Mientras el presidente Javier Milei se fotografiaba, en Estados Unidos, con los popes de la Inteligencia Artificial y empresas de tecnología, el grupo de Whatsapp de la cúpula de la Unión Industrial (UIA) no paraba de compartir información, vía diferentes dirigentes, de una crisis que parece no tener fin. El contraste entre la cruda realidad de las compañías que operan en el país y las postales del Gobierno hablando de un país paralelo que se llenará de inversiones, fue total. En los círculos del poder económico, de hecho, ya hay un conteo de caídos que tiene cifras en actualización constante: hoy, según los registros a los que accedió Página I12, hay al menos 20 empresas muy grandes que cayeron en una crisis de suspensiones y despidos; y más de una centena de pymes que ya pasaron por ese camino y hoy están al borde de bajar la cortina.
En algo más de 5 meses, la foto es inédita: la planta de electro Mabe (Ex Drean), ARSA, que produce lácteos para Sancor en Córdoba y Buenos Aires; Acindar en Villa Constitución, Santa Fe; FV Grifería, en Buenos Aires; Pepsico, General Motors, FATE, Danone, Topper, Whirlpool, Ualá, Bridgeston, Puma, Bimbo, Akapol (La Gotita, Poxipol, Fastix, Voligoma), Diarco, Electrodomésticos Liliana, y varios de los gigantes textiles echaron o suspendieron entre 20 y 800 trabajadores. Algunos de ellos, por la caída de la demanda, cesantearon a la totalidad del personal. Según la propia UIA, el 24 por ciento de las industrias despidieron trabajadores. Hasta Techint, el gigante que comanda Paolo Rocca, empezó hace unas horas a echar gente de su planta de Valentín Alsina. En paralelo, la Asociación Obrera Textil confirmó a este diario que, al día de hoy, hay más de 3100 despidos sobre el padrón de afiliados totales. El rubro es, además, uno de los que más volúmen de empleados aporta a nivel federal.
En CAME, en tanto, rezan no tener que "contar empresas que se caen", y advierten que ni en el macrismo ocurrió un escenario tan límite para la producción, las ventas y el empleo. Informalmente, se calcula que hay un tendal de pequeñas y medianas firmas en condiciones muy complejas y con poca perspectiva hacia adelante. Este diario accedió, en paralelo, a la encuesta de Industriales Pymes Argentinos (IPA) -la entidad que comanda Daniel Rosatto-, que tiene datos catástrofe: de las 50 mil pymes manufactureras, hay 17500 que dicen que suspendieron o echaron gente; 27 mil aseguran que no tendrán cambios y sólo un 10 por ciento avisa que podría tomar personal. A nivel nacional, según IPA, hay más de 60 mil despidos y más de 100 mil suspensiones. En el Comercio, avisan, el tema es más serio. Si se mira por fuera de la industria manufacturera, también hay un infierno. Un dato: ya cerraron en el año 170 panaderías industriales.
No comprender cómo funciona la matríz
En este escenario, hace unos días, Milei le sugirió a su equipo la posibilidad de ir al evento que organizó la UIA en Mendoza. Si bien era un terreno amistoso y la entidad que conduce Daniel Funes de Rioja está en modo "león herbívoro", sus laderos le recomendaron pensar en para qué ir. Es que el Presidente no pronunció nunca la palabra industria desde que está en La Rosada ni habló de producción. Para no dejar el mitín vacío, viajó allí el encargado de Producción y Agro.
A decir verdad, no está mal que Milei entienda como relevante tener reuniones con líderes empresarios internacionales vinculados a la tecnología, pero el tour "de espaldas a la realidad" refleja, según dijeron muchos empresarios a este diario, "que no comprende cómo funciona la economía nacional". Hoy, el PBI local tiene un aporte porcentual de este tipo: 17 puntos del Comercio, 16,4 de la Industria, casi 4 puntos de la Construcción. En paralelo, el consumo masivo (que incluye las compras de lo que venden la industria y la construcción) explica, en su conjunto, casi 7 puntos de 10.
En pocas palabras, es un debate válido si la matríz económica nacional está antigua, muy dependiente del consumo y la industria convencional. Y si no precisa sumar exportaciones y más aporte de la economía del conocimiento, pero el esquema es el que rige hoy. Si hay una intención de modificarlo, eso no debería suponer que el Gobierno lo haga en detrimento de sepultar los motores del crecimiento.
Sin consumo y sin inversión
La idea del Gobierno de generar la recesión para bajar la inflación generó una contracción y un escenario de caída de negocios que será dificil revertir. Este diario accedió a cifras de mayo del consumo masivo en supermercados grandes y pequeños y la caída interanual volverá a ser de dos dígitos, por encima del 11 por ciento. Lo más preocupante es que el intermensual contra abril, que en algunos sectores empezó a dar positivo, aquí se mantiene en negativo: la baja será cerca a los 3 puntos. El asunto es que se están comparando en la interanual contra una base mala en el caso de comercios chicos. "Como el Gobierno liberó aumentos en prepagas, en naftas, en colegios, en tarifas y, además, en alimentos, las ventas en supermercados son una calamidad", se lamentan en el sector. Eso explica, naturalmente, porque hay alimenticias grandes despidiendo gente y, sobre todo, por qué el año de la actividad está jugado a terminar con un PBI cayendo al menos 5 puntos. En la pandemia, ese PBI cayó 10, para verlo en perspectiva.
En este escenario, las inversiones no llegarán ni siquiera de las tecnológicas que Milei vio en los Estados Unidos. Mucho menos de las locales, y eso ya se está reflejando en cifras. El Gobierno libertario, a contramano de lo que se promociona, es el peor de los últimos 4 gobiernos en materia de desembolsos privados y todos los meses con Milei en el trono tuvieron cifras negativas. Orlando Ferreres, ex funcionario de Menem y dueño de una consultora respetada en el mercado, tiene entre sus filas a Fausto Spotorno, parte del equipo de asesores económicos de Milei, que comanda el ex JP Morgan Demian Reidel. En su último informe, Ferreres confirma que, en abril, la inversión bruta cayó 22,3 por ciento interanual en terminos de volúmen físico. En el cuatrimestre, cayó 20,8 por ciento. Visto por rubros, la inversión en Maquinaria y Equipos se derrumbó 15 puntos; mientras que los desembolsos en Construcción se desplomaron 27,9 por ciento. ´
A todo este descontrol se sumaron dos nuevos factores de incertidumbre: el primero, que el ministro Luis Caputo sigue sin traer dólares y el BCRA compra cada vez menos con un campo en "stop débit" hasta que devalúen. El segundo, en la última semana de mayo volvieron a subir los precios de los alimentos. Las consultoras pronostican 5 puntos de IPC para el mes, pero un rebote general en junio, por impacto de combustibles. A esa dinámica, se suma que desde julio las prepagas volverán a tener precios liberados. Estos datos muestran que, en poco tiempo, la recesión con salarios a la baja volverá a ser golpeada por un alza en la inflación, haciendo casi estable la crisis.
El que la ve es Federico Sturzenegger: aún sin cargo, ya les confirmó a empresarios que tiene preparado un paquete de leyes extra de desregulación. Sturzenegger cree que las dudas que Caputo le instaló a Milei sobre el ajuste y la recesión hicieron que se le ponga un freno a un proceso de apertura que, según él, iba a instalar, al menos, las condiciones de inversión. Hoy, está la depresión, sin dólares, sin inversión y con desinflación en riesgo. Postales de un gobierno sin modelo ni plan.