"Cuando mires a un nene pobre a los ojos, pensá que podés estar viendo a dios", escribió el 25 de noviembre de 2020 el Kily Glazer, un artista plástico bonaerense que despedía conmovido a Diego Armando Maradona, a horas de conocer su partida. Y la foto que eligió no fue una más. Era el Maradona de trece años que miraba serio a la cámara luego de disputar un partido de los Juegos Evita.

El artista, al anochecer, se enteró también de la muerte de su amigo más cercano, que después de pelear un par de años contra el cáncer quiso descansar en paz. Cachete, como lo apodaban, fue de los que más bancó el talento de Glazer, y con el que mejor voló a la hora de cranear ideas. Una de esas ideas, quizá la más resonante, surgió cuando dijeron al unísono "hay que hacerle un monumento a Maradona", luego de que se enteraran que el de Fiorito volvía al fútbol argentino para ponerse el buzo de DT de Gimnasia y Esgrima La Plata.

Cachete y el Diego pasaron a otro plano de existencia el mismo día. Con el dolor como combustible, Glazer puso manos a la obra y al año siguiente montó, junto a la colaboración de sus acompañantes, un monumento de hierro de tres metros de altura, color dorado y construido a base de chatarra, que fue donada por vecinos y autoridades municipales. El 10, emulando una foto histórica del mundial de México 1986, brilla en la esquina de calle 27 y 22 de Verónica, partido bonaerense de Punta Indio. Ese Diego incansable y gambeteador del estadio Azteca alcanzó su trofeo más anhelado y hasta se dio el gusto de dejar en el camino a cuanto inglés se le cruzara, con una pierna zurda que, en 1974, había conseguido su primer título de fútbol en los Juegos Evita. 

En 1973 Diego tenía trece años, y los Juegos Evita retornaban tras ser interrumpidos en 1955 por la dictadura militar que inició la Revolución Libertadora. El peronismo vuelto al Gobierno el 25 de mayo revivió su política pública deportiva más transversal, y para ello acondicionó lugares en diversos puntos del país. En Córdoba, junto al Hotel N° 1 de la Unidad Turística de Embalse, las autoridades nacionales construyeron un complejo deportivo que tenía pista de atletismo, canchas de tenis, un círculo para lanzamiento de martillo y una cancha de fútbol, donde Maradona y Los Cebollitas de Argentinos Juniors cayeron derrotados penales en semi finales, ante el equipo de Pinto, una localidad de Santiago del Estero.

Diego llegó a Embalse para disputar los Juegos Evita el 17 de diciembre de 1973. A él le decían "Pelusa", y ya portaba la camiseta 10 de la categoría infantil del "bicho" de La Paternal, que dirigía técnicamente Francis Cornejo. Los Cebollitas, como se hacían llamar, vestían remeras blancas mangas largas, con cuellito y puños rojos, color de las dos rayas verticales que nacían desde el hombro izquierdo. Diego tenía un sólo par de zapatillas, unas Flecha blancas que también usaba en los partidos. Venían de ser los mejores de Capital Federal, y en instancia final, en Embalse, habían goleado 6 a 0 al equipo de Chaco y 4 a 1 al de Río Negro.

Maradona ya era Maradona, y la gente se daba cuenta. Los trabajadores del complejo hotelero, los profesores de otros deportes, los técnicos rivales y los padres de los participantes se deleitaban viéndolo jugar, a tal punto que, según relatan las crónicas de la época, al costado de la cancha se formaba una ronda que celebraba cada gambeta del pibe nacido en Villa Fiorito, partido de Lanús.

El 20 de diciembre, a tres días de haber llegado, Los Cebollitas cayeron derrotados ante el equipo de Pinto, luego de empatar 2 a 2 en el tiempo regular. Dicen que a Diego le atajaron su penal, y que tal fue su frustración que al terminar el partido explotó en llanto. Sus lágrimas despertaron dichos proféticos en César Ganem, jugador del equipo vencedor e hijo de Elías, el director técnico de los santiagueños, que según contó el propio Maradona, lo agarró de la cara y le dijo "no llorés, hermano, que vos vas a ser el mejor jugador del mundo, vas a ser mejor que Pelé".

Horas atrás, Maradona había sido el que le pedía al correntino Alberto Pacheco que no llorara, luego de que este perdiera su partido contra el equipo de Entre Ríos, en una imagen que marcó la historia.

Al año siguiente, en 1974, Maradona regresó a Embalse y obvtuvo su primer gran logro. En el mismo complejo, en la misma cancha, Los Cebollitas derrotaron al equipo de Misiones por 3 a 0. En 2014, cuando le contaron que sus días de descanso pasarían por Córdoba, Maradona dijo: "A mis 53 años volví a tener 11, como cuando llegué a jugar a Embalse, que perdimos la final contra Santiago del Estero pero al otro año volvimos y salimos campeones de los juegos Evita”. Él, en realidad, tenía 14 años. Pero el amor por el lugar, el recuerdo de su infancia envuelta en los juegos y la satisfacción de haber competido la llevó consigo para siempre.

Tres años después de ser campeón en los Juegos Evita, Maradona debutó como jugador profesional y forjó un camino inigualable. Por eso luego de que se conociera que el Gobierno nacional cambió el nombre de los Juegos Evita y que los desfinanció con la quita de disciplinas, la reducción de participantes y la supresión de categorías, la página oficial de Maradona, manejada por sus hijas, recordó la participación de aquel adolescente en la competencia nacional y posteó: "El deporte promueve la superación personal, el respeto por los demás y por uno mismo, la tolerancia, la perseverancia y el trabajo en equipo. A lo largo de 76 años fue el evento deportivo más importante de nuestro país, y permitió que un millón de niños, adolescentes y adultos participen cada año en 76 disciplinas deportivas y culturales. Por todo eso, y mucho más, hoy lamentamos profundamente que su realización sea puesta en duda".

Sergio "Maravilla" Martínez, campeón del mundo en boxeo, nació en Quilmes y tuvo una infancia muy compleja. En un programa de televisión contó: "Diego nos hizo olvidar a los pobres de que éramos pobres. Mi vieja, y sé que muchas madres, le deben mucho a Diego. Por más que algunos mezclen la vida personal con la del deportista, como deportista Maradona les dio mucho a muchas mamás. En casa no había comida, pero lo teníamos a Diego, y de eso yo no me olvido".

Hernán Coronel, cantante de la banda de cumbia villera Mala Fama y nacido en el municipio de San Fernando, sostuvo: "Es fácil que digan lo que digan, pero Diego estuvo durante veinte años haciendo que un país salga de la tristeza, porque no tenía muchas más cosas por qué alegrarse el pobrecito que estaba en su casa rascando la olla. No tenía mucho más que ver que Maradona entrara a la cancha con la celeste y blanca, y que le causara esa emoción que una persona pobre siente, quizás, sólo cuando cumple años. Diego lo hizo, y lo hizo con mucha gente. Maradona era la poca alegría que tenía la gente humilde".

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