“Mi viejo falleció pero me dejó el tango, y mi tía sigue yendo a la milonga, baila muy bien”, comenta Patricio Coutoune. En sus recuerdos aparecen largos tramos en auto hasta Entre Ríos en que su padre lo hacía escuchar a Aníbal Troilo, a Edmundo Rivero, y le contaba a su vez de su padre, que era representante de artistas de varietés. “Vivían cerca de donde tocaba Pichuco e iban a verlo, ahí lo conoció, mi viejo también fue amigo de Rubén Juárez”, agrega. Quizás por eso, es natural que en su regreso a los escenarios en Buenos Aires, el actor –hijo de Cristina del Valle- eligiera una obra atravesada por los clásicos del género.

Gayola en París estrena este viernes a las 20.30 en Patio de Actores (Lerma 568) y estará en cartel todos los viernes de junio y sólo un sábado: el 6 de julio (en esa ocasión será a las 22). La obra tiene la dramaturgia y producción de Pamela Jordan (esposa de Coutoune) y música original y arreglada por Fernando Nazar, con dirección de Pablo Gorlero.

Gayola es un unipersonal musical, teatro con canciones de tango”, explica Coutoune. “Es la historia de un ex boxeador que supuestamente está engayolado, preso, en París, en los años 50, y cuenta cómo es que llegó ahí: arranca en comedia y termina en un drama tremendo”. La añoranza por un pasado de gloria, por los buenos años que ya no existen, es personal, pero acepta una lectura de lo político, entiende Jordan, responsable de la dramaturgia. “En este caso la idea de un pasado glorioso es bastante literal: Serafín, el protagonista, sí vivió su momento de gloria, aunque todos tenemos esa lectura de que el pasado fue más glorioso que el presente, pero de esto tampoco escapa la naturaleza del personaje”, reflexiona la dramaturga. “Él añora su niñez, sus oportunidades y quisiera poder elegir otra vez, ya que son esas malas elecciones las que lo llevaron al encierro”, cuenta.

“Claro que esto termina teniendo una lectura social y política, ¿no? Es ese mismo encierro el que permite que él descubra su fortaleza y, en sus propias palabras, no pierde la pelea quien se cae, sino aquel que no se levanta”, plantea Jordan. “Cuando te dan ñapis hasta dejarte tirado en el cuadrilátero, hay que levantarse con la frente en alto, sabiendo que algún día la revancha va a llegar”, recita.

Serafín está inspirado en el personaje homónimo de Edmundo Rivero y encuentra sus orígenes en la pandemia, cuenta Coutoune. “Yo ya venía cantando tangos porque me gustan mucho, pero era más que nada con amigos y familia, mi mujer me conoce y sabía cuáles me gustaban y los empezó a intervenir en pandemia, cambiándoles la letra y poniéndolo todo referido al covid, y pegó mucho”, retoma el actor. “Ella quería que yo volviera a las tablas porque hace mucho que no las pisaba, ¡casi 20 años!”

Aquí vale la aclaración. En la Argentina Coutoune trabajó con Pepe Cibrián y con Angel Mahler, para quien incluso llegó a protagonizar una puesta. En su currículum hay mucho teatro de repertorio. Pero empujado por la crisis, a comienzos de siglo Coutoune y familia armaron las valijas y se instalaron en Estados Unidos muchísimo tiempo. Allí, aunque ocasionalmente se vinculaba a la producción artística, la mayoría de su actividad pasó por la gastronomía. Pero le era difícil, con la herencia artística que tiene –por parte de madre, de padre y de padre putativo (Claudio Levrino)- largar así como así el escenario. Su esposa, además, lo estimulaba y alentó este regreso a la cartelera porteña. “Siempre seguí cantando”, sonríe.

“Por un lado, mi mujer escribió la obra pensando en estos tangos, y al mismo tiempo los tangos llevaron a la inspiración de Gayola”, señala Coutoune. Después fue mostrarle el proyecto a Gorlero, que se copara con la idea, y sumar a Nazar para que interviniera esos clásicos y agregara sus propias ideas. “Ahí empezaron a salir otras cosas que nada que ver con los tangos originales, que están pero como medio hechos bosta, pero muy bien”, comenta. “Musicalmente generamos climas que tienen que ver con la obra, no es un musical de esos que él tiene un texto, cuenta algo y viene la canción, sino que la canción es parte del texto constantemente , son fragmentos que se intercalan entre texto y canción, para que se genere una cosa de verdad. Si no, sería un musical”, destaca.

“La obra es un tango, el texto es un tango constante, una piña al corazón”, propone Coutoune. “Habla de la soledad, del encierro, de la traición, de todo esto que el tango lleva tan adentro y que llevamos nosotros, los porteños... los argentinos, pero más los porteños”, señala. “Yo estuve exiliado desde el 2001 casi siete años en Estados Unidos, fue un exilio porque me iba mal económicamente, mis hijos eran chiquititos y acá la veía muy complicada y me fui a probar suerte allá. Obviamente me volví porque en la época ya de Néstor Kirchner veía que el país estaba mejor y tomamos la decisión de volver, queríamos estar acá, que mis hijos se criaran acá. Más allá del contexto que a veces este país nos da, el argentino tiene una pertenencia enorme y nosotros sentíamos que teníamos que estar acá y que darles esto a nuestros hijos”. Ahora, cuenta, con su mujer encaran nuevamente la aventura de las tablas.

¿Puede el encierro que sufre el protagonista oficiar de metáfora de la memoria? ¿De la trampa que supone el pasado? Para Coutoune, “todos siempre tenemos o tuvimos añoranzas de un pasado mejor, que estábamos mejor con algún gobierno o que estábamos mejor con algún trabajo o que estábamos mejor con otras situaciones que nos han sucedido. Y eso lo único que hace es atraparte en esa añoranza y no dejarte salir, meterte en una espiral, como le pasa al personaje”, concede. “El personaje no puede escapar de esas añoranzas, él mismo en el texto dice, ‘los recuerdos me comen el alma, me estrujan el corazón y me hierven la sangre’. Qué difícil que se hace olvidar y qué difícil es el olvido, el olvido en general, que te olviden, porque en definitiva es eso también, ¿no? ¿Cómo salimos de eso? La única manera es vivir el presente de la mejor manera y llevarlo adelante siempre viviéndolo a full. Yo creo que esa es la única manera de vivir. Lo que pasa que en el caso de Serafín y en el caso quizá también de algunas otras personas que no hayan podido escapar de esa espiral, terminan quizá cometiendo errores que lo pueden llevar a terminar en un presente trágico”.

* Gayola en París. Viernes a las 20.30, Patio de Actores, Lerma 568. Entradas en Alternativa Teatral