La cantidad de personas en situación de calle viene en ascenso en Rosario. Solo en mayo, el municipio recibió 800 solicitudes de intervención por sus distintos canales, duplicando el número de abril. En el marco del Operativo Invierno se reforzaron las tareas de atención en los refugios de la ciudad, al mismo tiempo que se intensificaron las recorridas nocturnas y en las próximas semanas se pondrá en marcha un nuevo relevamiento de personas en situación de calle en conjunto con la Universidad Nacional de Rosario (UNR). “Estamos viendo que los valores e índices socioeconómicos están empeorando día a día y eso nos lleva a redoblar los esfuerzos”, evaluó Gabriel Pereyra, subsecretario de Abordaje Integral, en diálogo con Rosario/12. En tanto, desde el refugio Sol de Noche también notan una diferencia importante en el aumento de personas, en relación a años anteriores. “Todos los días tenemos gente en la puerta a la que le tenemos que decir que no hay lugar”, aseguró Verónica Strack, una de sus voluntarias, en contacto con este medio. El refugio puso en dudas su continuidad para el próximo año, ante la finalización del acuerdo con los dueños del inmueble de Pasaje Marconi 2040.

Con la llegada temprana de las bajas temperaturas, el municipio puso en marcha el tradicional Operativo Invierno, que busca asistir a personas en situación de calle. El acompañamiento se da a través de los refugios disponibles en la ciudad, pero también con recorridas nocturnas donde se distribuye comida caliente y ropa de abrigo. De lunes a viernes se reparten unas 350 viandas en unos diez puntos de Rosario y, en colaboración con la Secretaría de Salud, también se realizan operativos de vacunación contra la gripe. “Lo que estamos haciendo dentro del Operativo Invierno es un refuerzo del proceso que venimos teniendo durante todo el año en el abordaje, el tránsito y permanencia de personas en calle”, remarcó Pereyra.

El funcionario explicó que las situaciones que afronta una persona que vive, o quedó de manera transitoria en la calle, no se pueden categorizar de forma lineal. “Tenemos muchas personas que durante el día hacen un uso y un tránsito del espacio público, pero a la noche vuelven a un domicilio o a un techo seguro. Y otras personas que permanecen directamente en la calle”, detalló y agregó: “Que una persona esté en la calle forma parte de una serie de factores que producen un proceso de indigencia, o de marginalidad en las personas que también pueden estar atravesadas por situaciones de salud mental, precariedad alimentaria, consumos problemáticos, o de vínculos familiares y comunitarios rotos. En muchos casos es migrar del propio barrio por cuestiones de seguridad”.

Con la profundización de la crisis, lo que notan desde el Equipo de Área de Atención de Personas en Situación de Calle es un aumento notorio de la demanda. Durante mayo se realizaron alrededor de 800 intervenciones sobre personas en situación de calle, mientras que en abril el promedio fue de 400 y en marzo unas 330. Durante todo el año pasado, el total de intervenciones llegó a 5.500, un promedio de 450 por mes. “Nosotros nos estamos guiando por el número de intervenciones que venimos teniendo, contemplando que a veces se interviene más de una vez sobre una misma persona”, aclaró Pereyra. Con intención de tener números precisos, en las próximas semanas pondrán en marcha un censo de personas en situación de calle, que vienen planificando en conjunto con la UNR. Según estiman, en Rosario hay entre 600 y 700 personas viviendo en la calle.

No obstante, Pereyra hizo hincapié en que suelen darse situaciones en que las personas no aceptan la oferta de pasar la noche en un refugio. “A veces se da porque la persona está en una zona donde puede generar algún dinero durante el día y entonces teme irse y perderlo, o en algunos casos no quieren, o no pueden, cumplir las normas que nosotros establecemos dentro del propio refugio. En otros casos, directamente, es que la persona no visualiza que el refugio sea el mejor lugar para él. Entonces eso nos lleva a que el operador se presente en varias oportunidades, para ver cómo está, asistirlo, y seguir ofreciendo esa posibilidad”, explicó.

Cuando ese tipo de situaciones se presenta, la estrategia se articula en dos sentidos. Por un lado, con una intervención focalizada. Es decir, un trabajo de acercamiento y primera escucha, con el objetivo de conocer a esas personas e intervenir en distintos sentidos para mejorar la situación de esa persona. La otra, con las rondas nocturnas que realizan los operadores de calle. “Estamos viendo que los valores e índices socioeconómicos están empeorando día a día y eso nos lleva a redoblar los esfuerzos”, evaluó.

Refugios

En Rosario funcionan cuatro refugios para personas en situación de calle, donde se brinda cena, la posibilidad de pasar la noche, y un desayuno. El refugio Grandoli y el refugio Felipe Moré, que son municipales; el refugio Sol de Noche, que es privado, pero trabaja de manera articulada con el Municipio, y el refugio de Cáritas, destinado a mujeres mayores de 18 años. Los ingresos a los refugios no se dan de forma espontánea, sino que se derivan desde el equipo de abordaje en función de diversos protocolos.

“Nosotros abrimos el 14 abril y al otro día ya estábamos completos”, señaló Verónica Strack, voluntaria en Sol de Noche. El lugar mantiene un 90% de asistentes que son fijos y que “cuidan mucho” su cama y el lugar donde asisten. “Nuestro reglamento es que a la segunda noche que faltan sin aviso, pierden la cama, porque hay mucha gente que lo necesita. Entonces, ellos siempre tratan de cuidar ese lugar o avisar, en caso que tengan un inconveniente”, expresó en diálogo con Rosario/12. “Hay muchísima demanda. Nosotros todos los días tenemos gente en la puerta a la que le tenemos que decir que no hay lugar”, añadió. 

Una diferencia que notan con otros años, y que marca la profundidad de la crisis económica, es la presencia de familias con niños que se acercan al refugio. “Antes teníamos varones o mujeres, que habían quedado solos y venían, pero no familias con chicos, eso es nuevo”, remarcó Strack. Pero el impacto también lo sienten en las cuentas del propio espacio: “Nosotros otros años abríamos y hacíamos la primera nota en radio o tele y explotábamos de donaciones. Ahora realmente hay que cuidar bien el stock y los recursos, medir la cantidad de galletitas, el azúcar, cosas que antes no lo hacíamos”.

 

Este año el refugio abrió con solo 30 plazas disponibles, la mitad que otros años. El recorte se debe a que la congregación que es dueña del inmueble, ubicado en Pasaje Marconi 2040, busca destinarlo a otro fin y en agosto deben hacer entrega del espacio. La situación mantiene en vilo a los voluntarios, que pusieron en duda su continuidad para el próximo año. “No tenemos nada concreto. Estamos golpeando todas las puertas que se puedan, pero todavía no apareció ningún lugar físico como para funcionar de cara al año que viene. Nosotros este año vamos a terminar la temporada de invierno un poco antes”, señaló. “Lo primordial es encontrar algo para poder garantizar el funcionamiento rápidamente, porque necesitamos acondicionarlo para 60 personas que puedan comer y dormir”, finalizó.