Rogelio Hubo fue el protagonista de un video que se viralizó en las últimas horas en las redes sociales. Miles y miles de personas vieron como él se despedía entre lágrimas de la oficina que lo vio cumplir sus tareas todos los días durante los últimos 25 años. Él mantenía en funcionamiento la única oficina del Correo Argentino de Gualjaina, en Chubut, que, con el cambio de Gobierno, fue cerrada.

“Todavía estamos con el golpe. Estamos con mi familia, pasando el proceso de lo que ha sucedido”, contó en diálogo con Víctor Hugo Morales en la 750. Y añadió: “Yo entré a trabajar en 1998. Pasé la privatización de Menem, cuando compró Macri. Ahí me quisieron despedir”.

Esta vez la historia fue distinta. Al trabajador lo llamaron para comunicarle que cerrarían todas las "oficinas unipersonales". "Me dijeron que no iba a quedar otra que tome el retiro voluntario. Hubo compañeros a los que echaron como perros. Eso te lleva a un desgaste el inmenso”, se lamentó. 

Apenado, recuerda sus años al frente de la oficina de Corroe que permitía comunicar a un pueblo entero, que de esta manera deberá recorrer  “Yo no hice mal mi trabajo, no me merecía ser despedido, y tomé la decisión de dar un paso al costado. Yo pagaba la luz de la oficina, la limpieza, los artículos de librería, compraba la leña para la calefacción. Por eso la gente me conoce y me quiere mucho”. 

La historia detrás del video viral

En el video se ve cómo los vecinos de Gualjaina se acercaron hasta la estafeta para saludar a Rogelio y agradecerle los años de servicio. Le entregaron una plaqueta que lo recuerda como el cartero del lugar, luego le brindaron un aplauso y algunos lo abrazaron.

Él se retiró llorando, llevando consigo su bicicleta unida al remolque donde llevaba las encomiendas. No tuvo más remedio que aceptar un retiro voluntario que venció ayer, ante el cierre de la oficina.

Rogelio es uno de los casi 3 mil empleados del Correo Argentino despedidos o forzados a abandonar su trabajo por el gobierno de La Libertad Avanza (LLA), empecinada en vaciar esa empresa para después reprivatizarla. 

La estafeta de Gualjaina se sumó de esta manera a las decenas de oficinas que dejaron de funcionar ante el despojo. Las cesantías llegaron a las sedes de todo el país y golpearon con fuerza en la Ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Santa Fe, La Pampa, Catamarca, Tucumán, que son las que contaban con más empleados.

Pero desde ya que las más sacudidas fueron las pequeñas oficinas que, debido a la escasa cantidad de empleados, cerraron totalmente y dejaron al azar de los correos privados la llegada de correspondencia. En este caso, los habitantes del pueblo deberán recorrer unos cien kilómetros hasta la oficina más cercana para recibir y hacer envíos, documentación y otro tipo de paquetes.