoluta, es cotidiana y se repite.

“Esto pasa todos los días” dice Dayana, que además de trabajadora sexual es parte de Casa Roja, un proyecto que fue impulsado en 2019 desde Ammar y que aterrizó en el corazón del barrio. Un local pequeño a metros de Plaza Garay, donde se chusmea, se hacen chistes y en donde también se empeñan en defender un tejido comunitario y de solidaridad que viene de antaño.

La diputada Victoria Montenegro conversa con una vendedora de comida que denuncia el hostigamiento de la policía. Foto: Jose Nico.

Un territorio hostil

Constitución, un barrio que esconde casas hermosas y es tildado de "sucio", calles que llaman “peligrosas” y lazos solidarios que crecen como yuyos en cada esquina. Un barrio en donde convergen problemáticas que no son nuevas pero que vienen escalando: la crisis habitacional, el hacinamiento, el consumo y venta de droga, la violencia policial, los conflictos entre vecinos, el hambre, la xenofobia y la transfobia.

Durante el mes de mayo, desde Casa Roja planificaron recorridas por el barrio junto a diputadas y diputados de la ciudad para visibilizar el hostigamiento que están padeciendo por parte de la policía y algunos vecinos. Las12 fue parte de la recorrida en la que participó la legisladora Victoria Montenegro, el objetivo es buscar alternativas, la premisa de la policía es sacar de la calle colchones, frazadas, plásticos, carritos de comida, cirujas, cartoneros, vendedorxs y trabajadoras sexuales para cumplir el objetivo del gobierno de la CABA: una ciudad "limpia". La orden está avalada por un grupo de vecinos que no quieren que “la imagen del barrio se venga abajo” porque las propiedades se desvalorizan y porque un barrio “peligroso” no atrae inversiones.

¿Cuál es el peligro cuando la policía hostiga a migrantes, trabajadores/as sexuales, personas que salen con un carrito a vender comida, quienes hacen la cola en un comedor o a les pibes que están en la calle? ¿Qué es ocuparse de que una propiedad no se desvalorice? ¿Es ir a fondo con una política de violencia y crueldad que se basa en sacar colchones de la calle para que la gente ni siquiera pueda dormir a la intemperie a poquísimos grados de temperatura? 

La policía cruza a la otra vereda cuando el grupo que conforma la recorrida se acerca. Foto Jose Nico.

La recorrida

Vamos hasta la plaza, Pavón, San José, Constitución, Salta y Garay”, así marcan la ruta, saben que hay en cada esquina, dónde para la policía. Conocen el barrio porque son parte del paisaje que según dicen, unos pocos quieren cambiar: “Organizamos estas recorridas como una estrategia para frenar la violencia institucional que viene creciendo en las últimas semanas, sobre todo con el cambio de comisario” dice Georgina Orellano, referente de Ammar. Está en la ronda de presentación en Casa Roja, allí donde entre afiches y una pequeña biblioteca se intenta regenerar el lazo comunitario a pesar de las violencias y la crueldad que crece todos los días: “Son un par de vecinos los que denuncian, nosotras estamos en todos los grupos del barrio, hacemos colectas para cuando hay que comprarle el vestido de 15 a la hija de una vecina”, dice Dayana que asegura que la mayoría de los vecinos y vecinas tienen buena relación con ellas.

La ronda en la Casa Roja antes de realizar la recorrida junto a la diputada Victoria Montenegro. Foto Jose Nico.

"Buenos" vecinos


La pelea es de pobres contra pobres, y en el medio

un nuevo comisario que llegó en marzo con la decisión de que no haya prostitución en la calle

: “Hay un grupo de

WhatsApp

que se llama “Los Buenos Vecinos” que en realidad es un canal de denuncias. Entonces mandan un mensaje y ponen en el grupo "hay dos travestis en la calle tal", ́ explica Georgina y una de sus compañeras la corrige: “No, no dicen travestis, dicen travestidos,

nos tratan en masculino siempre, tienen un componente racista con los colectivos migrantes y no respetan la identidad de género”,

explica otra de las integrantes de la ronda.

El comisario se llama Sergio Gigena y según cuentan ellas mismas, es la primera vez que quien está a cargo de la comisaría también es quién las pone contra la pared para cachearlas. Lo más común es que les quiten los celulares para que no tengan las filmaciones que prueban los abusos: “Anda patrullando con su auto particular, un auto blanco que todas conocemos y él mismo es el que te pone contra la pared. Pero eso no es todo, se baja y agrede a las personas en situación de calle”, cuenta Dayana.

“Cuando nosotras hablamos de la ley de identidad de género se nos burlan, nos dicen que no tenemos derecho de nada por ser trabajadoras sexuales. La única herramienta que tenemos para defendernos es el celular, y eso nos lo quitan cada vez que hacen procedimientos”, dice Yokhari que también está en la ronda, con una decisión contundente de denunciar los abusos que sufren todos los días.

En el grupo de WhatsApp de “Los Buenos Vecinos” aparecen las mismas fotos que les saca la policía durante los operativos: “Ese grupo de WhatsApp es como un anexo de la comisaría. En marzo, cuando asumió el nuevo comisario lo cruzamos en un operativo donde había una señora que no es trabajadora sexual sino que vende cosméticos en la vía pública", cuenta Yokhari. La excusa dicen que como siempre es el narcomenudeo, una carta fácil que utilizan a diario para incriminarlas, sacarles dinero o tenerlas un rato en una habitación de los hoteles del barrio.

“Yo trabajo en la calle vendiendo cosméticos, las chicas tienen mi Facebook y mi WhatsApp para hacerme los pedidos. Vengo un día y les entrego lo que me pidieron. La otra vez les estaba entregando el pedido y viene el comisario Gigena y me dice que estoy haciendo pasamanos (droga)”, cuenta Isabella, quien fue detenida y llevada a un hotel del barrio por policías femeninas: “Yo les decía que ni siquiera vivía en Constitución, que trabajaba, que tengo facturas, testigos. Me querían sacar toda la plata de las ventas. Cuando les expliqué me dijeron ´disculpá´”.

La crueldad de cada día 

Frente a un contexto en donde se habilitan prácticas de crueldad y de odio cotidianas, las estrategias para confrontarlos no son fáciles de llevar a cabo. Las recorridas planteadas por la Casa Roja tienen dos pilares fundamentales: uno, es que las y los legisladores de la Ciudad de Buenos Aires puedan conocer la problemática cuerpo a cuerpo. La otra, es demostrar cómo la violencia policial no solo va contra las trabajadoras sexuales sino contra todo un entramado social, en donde la política del descarte está a la vista: Jorge Macri realizó hace algunas semanas una campaña para “limpiar la ciudad”, se publicaron fotos que mostraban "el antes" y "el después". Las imágenes fueron contundentes.

El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires publicó en Instagram la campaña para "limpiar" las calles.

El comisario acosador

“Él se siente como el dueño de Constitución, y su rol es institucional, no puede ir por la calle con su auto particular y hostigar a las personas. En la ciudad de Buenos Aires está la Ley de seguridad implementada en 2016, entonces la policía no puede hacer cualquier cosa, ustedes pueden denunciar a través de nosotros”, dice Victoria Montenegro mientras realiza la recorrida e insiste en pensar estrategias conjuntas para frenar la ola de violencia. También recuerda que el comisario Gigena viene de Villa Lugano, allí también tenía conflictos con las personas en situación de calle.

Jade es migrante e hizo la denuncia frente al Ministerio Público Fiscal: “Yo venía caminando por la avenida San Juan y Santiago del Estero, vino una policía de la nada y me dijo que me parara: ´parate ahí negra de mierda´, me quería sacar la plata que yo tenía para pagar mi local en el que hago manicura. A mí la policía me robó el celular, me metieron al hotel, me desnudaron e incluso me metieron los dedos. Eso es una violación. Ese oficial se llama Franco Acuña y yo lo quiero denunciar” dice Jade.

Ellas utilizan sus celulares para poder registrar las violencias, cuando las detienen les dan papeles hechos a mano que no tienen número de fiscalía ni ningún procedimiento formal: “La policía que está acá en Constitución odia a las extranjeras y a las personas trans, no quieren saber nada con las rancheadas, a la gente que está tomando un té en la plaza los han cagado a palos”, agrega Jade.

Integrantes de Casa Roja en la explanada del hotel en donde muchas veces sufren los acosos policiales. Foto Casa Roja corazón

Casa Rosa Corazón


"Los barrios de la Comuna 1 son de los quealojan a la mayor cantidad de personas en situación de calle y eso también hace que las organizaciones políticas y sociales tengamos que salir a sostener aquello que el Gobierno de la Ciudad suelta”, diceFelicitas Fuertes, integrante de la Organización de Base Rodolfo Walsh y agrega: “Constitución se caracteriza por esa solidaridad que es reflejo de la tarea de las compañeras de Ammar.

Mientras se expulsan a las trabajadoras de la economía popular y a quienes duermen en la calle porque hacen el "paisaje más feo" las integrantes de Casa Roja se abren paso en medio de los discursos de odio

, las violencias de la policía y el desamparo del Estado para agarrar fuerte de la mano a quien lo necesita”, dice.


La mayoría de las trabajadoras sexuales que hacen la recorrida son reconocidas por la gente que tiene negocios, por los porteros de los edificios, por quienes controlan la llegada de los colectivos y sobre todo por quienes conocen  la calle como ellas. Entre sus pasos extravagantes, el humor y la riña para ver quien está más linda y más joven, hay temor, dolor y angustia. Por ver ese avance y envalentonamiento policial a flor de piel, detectar que un grupo de 7 vecinos puedan dar legitimidad a una violencia descomunal. Frente a eso, siguen luchando para que los buenos vecinos -o la gente de bien- no sean quienes expulsan a los pobres del barrio.