Mauricio Macri asumió casi en silencio la presidencia del PRO. Con el mismo perfil bajo, reunió a los gobernadores e intendentes que le responden y trazó los planes para el futuro inmediato. Lo que el nuevo titular del PRO se propone es ordenar de nuevo el partido para que le responda de forma vertical a él. Eso implica, en lo concreto, hacer una limpieza general de todos los dirigentes que respondan a Patricia Bullrich. Pese a las quejas de la ministra de Seguridad, el operativo comenzó por el PRO bonaerense, que el ex presidente ordenó primero dejar acéfalo y que ahora marcha a unas elecciones internas donde Cristian Ritondo tiene todo para ocupar la presidencia del partido provincial. No obstante, esa fue solo la primera batalla y Macri parece decidido a poner en orden la casa propia antes de siquiera pensar en negociar con Milei.
Las conversaciones con Milei cuando estaba formando su gabinete le dejaron un sabor amargo a Macri: comprobó en carne propia que los dirigentes del PRO ya no le responden como antes. Es una tendencia que ya se veía hace tiempo, pero que ahí tuvo consecuencias concretas. Mientras el ex presidente quería hacer una negociación global de cogobierno, Bullrich (nada menos que la persona que apoyó para que fuera presidenta) se cortó con un acuerdo propio y asumió cargos antes de tiempo. Esto le hizo caer una estrategia que, de haberse salido con la suya, hubiera terminado con Ritondo frente a la cámara de Diputados, entre otras cosas.
Si se observa con el diario del lunes todo lo que hizo Macri a continuación, el camino es bastante directo. Primero, fue por la presidencia del PRO. Presionó a Bullrich para que convocara a elecciones internas, se postuló, obligó a que hubiera lista única y ocupó el puesto unos meses más tarde. Lo de la lista única costó porque Macri quería vetar de la conducción del PRO nacional a Damián Arabia, dirigente muy cercano a Bullrich. Este dato ya presagiaba lo que se iba a venir. Finalmente, lo tuvo que aceptar a Arabia, pero ahora que comenzó a trabajar lo excluye de cualquier reunión donde se vaya a decidir de forma real algo. El argumento que da es que lo considera más un espía de Milei que alguien del PRO.
Así como lo quería afuera a Arabia, Macri parece decidido a limpiar de cargos de conducción a cualquier dirigente que todavía le responda a Bullrich (ex presidenta del PRO designada por Macri al final de su mandato, para más datos). Esto se vio con claridad en la pequeña guerra que ocurrió con el PRO bonaerense.
Casus belli: PRO Bonaerense
Casi tan en silencio como asumió la presidencia del partido -no hubo ni actos, ni grandes declaraciones-, el ex presidente reunió a todos los gobernadores PRO y a algunos intendentes clave y les dijo que tiene pensado ordenar el PRO para que no siga siendo un cúmulo de internas, como en 2023. Esto significa, para Macri, terminar las aspiraciones de reemplazarlo que tuvieron desde 2020 tanto Bullrich como Horacio Rodríguez Larreta. El único líder es Macri y su voluntad ordena el espacio. O, al menos, esa es la aspiración del ex presidente.
Luego de ese encuentro, ocurrieron dos cosas que fueron consecuencia directa de las instrucciones de Macri:
1) Los gobernadores -y especialmente, el de Chubut, Ignacio Torres- cuestionaron la idea de fusionar al PRO con La Libertad Avanza que tiene Bullrich, para dejar en claro que ese proyecto es de ella sola. Esto fue algo que se discutió largamente en ese encuentro encabezado por Macri en Vicente López: todos coincidieron en que, de haber un acuerdo electoral en 2025, tiene que negociarse desde una posición de fortaleza, porque de lo contrario el PRO se disuelve.
2) Un grupo grande de dirigentes presentó su renuncia a la conducción del PRO bonaerense. Fueron 25 de los 33 que integran la cúpula. El objetivo era crear un estado de acefalía (quedó con menos de un tercio y no puede sesionar ni tomar decisiones con ese número), que permitiera llamar a elecciones internas anticipadas. La presidenta actual es Daniela Reich, esposa del intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, que está alineado con Bullrich. De nuevo, en la reunión se los criticó mucho por haberse sacado una foto con Sebastián Pareja, el armador de Karina Milei en la provincia de Buenos Aires. Pero más allá de ese acto, la decisión era limpiar a la cúpula para que asuma Ritondo, aliado de Macri en el nuevo esquema.
Bullrich puso el grito en el cielo y hasta habló de "golpe de Estado". A lo que Ritondo le contestó socarronamente que como politóloga tendría que saber lo que es un golpe institucional y que todo lo que hicieron está contemplado en la carta orgánica del partido.
A pesar de que Reich se resiste a reconocer que hay que llamar a elecciones, Ritondo avanzó con un encuentro de la Asamblea del PRO en la Provincia de Buenos Aires en Lanús. Allí votaron para llamar a elecciones internas y ganaron 17 a 2. Es que, antes de lanzar la movida, Ritondo ya había cerrado acuerdos con Diego Santilli, con el ex aliado bullrichista Javier Iguacel y con muchos más. Por eso, Ritondo está seguro de que gana cualquier interna.
El proceso electoral quedó en manos del presidente de la Asamblea provincial, que es Néstor Grindetti, el actual jefe de Gabinete porteño y ex intendente de Lanús. Fijó como cierre de listas el 19 de junio y las elecciones se harán el 4 de agosto. El sector de Bulrich intentó impugnar la asamblea y ya hizo una presentación judicial. El ala de Ritondo espera a ver si consiguen demorar el proceso. En caso contrario, solo les quedará presentar una lista propia. "En ese caso, convalidan la elección y pierden seguro", decían en el PRO bonaerense.
El comunicado posterior de ese encuentro apuntó a los díscolos de Bullrich: "Hubo un pedido también para que nadie fuera del bloque pueda utilizar el nombre ni el logo oficial del PRO. Las autoridades solicitaron a los apoderados que se opongan ante las autoridades competentes". Fue para apuntarle a los que rompieron los bloques bonaerenses del PRO.
Resistencia bullrichista
La única respuesta que pudo dar Bullrich a la avanzada de Macri fue que sus dirigentes se fueran del bloque del PRO en la Cámara de Diputados y de Senadores bonaerenses. En esta última, Reich formó un monobloque y en la primera, armaron un bloque de cinco diputados que se llama "PRO Libertad" (a este es al que le quieren prohibir el uso del nombre PRO).
La forma en la que contraatacó la ministra de Seguridad también dan una pauta del futuro: a medida que Macri la va acorralando, le queda solo decidir si se termina de ir del PRO y se suma a La Libertad Avanza. Ritondo casi que la invitó a irse en alguna de sus declaraciones.
No obstante, todavía hay dirigentes de Bullrich en el bloque de Diputados nacional del PRO (que tiene al frente, justamente, a Ritondo) que todavía no tomaron la decisión de irse. De hecho, después de la entrevista en la que Bullrich habló de "golpe de Estado", tomaron la decisión de no seguir escalando la polémica.
También hay dirigentes de Bullrich en el bloque de legisladores porteños y esto preocupa especialmente a Jorge Macri, dado que no cuenta con las mayorías holgadas en la Legislatura que supieron disfrutar tanto su primo como Larreta. Un golpe ahí, calculan cerca de Bullrich, dolería y mucho al ex presidente. "No sacan una sola ley más en la Ciudad", amenazan.
Por ahora, es solo eso: un juego de tira y afloje. Pero tarde o temprano llegará la hora de las definiciones.
Qué sigue
Macri trata de no perder el efecto sorpresa y mantiene bajo cuatro candados sus pasos a futuro. No obstante, ya se reveló parte de su estrategia: limpiar la influencia de Bullrich del partido, ordenarlo lo más posible para que se parezca a lo que era antes (cuando le obedecían a él) y recién ahí encarar algún tipo de negociación con Milei. Es un proceso que tomará tiempo, donde no tiene garantizado el éxito, y que la realidad argentina puede obligar a que se acelere.