Por Pino Monkes *
Este libro es el resultado de una serie de entrevistas que mantuve entre 1998 y 2001 con destacados artistas plásticos locales con la idea de reflexionar sobre las definiciones de la materia artística y la intención de cada artista en el capítulo de la historia que les tocó protagonizar: los comienzos de la abstracción en la Argentina a partir de la década de 1940. Se trata de una época que representó un quiebre en las prácticas pictóricas, ya que comenzó a cuestionar su propia esencia y función. Lo haría a través de nuevos dispositivos estilísticos e instrumentales, basados en la autonomía de los elementos plásticos y en nuevas categorías de objetividad y funcionalidad.
Para el conservador/restaurador es muy importante comprender esa compleja estructura que es la obra de arte en su singularidad, aunque solo pueda hacerse en términos limitados, ya que le permite interpretar procesos de deterioro inherentes a su materialidad y estructura, o como consecuencia de estímulos medioambientales, así como establecer criterios apropiados para su conservación y restauración. Por tal razón, la ausencia en nuestro medio de investigaciones que aborden el arte argentino desde aspectos procedimentales fue el estímulo necesario para formalizar este proyecto, que se inspiró en el antecedente europeo de los primeros programas de contacto del restaurador con el artista que se iniciaron en 1977.
La posibilidad de dialogar con los artistas abstractos argentinos sobre estas cuestiones comenzó a gestarse a partir de mi primer encuentro con Raúl Lozza, en el verano de 1997. Sucedió a raíz de la restauración de su obra Pintura N° 310 (1953, óleo y esmalte sobre madera terciada de 136 x 110 cm), una de las tres piezas del artista que forman parte de la colección del Museo Moderno y que integrarían la muestra retrospectiva que el museo presentó en agosto y septiembre de aquel año. La degradación del fondo portátil que sostiene los tres planos de color había alterado notoriamente la tonalidad de aquel blanco tiza original, modificando las relaciones cromáticas del conjunto. Recuerdo las palabras del querido Raúl al ver su pieza: "Esto no puede ser... me altera toda la obra". Programamos, entonces, un segundo encuentro en el estudio de conservación/restauración del museo con la idea de establecer el mejor criterio de intervención para devolverle la eficiencia a ese fondo. Esta fue mi primera aproximación a los detalles de su tan particular técnica de tratamiento del color, que mantenía desde sus comienzos en la Asociación Arte Concreto Invención (AACI). Al año siguiente comenzaría a frecuentarlo en su casa-estudio, en la calle Fragata Sarmiento del barrio porteño de Paternal, para interiorizarme sobre todos los aspectos de su trabajo.
Los diálogos con Lozza serían los primeros de una serie de encuentros que incluiría, más tarde, los que tuve con Martín Blaszko, Juan Melé, Manuel Espinosa, Alberto Molenberg, Camilo Arden Quin, César Paternosto y Alejandro Puente. Esta selección de artistas pretendía cubrir dos momentos en el desarrollo de la abstracción en el arte argentino. El primer bloque corresponde a Lozza, Blaszko, Melé, Espinosa, Molenberg y Arden Quin, referentes de la vanguardia abstracta surgida a mediados de la década de 1940 en torno a la gestación de la revista Arturo. A partir de un nuevo discurso de forma, línea y color como valores absolutos y autónomos, y del cambio del concepto de creación por el de invención, estos artistas se valieron de la irregularidad del soporte para eludir la idea de fragmento de realidad a la que remite el formato ortogonal tradicional de la pintura.
Artistas de una generación posterior, Puente y Paternosto responderían a ese planteo y sus derivaciones mecanizadas desde una geometría más humanizada, que exterioriza la actividad del artista y las cualidades naturales de la materia de color en toda su dimensión expresiva sobre un soporte que siempre aporta sus propiedades visuales y táctiles al conjunto.
Si bien el motivo principal de las entrevistas fue repasar en forma detallada una cronología de los materiales y sistemas de ejecución adoptados por los artistas, otras preguntas pretendían llevarlos a reflexionar sobre sus experiencias en un terreno en el que son poco consultados y en el que tienen mucho para aportar, como el de las estrategias museográficas. Por otro lado, como conservador de una institución pública, me interesaban sus puntos de vista sobre los distintos criterios que un profesional puede adoptar para una restauración, desde los más tradicionales e intervencionistas hasta los llamados "minimalistas o conservacionistas", que buscan limitar las adiciones al cuerpo de la obra.
En línea con esto, es preciso aclarar que, en términos generales, la temática de la restauración en este libro está abordada desde un punto de vista conceptual, por lo que los ejemplos de restauraciones que se presentan no tienen el fin de privilegiar a priori un criterio sobre otro, sino que exponen algunas soluciones que fueron consideradas como las más apropiadas para la especificidad de cada caso.
* Lic. en Artes Visuales, jefe de conservación/restauración del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires desde 1992. Presentación de su libro Bajo la superficie- Siete diálogos sobre la materialidad de la abstracción argentina - Martín Blaszko, Manuel Espinosa, Raúl Lozza, Juan Melé, Alberto Molenberg, César Paternosto y Alejandro Puente; publicado por el MAM de Buenos Aires, con palabras preliminares de Victoria Noorthoorn e introducción de María Amalia García.