¿Quién soy, dónde estoy, dónde me pongo?
Típica muletilla humorística de Pepe Biondi.

Lectoros y lectoris de mi alma en pena, estamos pasando días peliagudérrimos, en los que coinciden una sensibilidad extremísima que provoca enconos difícilmente reconciliables causados por una palabra levemente fuera de contexto, y una insensibilidad más extrema aún, que hace que aquel “si no tienen pan, que coman tortas” de la luego descocada Marie Antoinette parezca una expresión solidaria al lado de "si no pudieran llegar a fin de mes, estarían muertos” o de “todos tienen el derecho de elegir morirse de hambre”, pronunciados oportuna e inoportunamente por Su (cada vez menos Graciosa) Tujestad.

Pero la bronquemia (nivel de enojo en sangre) está como elevada, y cualquiera se te viene al humo por un “quítame de allí esos planes”. Por ejemplo, si yo escribiera en esta columna que “Su Graciosa Tujestad tiene una personalidad inestable”, me granjearía el enojo de unos, por decir que es inestable; y de otros, por decir que tiene personalidad.

Así de mal, estamos.

Igualmente, el recién ascendido a la Jefatura de Su-ministros Cero explicó que su elevación se debía al hecho de ser el único, entre tantos y tantas voluntades apoltronadas en lo alto, capaz de entender algo de política.

Esta expresión podría haber provocado alivio en el resto de sus congenerados camaradas de desgobierno. Pero, en vez de organizar un acto de agradecimiento a quien los relevaba de hacerse cargo de que no están en un laboratorio con conejillos de Indias, sino en un país con “argentinillos/as sudacas”, optaron por tomar la motosierra y serruchar el piso. A tal punto, que el ascendido tuvo que desmentir su propio apellido y decir que no había sido del todo franco.

En ese contexto, afirmó que en realidad tenemos un presidente joven que sabe y puede, pero que por ahora no quiere. Es que es mucho más divertido viajar a Estados Unidos y encontrarse con líderes que seguramente agradecerán sus impresionantes obsequios (el litio, el agua, la soberanía, esas cosas que a los líderes les encanta que les regalen), en vez de estar aquí discutiendo por monedas. Y digo "monedas" porque a eso es a lo que se ha reducido el ingreso de gran parte de nuestra ciudadanía. Que los demás..., ni eso.

Seguramente, en el viaje, nuestro Autoritario Electo habrá mirado el cielo y contemplado los morrones (que están por las nubes), y quizás haya hecho un orgulloso comentario al respecto. Y quizás cuando llegó a Estados Unidos y fue calurosamente recibido por los beneficiarios absolutos de su programa, se haya preguntado si ese no es, en verdad, su lugar en el mundo.

Y es posible que su neuronita traviesa –esa que le permite conversar con canes fallecidos como quien habla con su tía Luisa– le susurre en alguna de sus orejillas: “Campeón, vos estás para más, dejá que los sudacas sigan sufriendo el mal endémico de la justicia social, y venite para acá, que en un par de años vas a ser presidente de este país, y en vez de amenazar a la gente con meadas y escupidas, vas a poder hacerlo con armas nucleares”.

Por su propio bien, y por el del resto, le avisamos que eso es imposible… Aunque ¿cuántos de nosotros decíamos hace solo unos meses que también era imposible esto?

Ya vendrán otros tiempos..., ¡y capaz que son mejores!

Sugiero al lector compañar esta columna con el video de Rudy-Sanz “Para el rico lo que es del pueblo”, parodia del mítico tema de Piero y José: