“Llevo valor, llevo juventud”, canta Lisandro Aristimuño, casi como una declaración de principios, en un Luna Park repleto. “Llevo mi fe en volver, amor/ Llevo cartas que nunca te di/ Llevo la luz que nos despertó”, sigue luego el músico patagónico en uno de los momentos más emotivos del sábado a la noche: “Green lover”, una canción dedicada a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. “Esta canción se la dedico con mucho amor a Norita Cortiñas”, precisó Aristimuño frente a seis mil personas. “¡Viva la democracia y los derechos humanos!”, arengó con los brazos en alto. Y el hit del 2024 en recitales de música popular no se hizo esperar: “El que no salta votó a Milei”, se escuchó enseguida desde abajo del escenario.

El segundo Luna Park de Lisandro Aristimuño –la primera vez que se había presentado en ese recinto había sido en septiembre de 2017- respondió a la presentación de su último disco de estudio, El rostro de los acantilados (2023). De hecho, el músico se tomó en serio el motivo principal del encuentro y en la primera parte del show se abocó a cantar las nuevas canciones: “El rostro de los acantilados”, “Tu mundo”, “Príncipe de lata”, “Por encima del fuego”, “1986” y “No ves tal vez” sonaron en una seguidilla. Un riesgo artístico que decidió tomar poniendo como prioridad a su presente musical. Acompañado por su banda Los Azules Turquesas, Aristimuño vistió a las nuevas composiciones con un ropaje rockero, sobrio y elegante, con aires de britpop, como se evidenció en “Príncipe de lata” o “Sweet Gloria”, que también es dueña de un estribillo que linkea con la tradición del rock argentino.

“Es un placer enorme cantar de nuevo en este lugar. Gracias por hacerse presente en estos tiempos que están corriendo”, lanzó el músico al comienzo del show, el primero de una extensa gira nacional que continuará por San Luis, Mendoza, San Juan, Chaco, Corrientes, Santa Fe, Mar del Plata, Córdoba, Jujuy, Salta, Tucumán, Río Negro y Neuquén, entre otros lugares. El primer clásico de la noche, “Para vestirte hoy”, sonó más potente que en otras ocasiones –con la sección de cuerdas y la batería enfatizando su ambiente dramático, casi cinematográfico-, y “Me hice cargo de tu luz”, otro de sus pequeños hits de 39º, se escuchó con nuevos arreglos, menos templados que la original. “Es una versión más rockera”, deslizó el músico y retomó la presentación del nuevo álbum con “Tres de abril”, una canción fiel al estilo Aristimuño: con espacio para los pasajes instrumentales y mucha ambientación.

Luego le puso palabras a algunas canciones del disco, como “1986”, que cuenta con un sampleo de la voz de Víctor Hugo Morales relatando el segundo gol de Maradona a los ingleses. “Es una de las canciones más viejas que rescaté para este disco. Se la hice a mi hermano que nació en 1986. Y después lo asocié al Mundial de Fútbol y a Maradona. Fue una especie de metáfora. Porque había llegado un bebé a casa y era como un gol del Diego”, contó Aristimuño y aprovechó también para tocar la batería electrónica. "¡Vamos Argentina!", gritó el músico y eso se tradujo en clave política, como suele ocurrir por estos días en shows de música.

Si bien el concierto no contó con músicos invitados, el cantautor y productor rionegrino le dedicó “Sombra 1”, de Criptograma (2020), a un colega muy especial para él que no pudo estar presenta en la velada por cuestiones de salud: “Esta canción es para un amigo que tenía muchas ganas de venir al concierto. Pasó por un momento muy feo en su vida (sufrió un ACV en febrero) y por suerte está recuperándose muchísimo. El amigo del que estoy hablando es Fer Ruiz Díaz y esta canción le encanta. Por eso, este aplauso es para él: para que esté bien y siga haciendo música”, sostuvo Aristimuño. En un clima emotivo, recordó también que este año se cumplieron dos décadas del lanzamiento de su disco debut, Azules turquesas (2004), y lo celebró interpretando la canción que abre el disco, “Tu nombre el mío”, otro clásico de su repertorio.

En ese primer disco, Aristimuño mostró sus credenciales de original cancionista con esa mezcla tan particular que caracteriza su música: el cruce entre la canción folklórica, el rock argentino y la exploración por el universo electrónico. De hecho, su faceta de productor electrónico es algo que en lo que ha venido profundizando en los últimos años. Al músico le gusta jugar en ese terreno y no pierde ocasión para experimentar con máquinas de efectos y samplers. El concierto del Luna Park tuvo bastante de eso: en la hipnótica “Bailar”, por ejemplo, Aristimuño empezó a disparar sonidos electrónicos y darle más lugar a la pista de baile. En ese tramo del show, la percusionista Rocío Aristimuño y el baterista Martín Casado ganaron protagonismo.

En esa línea siguieron “Pozo” –con las cuerdas comandadas por Lucas Argomedo- y “Tu corazón” –con un Carli Aristide rockeando a pleno en la guitarra-, todas sonando en clave DJ y el público ya de pie y bailando en las butacas. “Estamos re felices, gracias”, dijo Aristimuño visiblemente emocionado. Entonces, hicieron un breve parate y regresaron a escena para los bises: la potente “Elefantes”, la amorosa “La última prosa” y la orquestal “Es todo lo que tengo y es todo lo que hay” le dieron cierre a la noche después de dos horas y cuarto de música.

De este modo, Aristimuño puso nuevamente en valor la relevancia de la canción argentina, la ética de la autogestión y la libertad creativa que permite la independencia. Entre tanto bullicio -y confusión- en la industria musical y en medio de un convulsionado cambio de época, la música sigue siendo un lugar de representación vital y un dispositivo cultural que no puede ser desatendido o subestimado. Como alguna vez escribió Gabo Ferro: “Que no se confunda lo fundamental con lo accesorio. Un disco son canciones; un disco es música. Lo demás es agua que se evapora en el aire”.