Entre el 5 y el 10 de mayo, El Mató a un Policía Motorizado fue el artista invitado de Interpol en su serie de shows por el sur de los Estados Unidos (a ese periplo lo llamaron Interpoleros). Si bien la noticia sorprendió, la icónica banda del post punk manufacturado en los 2000 y el torreón del indie argentino ya habían coincidido en varios festivales internacionales de música. Paul Banks, cantante y guitarrista del trío, quedó tan fascinado con el sonido de los platenses que se escapaba hasta el borde lateral del escenario para disfrutar de su performance. Su admiración creció a tal punto que vio en este tramo del tour (con el que su grupo se encuentra despidiendo a su último álbum de estudio, The Other Side of Make-Believe) la oportunidad idónea para dar el paso hacia la camaradería.

Sin embargo, el frontman no es el único integrante de la banda neoyorquina que se desvive en halagos por los liderados por Santiago Motorizado. El guitarrista Daniel Kessler también se cuenta entre los ilustres seguidores del quinteto argentino, por más que aún -no es de extrañar- le cueste mencionar su nombre. “Mi español no es bueno como el de Paul. Pero me parece que es un nombre original y completo. Ellos están hoy entre los mejores grupos de rock de habla hispana. Somos fanáticos de su música, porque son realmente geniales”, afirma el violero al otro lado de la comunicación por Zoom. “Cuando planificamos el primer trimestre de 2024, tanto a nosotros como a nuestro equipo de trabajo nos gustó la idea de invitarlos a compartir esta parte de la gira. Era una gran oportunidad para hacerlo”.

Esa juntada podía haberse replicado en la Argentina, pero al final las agendas no coincidieron. Mientras El Mató actúa en este momento en Europa, Interpol volverá a Buenos Aires el domingo 2 de junio. Tras su paso por la edición porteña del Primavera Sound en 2022, la banda se subirá en esta ocasión al escenario del Luna Park, donde le antecederán los locales Mujer Cebra, quienes vienen de coronar un show épico en Niceto Club. Es por eso que, cuando se abran las puertas del estadio a las 20, se espera una fecha memorable. Como todas las que brindó Interpol en la capital argentina, con la que siempre fue consecuente. “Buenos Aires es una de las ciudades en la que están nuestros mejores fans”, advierte el músico. “Hace tiempo que no damos un recital propio allá, por lo que tenemos muchas ganas de que llegue ese día”.

-La última vez que estuvieron por acá, su más reciente disco tenía pocos meses de haber visto la luz. ¿Cómo le fue en su maduración? Tomando en cuenta además que esas canciones son las más lentas de la banda...

-Tras publicar siete discos, tenemos margen para experimentar. Todo lo que hicimos antes nos dio lo que puede faltar en un próximo trabajo. Mientras hicimos The Other Side of Make-Believe, el foco estaba puesto en la montaña. O en la sensación de estar ahí. Si bien tenemos canciones lentas en nuestro segundo álbum, es cierto que éstas son diferentes. Tienen otra emotividad. Como banda, tenés que seguir moviéndote y cambiando para no volver a escribir la misma canción.

-Partiendo del título (en español significa “La otra cara de fantasear”), la insinuación está implícita en el disco. De hecho, es el más optimista de su obra. Lo cual resulta llamativo si se tiene en cuenta que fue compuesto durante la pandemia. ¿De qué manera impactó ese período en las letras?

-2020 y 2021 fueron años muy difíciles para todos, de emociones confusas. Así que una parte del disco está marcada por esa época, mientras que otra parte intentaba suponer cómo sería la vuelta a la normalidad. Son canciones que tratan acerca de lo colectivo, aunque desde una perspectiva muy personal. No sé si fue una lectura correcta o incorrecta, pero a mí me sigue pareciendo muy Interpol en su propósito. Nuestra personalidad está presente en esas canciones, por más que el proceso de creación haya sido raro e intermitente.

-Antes de hacer un álbum, ¿ya tienen idea de lo que terminará sucediendo o todavía dejan espacio para la sorpresa?

-En este caso, no hubo plan previo porque la pandemia nos agarró en diferentes países. Lo innovador del disco es que no habíamos compuesto nada antes de grabar. Improvisamos un formato más colaborativo, y me parece que funcionó bien. No sabíamos qué saldría. Sencillamente, lo hicimos. Eso fue lo que rescato de esta experiencia. Nos sentimos orgullosos de lo que salió. De la misma forma que sucedió en nuestros discos anteriores, la química siempre estuvo presente.

A pesar de que el grupo que completa el baterista Sam Fogarino aún le exprime el jugo a The Other Side of Make-Believe, este regreso al país fue promocionado como una “celebración” de Turn On the Bright Lights y Antics, sus dos primeros álbumes. Antes que competir contra su pasado, Kessler lo reivindica. Sin desatender el futuro. “Esto es rock and roll, música popular. No hay ningún conflicto al respecto, tampoco somos deportistas de alto rendimiento. Así es la naturaleza de las cosas”, aclara. “Amamos ambos discos, y estamos orgullosos de lo que todavía provocan en la gente. Cuando te sentís muy conectado a una banda, a partir de su primer disco, pensás que ése es el único mensaje. Eso es sin duda cautivador, y, naturalmente, invita a la comparación”.

-Antics es el disco que les consiguió un lugar en la historia de la música. ¿Qué te pasa cuando te dicen que eso es lo más alto a lo que llegó tu vara?

-No creo que sea negativo que piensen eso. El público siempre va a querer que le demos algo similar. Ellos necesitan ese disco, y para nosotros es fundamental tocarlo. Imaginate todas las emociones que despertó. Sin embargo, lo que más me entusiasma es lo que estamos haciendo ahora. Y eso es importante. Por más que a un pintor le hablen sobre las cosas grosas que hizo 30 años atrás, no tengo dudas de que se sentirá más entusiasmado por su presente.

-Tras el surgimiento de la nueva oleada de post punk, a principios de esta década, las comparaciones con Joy Division, una banda pionera del género, no fueron tan recalcitrantes como cuando aparecieron ustedes. ¿Qué opinás de esta progenie?

-No sé si tengo una respuesta para eso. No puedo hablar con certeza de la nueva generación de bandas y de lo que la gente dice sobre sus influencias. Lo que puedo asegurar es que, tras 25 años de carrera, seguimos peleándola y sacando discos. Simplemente, nos concentramos en lo nuestro. Y espero poder seguir haciéndolo por mucho tiempo más.